Samantha necesita masajes

Samantha se tumbó en la camilla de masajes y se relajó, dejando que María comenzara a trabajar en sus músculos tensos. María tenía manos mágicas y Samantha sentía que su cuerpo se derretía bajo su toque experto. Mientras María masajeaba su espalda, Samantha se dio cuenta de que su mente comenzaba a divagar, pensando en las formas en que podría devolverle el favor a María. Recordó sus preferencias y se preguntó si se atrevería a probar algo nuevo con ella. María, ajena a los pensamientos de Samantha, siguió masajeando su cuerpo con movimientos suaves y rítmicos, asegurándose de trabajar cada músculo con cuidado. Samantha se estremeció levemente cuando María alcanzó un punto sensible en su espalda, y por un momento se olvidó de todo excepto de la sensación placentera. Sin embargo, cuando María se movió hacia sus piernas, Samantha comenzó a sentirse ansiosa por probar algo nuevo. Respirando profundamente para calmarse, se decidió a tomar la iniciativa y le susurró a María al oído: &quo