Herencia Prohibida Acto 2: La Iniciación Cruda
Acto 2: La Iniciación Cruda El sol del mediodía se filtraba a través de las persianas de madera carcomida de la mansión, proyectando rayos polvorientos que danzaban como espectros lascivos sobre el piso de mármol agrietado del baño principal. El aire estaba cargado de un vapor espeso y pegajoso, no solo por el jacuzzi que burbujeaba con un ronroneo gutural como el de un amante impaciente, sino por el calor sofocante de diciembre que se colaba desde los viñedos adyacentes, trayendo consigo el aroma dulce y fermentado de uvas maduras a punto de reventar. Lucía entró primero, su corazón martilleando contra las costillas como un tambor de guerra, el uniforme gris –esa falda ridículamente corta que apenas rozaba la curva inferior de sus nalgas– pegándose a su piel olivácea por el sudor que ya perlaba su frente y trazaba surcos tentadores entre sus tetas firmes. Cada paso era una traición: el roce de sus muslos internos, desnudos bajo la falda porque había obedecido el mandato silenci...