Las bragas usadas de Valeria
Valeria me miró con asombro mientras yo intentaba explicarle mi extraña afición por el olor de su ropa interior. "No te preocupes, Pedro", dijo ella con una sonrisa, "todos tenemos nuestras cosas raras. Si eso te gusta, no hay nada de malo en ello". Sentí un gran alivio al oírla decir eso. No quería que ella pensara que era un pervertido o algo así. Pero lo que vino después me dejó completamente sorprendido. "De hecho, me parece una idea interesante", continuó Valeria. "¿Por qué no pruebas con mis braguitas la próxima vez que vengas a la playa? Seguro que estarán bien sudadas y te gustará el olor". No podía creer lo que estaba escuchando. ¿Realmente me estaba ofreciendo sus braguitas para que yo las oliera? Pero Valeria parecía tan sincera y dispuesta a complacerme que decidí aceptar su oferta. La semana siguiente, cuando nos encontramos en la playa, Valeria me entregó un paquete con varias de sus braguitas. Apenas podía contener mi emoción al