Samantha necesita masajes



Samantha se tumbó en la camilla de masajes y se relajó, dejando que María comenzara a trabajar en sus músculos tensos. María tenía manos mágicas y Samantha sentía que su cuerpo se derretía bajo su toque experto. 

Mientras María masajeaba su espalda, Samantha se dio cuenta de que su mente comenzaba a divagar, pensando en las formas en que podría devolverle el favor a María. Recordó sus preferencias y se preguntó si se atrevería a probar algo nuevo con ella. 

María, ajena a los pensamientos de Samantha, siguió masajeando su cuerpo con movimientos suaves y rítmicos, asegurándose de trabajar cada músculo con cuidado. Samantha se estremeció levemente cuando María alcanzó un punto sensible en su espalda, y por un momento se olvidó de todo excepto de la sensación placentera. 

Sin embargo, cuando María se movió hacia sus piernas, Samantha comenzó a sentirse ansiosa por probar algo nuevo. Respirando profundamente para calmarse, se decidió a tomar la iniciativa y le susurró a María al oído: "¿Podrías masajear un poco más abajo?" 

María asintió sin decir nada y se movió hacia el área de la pelvis de Samantha. Con movimientos lentos y sensuales, comenzó a trabajar en los músculos de la zona, sintiendo cómo la excitación de Samantha crecía con cada toque. Samantha comenzó a mover sus caderas al ritmo del masaje, deseando que María continuara y explorara aún más. 

Con un poco más de confianza, Samantha decidió ir un paso más allá y le pidió a María que se atreviera a ir más profundo. María asintió, sabiendo exactamente lo que Samantha quería y comenzó a explorar con cuidado su entrada trasera, sintiendo cómo Samantha respondía con gemidos de placer y movimientos cada vez más intensos. 

María continuó masajeando a Samantha, prestando especial atención a su zona anal y haciendo que la excitación de Samantha llegara a niveles inimaginables. Con movimientos sensuales y precisos, logró llevarla al borde del clímax, y justo en el momento adecuado, detuvo sus movimientos, dejando a Samantha jadeando y deseando más.

"¿Cómo te sientes, Samantha?", preguntó María con una sonrisa seductora mientras continuaba masajeando su cuerpo.

"¡Fantástica! ¡Nunca había experimentado algo así antes!", respondió Samantha con una sonrisa de satisfacción en su rostro.

María se sintió satisfecha al saber que había cumplido las expectativas de Samantha, y decidió llevar las cosas un poco más lejos, comenzando a masajear su clítoris con movimientos circulares. Samantha gimió de placer, sintiendo cómo su cuerpo se estremecía de nuevo ante los toques expertos de María.

La excitación de Samantha se elevó a un nuevo nivel, y con un fuerte gemido de placer, llegó al clímax, dejándose caer sobre la camilla mientras María la sostenía suavemente.

"¡Eso fue increíble!", exclamó Samantha, todavía jadeando por el placer. "¡Eres una experta en lo que haces, María!"

María sonrió, sintiéndose complacida por haber brindado a Samantha una experiencia tan placentera. "Me alegro de que hayas disfrutado, Samantha. Siempre es un placer ayudar a nuestros clientes a relajarse y sentirse bien".

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