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Atada en vacaciones

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  Hola a todos, mi nombre es Lucia y la historia que les voy a contar es 100% verdadera. Antes de empezar con mi relato quiero, decirles que soy alta, rubia, delgada, pechos grandes, soy sexy y tengo unas lindas piernas, soy toda una hermosa mujer, ya que trabajo en un table dance y ahí soy conocida como la diosa, soy mexicana y tengo 29 años. Bueno, como les dije trabajo en un table dance, y me dijieron que me tomara unas vacaciones ( 2 semanas ), después me fui a mi apartamento y empeze a preparar una maleta para disfrutar mis vacaciones a mi rancho, prepare la camioneta y al tener todo listo, me fui y llegue como en unas 4 horas. Siempre voy los fines de semana, porque lo que mas me gusta de mi rancho es que detrás de el, hay un grandisimo bosque y me gusta pasear tomar video, tomar fotografias y hacer muchas cosas. Una vez que llegue al rancho desempaque y me prepare algo de comer, como eso de las 2:00 P.M., decidi ir a caminar por el bosque, y me fui con una minifalda de color neg

La maestra dormida (Capí­tulo 2)

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  El protagonista secuestra a una mujer durmiéndola con cloroformo. Mientras ella duerme, él se aprovecha para abusar sexualmente de ella. Me pasé lo que quedaba de la tarde refaccionando el jardín, por lo que al caer el sol estaba completamente sucio de tierra y sudor. Fui derecho a la cocina a comer algo, y mientras disfrutaba de mi cena escuché unos ruidos en la pieza. Me levante y me dirigí a donde había dejado a mi bella durmiente, que ahora ya estaba despierta y forcejeando con sus ataduras. La pobre, desnuda, boca arriba sobre la cama, intentaba librarse de las sogas que la sujetaban de pies y manos a las cuatro esquinas de la cama. Cuando me acerqué a ella se quedó inmóvil, sin duda desconcertada al escuchar mis pasos, puesto que no podía verme por la venda que tenía puesta en los ojos, ni hablarme por la mordaza que le había puesto. Tomé el frasco de cloroformo que había dejado en la mesita de luz, y empapé un trapo que llevaba en el bolsillo. Cuando se lo apoyé con firmeza en

La maestra dormida (Capí­tulo 1)

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  El protagonista secuestra a una amujer durmiéndola con cloroformo. Mientras ella duerme, él se aprovecha para abusar sexualmente de ella. Ese día iba conduciendo mi auto por una ruta del norte argentino, apurado por llegar a la casa que me había prestado un amigo para que se la cuidara durante el verano y le hiciera ciertos arreglos de refacción en algunas habitaciones y el jardín. Yo ya conocía ese chalet alejado, con vista a hermosos paisajes serranos, y ansiaba llegar para descansar un poco de tan largo viaje. Tenía en mis planes también poner en práctica una idea que se me había ocurrido hacía tiempo y que ahora, tal vez, pudiera concretarla. Para ello sólo me estaba haciendo falta una mujer, pero en todo el viaje no había podido encontrar una que me pareciera adecuada. Fue entonces cuando, casi llegando al punto donde debía desviarme de la ruta principal, para tomar por un camino de tierra que me condujera a mi destino, encontré a una mujer haciendo dedo en el costado de la ruta

Toma de rehenes (Capí­tulo 4)

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  Ultima orgía familiar, esta vez en la pileta. Me desperté en medio de la noche, extrañado, sin reconocer el lugar en donde estaba. Sentí los dos cuerpos calientes y transpirados (hacía calor) a mis lados. Entonces recordé. Me acomodé boca arriba en la cama y con mis manos recorrí los cuerpos de esas mujeres desnudas. A mi derecha estaba la dueña de casa, y a mi izquierda, su hija. Unos metros más allá, atado a una silla, el hombre del hogar, aquel al que yo había obligado a cogerse a su hija. Acomodé a esas mujeres, puse a la joven mujercita boca abajo, y a su madre boca arriba. Mientras mi mano izquierda acariciaba las nalgas firmes de la muchacha, y cada tanto un dedo se deslizaba hasta la entrada de su ano, la mano derecha separaba los labios vaginales de la madura pero hermosa dama que el día anterior yo había violado de todas las formas imaginables. Disfruté un rato de esta posición, mientras intentaba conciliar el sueño, pues mi deseo era dormir bien para estar descansado al dí

Toma de rehenes (Capí­tulo 3)

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  En este tercer capítulo el protagonista somete a toda la familia a una orgía de violaciones, en la que obliga a sus integrantes a mantener relaciones incestuosas entre ellos. Esperé durante horas en la planta baja. Había dejado a las dos mujeres arriba, madre e hija desnudas, atadas y amordazadas. Ahora sólo debía esperar a que llegara el dinero, mientras descansaba y me reponía de tanta actividad sexual. Al caer la noche llegó un auto. Yo me escondí tras la puerta de entrada y esperé a que el hombre ingresara a la casa. La puerta se abrió y el tipo entró llevando la valija con el dinero en la mano, y anunciando su llegada a su esposa y su hija para que fueran a recibirlo. Inmediatamente lo apunté a la cabeza con mi revolver y lo reduje. Un rato mas tarde ya estaba atado y amordazado. Lo senté en uno de los sillones, tomé el maletín y lo abrí sobre la mesa. Estaba lleno de dólares. Había allí una fortuna; el plan, aunque con algunas demoras bastante placenteras, había sido un éxito.

Toma de rehenes (Capí­tulo 2)

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  El protagonista de la historia entra a una casa a robar, toma de rehenes a una mujer y a su hija. Después de violar a la madre,se dedica a la joven, y la obliga a mantener relaciones incestuosas con su madre. Era recién pasado el mediodía, por lo que sabía que aún tenía tiempo de sobra hasta que llegara el padre con el dinero. Mientras comía algo me senté delante de la chica para observarla atentamente. Como he dicho, tenía puesto un bikini diminuto color naranja, y estaba atada en una de las sillas del living, en la planta baja. Su madre, a quien acababa de violar, estaba atada desnuda sobre la cama en la planta alta. Estaba seguro de que si la empezaba a tocar gritaría, y si bien eso era un problema ya que nadie mas que su madre podría escucharla, preferí que no lo hiciera, por lo que antes que nada la amordacé con la cinta con que la tenía maniatada. Le acaricié las piernas, que eran bastante largas y muy suaves, mientras ella intentaba resistirse, pero… que diablos, estaba atada,

Toma de rehenes (Capí­tulo 1)

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  El protagonista de la historia entra a una casa a robar, toma de rehenes a una mujer y a su hija. En esta primera parte abusa sexualmente de la madre. Esto que voy a narrarles es una historia ficticia, que transcurre en un barrio cerrado en la Argentina, como los hay a montones aquí en las afueras de las grandes ciudades, lindando con el campo. Jamás ocurrió y sinceramente espero que jamás le ocurra a nadie, la violación es para mí una fantasía que practico con mi pareja sin hacernos daño de ningún tipo, y nunca sería capaz de llevar a cabo lo que narro, porque nunca sería capaz de atentar contra la libertad individual de nadie, y me encantaría que nadie lo hiciera. Yo tenía el dato, obtenido de muy buena fuente, de que cierto día en una casa de familia, en un barrio privado, habría una suma muy grande de dinero; este dato me lo dio una persona muy allegada a esta familia, a cambio de una parte del botín que yo me encargaría de robar. Esta suma de dinero la extraerían del banco el sá

Trí­o en el sur (Capí­tulo 2)

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  En la patagonia cordillerana argentina, el auto de una turista se descompone. Ella recibe la hospitalidad de un joven matrimonio de la zona, pero no imaginaba que sus rescatadores pretendían cobrarse con su cuerpo. En este capítulo, la violación continúa Lorena continuó pasándole la lengua a Sandra por los labios y la cara, limpiando todo el semen que Renzo, su marido, no había derramado dentro de la boca de su infortunada huesped. Luego se sentó sobre la alfombra y separó las piernas, dejando a la vista una concha prolijamente afeitada, que sólo tenía un mechón de pelitos rubios en el pubis, y acariciando con firmeza la nuca de Sandra, la hizo acercar su rostro hasta su entrepierna. Nunca, jamás, Sandra había estado tan cerca de la concha de otra mujer. Y nunca había sentido deseos de estarlo, pero a pesar de estar siendo violada por ese matrimonio de desquiciados que le habían ofrecido refugio en esa fría noche sureña, su exitación no cesaba. Había llegado al orgasmo hacía tan solo

Trí­o en el sur (Capí­tulo 1)

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  En la patagonia cordillerana argentina, el auto de una turista se descompone. Ella recibe la hospitalidad de un joven matrimonio de la zona, pero no imaginaba que sus rescatadores pretendían cobrarse con su cuerpo. Solo se escuchaban los pájaros en el frío atardecer sureño. Lorena regresaba del pueblo, el colectivo la había dejado en la parada de la ruta más cercana a su casa, y aún debería caminar unos cinco kilómetros por camino de ripio para llegar al abrigo de su hogar. Renzo, su marido, no había podido acompañarla. Se habían dado cuenta de que estaban escasos de leña y él decidió hachar un poco más antes de que llegaran las primeras nevadas, que ese año estaban resultando tardías. A mitad de camino Lorena encontró un auto detenido y una mujer en su interior intentando infructuosamente hacerlo arrancar. Se acercó y la mujer abrió la puerta del auto. Era una hermosa mujer de unos 27 años, de largo pelo negro y tez muy blanca, estatura mediana y rasgos agradables. Tenía algo que a

La gorda

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  Era un golpe fácil, dos hombres armados contra una mujer, solo debíamos entrar a la casa y robar todo lo que hubiera de valor. Hasta pensábamos entrar con la camioneta hasta el interior del parque, ya que en una casa de las afueras, como lo era esta, nadie vería nada, y podríamos desvalijar la casa sin problemas. Los perros no eran un inconveniente, esa misma tarde les habíamos tirado unos trozos de carne envenenada y ya hacía rato que no los escuchábamos ladrar. Juanjo, mi compañero, y yo, Raúl, espiábamos los movimientos de la casa. Por las luces, sospechábamos que esa mujer, una gordita de unos 45 años, estaría viendo la televisión antes de irse a dormir. Trepamos el tapial y nos dirigimos sigilosamente hasta la casa. Todas las puertas y ventanas estaban cerradas, eso ya lo teníamos en cuenta, pero sabíamos de una ventana que estaba rota, ya que un amigo nuestro, el que nos paso el dato para este golpe, había venido a presupuestar el arreglo. Era la única ventana que, debido al ar

Los ojos que me robaron el alma

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  Era la primer clase en la Universidad… y fue ahi cuando la vió… con una sonrisa resplandesciente y un brillo especial en sus ojos dennotaba su alegría de estar en la Universidad… para él fue un destello de luz en su vida, no porque aquella chica le causara un profundo amor, sino porque la vio como el mejor objeto que haya podido desear, aunque ella ni siquiera se percatara de su presencia en aquel grupo tan heterogeneo. Paso el tiempo y él, un chico de nombre Diego, empezo a mostrarse en el grupo tal cual era, un completo Casanova sin remedio, un seductor cazador de chicas pero ella de nombre Ana, seguia sin hacerle el menor caso, ella seguia completamente ajena a él, con sus amigas y su propio mundo, tan lejano para Diego, que por su parte, empezó con su primera victima, una chica de nombre Lucero a quien enamoro perdidamente y luego mandó a pasear sin el menor miramiento, acabó el primer curso y Diego solo consiguio de Ana una insípida conversacion sobre cabellos (dado que él tenia