Juan, mi secretario y esclavo sexual 4
Vanesa, con voz firme y seductora, le pide a Juan que se quede a hacer horas extras después de hora. "Juan, necesito que te quedes un poco más", le digo con una sonrisa juguetona. "Hay algunos asuntos pendientes que debemos resolver y me encantaría que estuvieras aquí a mi lado". Juan asiente con sumisión, consciente de la dinámica que hemos creado entre nosotros. Él sabe que, aunque las horas de trabajo han terminado oficialmente, nuestra conexión trasciende los límites laborales. El juego de poder y deseo se intensifica cuando estamos solos, alejados de las miradas indiscretas. El ambiente en la oficina cambia sutilmente a medida que los demás empleados se retiran. La atmósfera se carga de electricidad y complicidad. Las luces tenues y el silencio solo aumentan la tensión entre nosotros. Observo cómo Juan se acerca lentamente hacia mi escritorio, sus ojos fijos en los míos, expectantes y llenos de anticipación. Me inclino hacia atrás en mi silla, dejando que mi