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Mostrando las entradas etiquetadas como masturbacion

María y los pepinos

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Después de la noche emocionante que María había experimentado, comenzó a sentirse más aventurera y curiosa acerca de sus propias exploraciones sexuales. Con el tiempo, decidió buscar nuevos horizontes en su mundo privado. Un día, mientras exploraba en línea, encontró información sobre la masturbación anal. La idea de utilizar un objeto en su recto la excitaba y la intrigaba. Decidió que el próximo paso en su aventura sexual sería probarlo con un pepino. María esperó hasta que su marido fuera de viaje de negocios para tener la oportunidad de probar esta nueva experiencia sin preocupaciones. Antes de comenzar, aseguró que su  pepino  estuviera limpio y bien lavado. La noche llegó, y ella se preparó para la aventura. Tomó el pepino limpio y lo examinó cuidadosamente. Luego, buscó en su armario y encontró un condones, que decidió usar para proteger su recto. Con todo listo, se acercó a la cama y se posó en el centro. Primero, decidió insertar el pepino en su vagina, para familiarizarse con

María y el pepino

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 Había un tiempo en que la vida de María era un monótono desfile de tareas y responsabilidades. Era una mujer casada con un marido dedicado, pero la vida en pareja había perdido su esplendor. Un día, mientras trabajaba en el hogar, decidió buscar algo para romper la rutina y encontrar una nueva forma de placer. María había oído hablar de la masturbación, pero nunca se había atrevido a probarlo. En su búsqueda, encontró una serie de sugerencias sobre objetos caseros que podrían ser utilizados como estímulos sexuales. Uno de ellos era el pepino, un frutal común en su huerta. Con la curiosidad en alta, decidió darle una oportunidad. La noche llegó y su marido se había ido a dormir temprano debido a un día de trabajo agotador. María se aseguró de cerrar la puerta de la habitación y encender una luz suave. Luego, se despojó de sus ropas y se sentó en el sofá, observando su cuerpo en el espejo. Su cuerpo era hermoso, lleno de curvas y contornos que le daban una belleza única. Comenzó a tocar

Satisfacerse

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  La joven de 21 años se sentó en su cama, escondida entre las sábanas blancas, y se arrojó a la tarea de satisfacerse sexualmente. Su corazón palpitaba con la excitación y su mente se llenó de fantasías salaces. Ella sabía que debía ser cuidadosa, ya que vivía con sus padres en la misma casa. No quería que escucharan sus gemidos y se molestaran. La chica arrancó sus pantalones y camisa, dejando solo sus pantalones suaves y transparentes. Lentamente, ella se tocó los senos, cuyas nipples eran tan erizados que parecían agujeros negros en la oscuridad. Su dedo se deslizó entre los labios húmedos, y ella se arrojó a un mundo de placeres desconocidos. Los dedos de la joven se movían rápidamente sobre su clítoris, y ella se arrojó a una serie de convulsiones intensas. Su cuerpo se convulsaba con cada movimiento, y ella gritaba silenciosamente para no ser escuchada por sus padres. Ella continuó masturbandose hasta que llegó a un orgasmo explosivo, gritando con todo su alma. Finalmente, ella

Lena, 18 años, sola en su habitacion

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 Lena abrió los ojos lentamente, dejando que la suave luz de la mañana iluminara su habitación. Se estiró perezosamente en la cama, sintiendo la suavidad de las sábanas acariciar su piel desnuda. Una sonrisa juguetona se curvó en sus labios mientras sus pensamientos comenzaban a desviarse hacia el lado más travieso de su imaginación. Sabía que tenía todo el día para sí misma. Sus padres estaban en el trabajo y ella no tenía responsabilidades ni compromisos que cumplir. Era un día en blanco, un lienzo en blanco en el que podía pintar cualquier fantasía que deseara. Lena dejó que sus manos vagaran por su cuerpo, explorando cada centímetro de su piel con caricias suaves y sensuales. Sus dedos trazaron líneas invisibles desde su cuello hasta sus pechos, y luego descendieron más allá de su ombligo. Suspiró ante la sensación del roce y se mordió el labio inferior, sintiendo la creciente excitación entre sus piernas. Se deslizó fuera de la cama y caminó desnuda hasta la ventana. Miró afuera,

Masturba a la novia en el cine

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Ana y Carlos habían planeado una noche relajante en el cine. Decidieron ver una película que les gustaba a ambos, una comedia romántica con toques de sensualidad. Aunque parecía una elección inocente, ambos sabían que la tensión y la atracción siempre estaban presentes entre ellos. Al entrar a la sala oscura, Ana y Carlos se acomodaron en los asientos del fondo, donde había menos gente. Se dejaron llevar por la magia del cine, pero no podían evitar sentir cómo la tensión sexual aumentaba con cada escena romántica en pantalla. Carlos pasó su brazo por detrás del asiento de Ana, rozando suavemente su hombro. Ella le sonrió y le dio una mirada cómplice. La oscuridad de la sala los hacía sentir que estaban solos, aunque estuvieran rodeados de personas. A medida que la película avanzaba, las manos de Ana y Carlos se encontraron. Sus dedos se entrelazaron lentamente, dejando escapar pequeñas chispas de electricidad entre ellos. La pasión y la excitación crecían con cada contacto. Las escenas

Dra. Victoria, experta en penes

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El paciente nerviosamente ingresó a la consulta del consultorio médico. Había escuchado hablar de la Dra. Victoria, una reputada experta en la salud masculina, especialmente en el cuidado y el placer del pene. A medida que se sentaba en la sala de espera, su mente se llenaba de expectación y curiosidad. Finalmente, la puerta se abrió y apareció la Dra. Victoria, una mujer segura de sí misma y de aspecto profesional. Su mirada era intensa, lo que hizo que el paciente se sintiera inmediatamente cautivado por su presencia. Dra. Victoria: (sonriendo) Bienvenido. Soy la Dra. Victoria. Me han dicho que tienes algunas preocupaciones relacionadas con tu pene. Estoy aquí para ayudarte y brindarte la atención que necesitas. Paciente: (nervioso) Sí, doctora. He notado algunos cambios en mi erección y quiero asegurarme de que todo esté bien. La Dra. Victoria condujo al paciente a la sala de examen, donde comenzó una consulta detallada y minuciosa. Durante la evaluación, la doctora explicó cada pas

Esposa sometida, le hacen una paja en la cocina

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Ella, Katherine, se encuentra en la cocina preparando la cena mientras su esposo, David, la observa, borracho, con una mirada llena de deseo. Sin previo aviso, David se acerca sigilosamente a Katherine y la toma por sorpresa, empujándola suavemente contra la mesa. David: (con voz firme) Esta noche, mi amor, serás mía por completo. Te ataré a esta mesa y te enseñaré el verdadero significado de la sumisión y el placer. Katherine, sintiendo un escalofrío recorrer su cuerpo, se entrega a la excitante propuesta de David. Él toma unas cuerdas que tenía preparadas y las utiliza para atar las muñecas de Katherine a los extremos de la mesa, asegurándose de que esté cómoda y segura. David: (susurrando al oído de Katherine) Ahora, mi sumisa, eres completamente mía. Haré que experimentes sensaciones que nunca antes has sentido. David comienza a explorar el cuerpo de Katherine con sus manos, acariciando cada curva y deslizándose lentamente hacia sus zonas más sensibles. Katherine se estremece de pl

Lo até y lo masturbé

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Conocí a un tipo de 20 años, pajero como yo, y con ganas de ser pajeado; nunca lo había masturbado otro tipo, quería probar cosas nuevas. Quedamos en que yo iría a su casa, déjamos la cita para un sábado en la tarde,yo llevaba mis esposas y la cinta para amordazar. Él había leído mis relatos de masturbación y estuvo de acuerdo con ser esposado y amordazado, para él era una experiencia nueva y excitante. Nos sentamos un rato en la sala a hablar y ver porno, ya estábamos calentandonos,su erección estaba siendo notoria,aunque yo no me quedaba atrás. Le pedí que se quitara la camiseta,los zapatos y las medias,para que estuviera más cómodo, lo hizo aunque se notaba que estaba muy nervioso. Le puse las manos atrás y se las esposé y después lo amordacé con la cinta,después de eso le quité el pantalón. Su erección se notaba a través de la tela del boxer,no aguante y empecé a acariciar su pene por encima; él solo miraba pero se notaba que le gustaba. Le dije que podía gemir a través de la morda

Samantha, María Victoria, Ana y los pepinos

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  Ana se encontraba en su casa, sola y pensativa. Habían pasado varios días desde la última vez que vio a Samantha y María Victoria, y no había recibido ninguna llamada o mensaje de ellas. Se sentía mortificada, pensando que quizás había hecho algo mal o que habían perdido interés en ella. Repasó en su mente cada detalle de esa noche en el departamento de Samantha, sintiendo un calor intenso en su cuerpo al recordar las caricias y los besos que compartieron. Se preguntaba si todo había sido solo una aventura de una noche, y si las dos mujeres hermosas que la habían hecho sentir tan bien ahora la habían olvidado. De repente, sonó su teléfono y Ana se apresuró a tomarlo, esperando ver un mensaje de Samantha o María Victoria. Pero en su lugar, era solo una notificación de un juego que había descargado hacía unos días. Se sintió aún más triste y solitaria, y comenzó a preguntarse si alguna vez volvería a sentirse tan feliz y segura como lo hizo esa noche. Decidió distraerse un poco y encen

Maria Victoria y Julieta: Masturbacion en el cine

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  Fue una tarde de sábado cuando decidimos ir al cine juntas. Julieta y yo habíamos estado saliendo por un tiempo, y me encantaba pasar tiempo con ella. La película que íbamos a ver no era tan importante, lo importante era estar juntas. Cuando llegamos al cine, compramos nuestras entradas y nos dirigimos a la última fila. Nadie nos vio mientras nos sentábamos, y una vez que nos acomodamos, Julieta puso su brazo alrededor de mis hombros. Me sentí segura y cómoda en su abrazo. La película comenzó, pero no pude concentrarme en ella. Estaba más interesada en Julieta, y en cómo su cabello caía sobre sus hombros, o en cómo su piel parecía suave al tacto. Me sentía atraída por ella de una manera que no había experimentado antes. De repente, sentí su mano en mi muslo, y un escalofrío recorrió mi cuerpo. Sabía que lo que estaba haciendo era arriesgado, pero no pude resistirme. Lentamente, su mano comenzó a subir, acariciando mi piel y haciéndome sentir viva. Cada vez que sus dedos se acercaban

Estoy enamorada de mi jefa

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  Soy una mujer de 50 años que trabaja como mucama en la casa de una joven ginecóloga de 25 años. Desde que la conocí, estoy completamente enamorada de ella. Me encanta su cuerpo joven y suave, su risa contagiosa y su inteligencia. Pero nunca se lo he dicho. Al menos no con palabras. En cambio, me masturbo en secreto en el baño cuando ella no está en la casa. Me siento avergonzada y sucia por hacerlo, pero no puedo evitarlo. Necesito ese pequeño momento de placer para sentirme viva. Mientras me toco, imagino a mi jefa desnuda, acariciando su cuerpo como yo lo hago. Visualizo cómo sería estar con ella, tocándola y besándola. Me excita el solo pensamiento de estar con ella, pero sé que nunca podrá ser una realidad. Cuando termino, me siento sucia y avergonzada por lo que he hecho. Pero al mismo tiempo, me siento viva y excitada. No puedo evitar desear a mi jefa, pero tampoco puedo dejar que ella sepa cómo me siento. Es mejor dejarlo en mi mente, en mis fantasías, donde no puedo hacer dañ

Me siento tan caliente

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  No puedo resistirme más. Me siento tan caliente y necesito aliviar la tensión que siento dentro de mi cuerpo. Estoy en el trabajo y no puedo pensar en otra cosa más que en cómo me estoy muriendo por una polla. Pero, como eso no va a suceder pronto, tengo que encontrar otra forma de satisfacer mis necesidades. Me escabullí fuera de mi escritorio y fui al baño. Miré a mi alrededor para asegurarme de que no había nadie allí y cerré la puerta con llave. Me quité los pantalones y las bragas y comencé a deslizar mis dedos por allí. Cerré los ojos y empecé a imaginar a alguien tocándome todo el cuerpo. Me acaricié los pezones y sentí como se endurecían en mis dedos. Me incliné hacia atrás contra la pared y comencé a mover mi mano más rápido. Mis respiraciones se agitaron y comencé a gemir. Me imaginé que tenía una polla dentro de mí y empecé a follarme con los dedos. Lentamente al principio, luego más y más rápido. Mis piernas temblaron y me aferré a la pared para mantener el equilibrio. Ge

CAMILA - A LA FALTA DE MACHOS BUSCAMOS OPCIONES PARA SATISFACERME

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  egresando de un largo viaje de trabajo, esta vez no muy grato. Cansada y de mal humor, veo en la ruta un desvío a un pueblo donde ofrecían cabañas. Recorro 5 km y encuentro un pequeño pueblo con unas lindas cabañas. Logro que me alquilen 1 por ese fin de semana. Lejos de casa y el trabajo donde nadie pueda localizarme. Por lo visto, era un lugar de descanso en verano, pero ahora en invierno era un lugar totalmente desolado, solo habitados por unas muy pocas familias, prácticamente toda gente mayor. Esa noche duermo totalmente relajada toda la noche. Cuando me despierto, salgo a ver dónde desayunar, todo lejos. Tenía que volver a la ruta y llegar a un pueblo donde se compraba todo, en ese lugar no había nada. Un poco molesta voy al pueblo, desayuno en la estación de servicios. De ahí salgo a conocer el lugar, todo muy chico donde se encontraba lo básico. No fueron irrespetuosos pero se les notaba la desconfianza hacia los extraños. Me quedo hasta después de almorzar y regreso a la cab

El baño

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La puerta ladra su mala lubricación y junto al sonido de los pasos el cuchicheo extraño de las voces. Los mosaicos lucen una limpieza pocas veces creíble en estos lugares. La abundancia de papel higiénico y el cerrojo que calza con una precisión absoluta en la ranura, acusan un prestigio que desciende por el baño del restaurante hasta la atención impecable de los mozos. Dan ganas de quedarse una vida sacando e introduciendo el cañito de acero, al menos hasta que falsee o la presión sea tan fuerte que todo parezca volver a la normalidad. Los inodoros cargan encapuchados con sus respectivas tablas. Nechu con la pollera levantada y las rodillas tirando de la bombacha intenta hacer pis en posición de galope; sólo por costumbre y no porque el sitio realmente lo merezca. Cae el primer goteo y se interrumpe con la entrada blanda de las dos mujeres. Intuye que no hay una sola por el ruido desparejo del calzado pero tampoco está segura de que sean un par. Palanquea desde la vejiga siendo inútil

Hablando sola

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  No sé si tengo derecho a quejarme de mi desgracia, cuando tengo una familia, vivo en una gran casa, con dos buenos coches y todos los bienes materiales que se pueden tener. - Hola cariño. Ya estoy aquí. - Hola. Acaba de llegar el centro de mi infelicidad, mi marido. Habrá salido a sacar la basura, que es lo más importante que hace en todo el día. Es una pena, porque cuando me casé con él era un joven prometedor, con talento, iniciativa. Pero no sé por qué se quedó estancado. No, más bien cayó en picado. Desde su alto cargo en una empresa constructora fue bajando y bajando hasta un punto indigno. Lo dejó, y tras varios trabajos temporales y de poca importancia, acabó de vigilante de seguridad. Pero un camión se cruzó en su camino, o más bien él se cruzó en el camino del camión que le produjo una compleja lesión de rodilla además de fracturas de tibia y fémur. Aunque también le reportó mucho dinero de indemnización por su invalidez. Así que ahí encontró el momento, con 49 años, de deja

Mi mujer y el consolador negro

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  Compre un enorme consolador negro en un Sex Shop y al llegar a casa tuve con mi mujer le mejor noche de sexo en mucho tiempo. Era habitual, desde ya hacia muchos meses, que de vez en cuando apareciera en casa con una sorpresa para mi mujer. Dando vueltas por el Sex Shop, se me venia a los labios una sonrisa al recordar la primera vez que se me ocurrió comprarle un juguete a Laura, y el nerviosismo que me asaltaba camino de nuestro domicilio, sin saber si esa noche me esperaba un gran polvo, o una bronca por parte de ella. Tras varios años de casados, la mutua masturbación era uno de nuestros pasatiempos favoritos. Los dos habíamos aprendido a recorrer el cuerpo de nuestra pareja por los rincones más placenteros que puedan imaginarse, buscando cada día, orgasmos más profundos y prolongados. Ahora, en aquella tienda repleta de objetos para el placer del centro de la ciudad, veía claramente en mis pensamientos, los ojos de lujuria y deseo que Laura puso cuando se quedo mirando, inmóvil,