La pensión

Estudié en la capital con los sacrificios de un provinciano de modestos recursos y hoy recuerdo el tiempo en que vivía en una pensión de la Estación Central. Su dueña era una sesentona separada, sin hijos, de cuerpo ajamonado y de unas tetas y un culo descomunales. No tenía cintura y su pelo era canoso y crespo. Le gustaba maquillarse exageradamente y a veces parecía payaso o una puta barata. Los pensionistas éramos 4 y como único varón, me dio la pieza sin ventana del fondo. Para estudiar tenía que usar ampolleta lo que me trajo problemas con la dueña, hasta que ocurrió lo que cuento.Las tensiones de los estudios las aliviaba masturbándome con unos Playboy que mantenía ocultos. Pero una noche que estaba en lo mejor, la vieja abrió la puerta y no alcancé mas que a taparme con la almohada. Y me dijo, ¡Cuando encontré las revistas, supe que estaba haciendo eso! ¿No sabe que lo debilita y después no podrá estudiar? Salido del susto, le conté por qué lo hacía y entonces me dijo que m...