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Mostrando entradas de septiembre, 2024

Por deudora le hicieron una fiesta en el culo

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Mariela había caído en una espiral de juegos de azar que no podía controlar. Cada vez que tenía algo de dinero, lo acababa perdiendo en el casino, y sus deudas crecían sin control. Un día recibió la visita de su prestamista, un hombre alto y intimidante llamado Víctor. junto a él venían otros dos hombres, más grandes y musculosos, que parecían sacados de una película de acción. La situación era tensa, pero Víctor se mostraba afable y hasta galante, lo que calmó un poco los ánimos de Mariela. Le ofreció un trato que, según él, beneficiaría a ambos. Le dio unas semanas más para pagar su deuda, a cambio de una noche de pasión con sus dos secuaces. Mariela le puso una mueca al mismo tiempo que exclamaba QUEEEEEEEE, sumamente incómoda, pero su necesidad de tiempo la hacía aceptar aquel arreglo. Los tres hombres se quedaron a solas con ella en su pequeño apartamento. Víctor le explico que sería una noche larga, y que debían disfrutarla todos. Empezaron por desnudarla y dejarla en ropa interi

Un hombre traga su propio semen

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  Marcos había tenido un día duro en el trabajo, así que al llegar a casa decidió relajarse un rato antes de ducharse y preparar la cena. Se sentó en el sofá, encendió la televisión y comenzó a desabrocharse la camisa, con la intención de disfruten de un momento de relax. Pero su pensamiento cayó en una revista erótica que había dejado en un cajon. Era una vieja revista, pero nunca le había prestado demasiada atención. Aquel día, algo en su cerebro le incitaba cogerla y hojear sus páginas. Las imágenes de mujeres desnudas y las posiciones sugerentes le excitaaban más de lo esperado. Se sintó un poco culpable, pero a la vez atraído por aquello. Era como descubrir un mundo nuevo y prohibido. Se quitó los pantalones y quedó en calzoncillos, sintiendo cómo su miembro comenzaba a crecer bajo la tela. Abrió la revista por una imagen especialmente provocativa, una mujer en cuclillas con las manos atadas y la boca tapada. Marcos comenzó a masturbarse con fuerza, gozando del toque de la seda de

Un chantaje y un pepino

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Pablo era un joven de 18 años con una sonrisa pícara y una mente jodida. Había conocido a su víctima perfecta en casa de su madre, donde acudía a menudo a comer o cenar. Laura, una mujer de unos 60 años, viudra y con cierta holgura económica, era la inspiracion de sus masturbaciones hacia meses. Pablo había encontrado por casualidad unas fotos comprometedoras de Laura en casa de su madre. Eran de cuando su madre y Laura eran jóvenes, y mostraban a esta última desnuda practicandole sexo oral a dos hombres. El las guardó con cuidado, planeando su fiesta. Un par de semanas después, invitó a Laura a comer a su casa, inventándose una reunion falsa de su madre. Ella aceptó encantada, y Pablo comenzó su plan. La recibió en casa con una sonrisa amable, pero enseguida llevo la conversación hacia temas algo más picantes, preguntandole sobre su vida sexual. Laura se sonrojó y se mostró algo incómoda, pero Pablo insistió con sutileza, haciendo que Laura hiciera algun comentario inocente, hablando

Secretarias putas

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Enrique era un hombre de negocios exitoso, y tenía una debilidad por las mujeres maduras. Le encantaba tenerlas a su merced, sobretodo si se trataba de sus dos secretarias, Carla y Sara. Ambos habían establecido un extraño juego de dominación y sumisión con el paso del tiempo. A Enrique le gustaba someterlas y tratarlas como sus juguetes personales, y ellas se dejaban y hasta les encantaba. Un día, después de un importante meeting, Enrique decidió que era hora de divertirse un poco. Llamó a sus dos secretarias a su oficina y les ordenó que se quitara el uniforme, quedándose en lencería sexy, tal como le gustaba. Las mujeres obedecieron con la cabeza gacha, sabiendo lo que les esperaba. Enrique se relamía con la imagen de aquellas dos culonas y tetonas ante él. Les ordenó arrodillarse y comenzó a acariciar sus cuello y sus cabellos con sutileza. Sara y Carla gozaban con cada caricia, mientras él las iba manoseando. Ambas en ropa interior, Enrique les indicó que se tumbaran boca arriba s

Transformo a su marido en su putita

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  Elena siempre había sido una mujer un tanto peculiar, con gustos que muchos considerarían extraños. Por suerte, tenía un marido que la apoyaba en todas sus aficiones, aunque algunas fueran un tanto atípicas. Una tarde, tras una dura jornada laboral, tuvo una idea que no podía sacarse de la cabeza. Se dirigió al armario de su marido, Juan, y comenzó a revivirlo todo. Sacó sus mejores galas, las que solo se ponía en ocasiones especiales. Empezó por afeitarle las piernas y los brazos, dejándolos suaves al tacto. Luego pasó a maquillarle la cara, usando una base para igualar su tono de piel y ocultar cualquier impureza. Le delineó los ojos con cuidado, resaltando su mirada, y le puso un rojo pasión en los labios que le quedabafantástico. No podía faltar un buen manicura, así que se dedicó a pintarle las uñas de las manos y los pies con esmalte color rosa chicle. Quería que estuviera perfecto de la cabeza a los pies. Una vez listo, le ayudó a ponerse un vestidito negro, ajustado y corto,
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Una joven inmigrante, flaca y hambrienta llamada  Štěně  entraba sigilosamente al supermercado más cercano a su casa. Las estanterías estaban casi vacías debido a la reciente crisis mundial de abastecimiento, pero ella había oído hablar de que todavía había algunas latas de comida en la sección de alimentos enlatados. Con la desesperación que impone el hambre, decidió arriesgarse y entrar a robar. Pero, ¡oh Casualidad!, el guardia de seguridad, un tipo huesudo y de mirada lasciva llamado Gerry, la había estado observando través de las cámaras de vigilancia. Štěně se adentró en el pasillo de los productos enlatados, llenando su cesta con rapidez. Pero sus movimientos eran un tanto torpes, producto de su hastío y debilidad. Gerry, quien se había mantenido alerta tras ella, aprovechó ese momento de distracción para capturarla. La joven fue llevada a rastras hasta el depósito, un lugar oscuro y frío que almacenaba sobras de alimentos pasados de moda y productos enlatados dañados. Allí, Ger

Elena va al ginecologo para controlar su embarazo

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Elena arrivé al consultorio del doctor García puntual como siempre. Su embarazo avanzaba y quería asegurarse de que todo estaba bien, así que entró en la habitación con una sonrisa nerviosa. El doctor, un hombre maduro y de aspecto afable, la recibió con amabilidad. Le indicó que se desvistiera y se tumbara en la camilla y ella comenzó a despojarse de su abrigo, sintiendo la timidez habitual en aquellas situaciones. Una vez colgada la campera en el perchero, dejó al descubierto su barriga embarazada, que ya comenzaba a mostrarse generosa. El doctor le pidió que se quitara también la camisa, y Elena obedeció, revelando sus senos ya algo caídos pero aún atractivos, cubiertos por un delgado sosten. Lo quito cuidadosamente, sintiendo algo de vergüenza al mostrarse tan expuesta. Pero la amabilidad del doctor la tranquilizaba, además, estaba acostumbrada a estas revisiones. Se quitó también el pantalón vaquero, dejando al descubierto sus piernas bien formadas, que terminaban en unas bragas b

¿Por qué los hombres pierden totalmente la cabeza por un par de tetas?

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  —¿Por qué los hombres pierden totalmente la cabeza por un par de tetas? Es algo que siempre me ha llamado la atención—se quejaba Laura a su mejor amiga, mientras se probaba un vestido ajustado ante el espejo. Su amiga sonreía picaramente, sabiendo perfectamente a qué se debía esa obsesión masculina. —Pues causado, nena, ¡tú también tienes un par de motivos de envidia! Recuerdo la primera vez que nos besamos, fue lo primero a lo que fueron mis manos. Y no fue una excepción—afirmó con una pícara mirada. Laura estaba algo molesta por aquella situación, siempre había querido saber el motivo de tanta fascinación. Su amiga decidió explicárselo mientras se sentaban en el sofá. —Verás, para los hombres es como... un imán, un reclamo irresistible—dijo su amiga mientras le tocaba un pecho con cuidado— Los pechos de una mujer son como un manjar celestial, algo que los hombres quieren saborear y tocar sin parar. Y si además son grandes y seductores como los tuyos... uy uy uy... Laura se sonrojó

Roberto y Luciana

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Roberto y Luciano eran dos amigos de la infancia, siempre habían estado unidos por un lazo inquebrantable. Un día, mientras estaban en casa de Roberto, este tuvo una idea un tanto peculiar. —Oye, Lu, tengo una cosa que quiero que hagas por mí, es una especie de fantasía que siempre he tenido...—dijo con voz seductora, apoyándose en el marco de la puerta— Me gustaría que te vestieras con la ropa interior de tu hermana y que te maquillaras como si fueras una chica. Luciano se quedó pensando unos segundos, dudoso ante la propuesta de su amigo. Pero su curiosidad y confianza en Roberto eran mayores, así que aceptó. Juntos se dirigieron al dormitorio de la hermana de Luciano, abrieron el armario y Roberto ya sentia una el comienzo de una ereccion mientras buscaba entre las tangas de la hermana de su amigo. Al fin eligio una sexy lingerie color rosa chicle. Luciano se sintió extraño poniéndose aquellas prendas, pero la curiosidad le animaba a seguir adelante. Se desnudo y  Roberto le ayudó a