María comienza a dar masajes
El cliente llegó a casa de María puntualmente para su masaje privado, y ella lo recibió con una sonrisa cálida. Lo llevó a la sala de masajes, donde había preparado todo para su sesión.
"Por favor, siéntete cómodo y acuéstate en la camilla", le dijo María con una voz suave y seductora.
El hombre se desnudó y se acostó en la camilla, cubriendo su cuerpo con una toalla. María comenzó a masajear suavemente su espalda, deslizando sus manos suavemente por la piel del hombre.
"Te voy a dar un masaje más intenso esta vez", dijo María mientras trabajaba en su espalda. "Quiero que te sientas completamente relajado".
El hombre asintió con la cabeza, disfrutando del cálido y suave toque de María. Ella continuó masajeando su espalda, aplicando más presión y concentrándose en los músculos tensos. El hombre comenzó a suspirar de placer y relajación.
Luego, María se movió hacia las piernas del hombre y comenzó a masajear sus muslos. Fue entonces cuando notó que el hombre se había excitado, y sintió cómo su propio cuerpo comenzaba a responder a su excitación.
Pero María se mantuvo profesional, continuando con el masaje mientras el hombre respiraba cada vez más profundamente y su pene se endurecía. Finalmente le pidio que se puseira boca arriba, y cuando su cliente lo hizo, su pene erecto quedo totalmente expuesto.
María se inclino y comenzó a lamer sus testículos, mientras su pene se ponía cada vez más duro en su mano. El hombre gemía de placer y le acariciaba el pelo, animándola a seguir.
María continuó lamiendo y acariciando los testículos de su pareja, sintiendo cómo su propia excitación crecía a medida que el hombre se retorcía de placer. Luego, se levantó para mirar a su cliente directamente a los ojos, su cabello cayendo en cascada sobre sus hombros desnudos.
María sintió el cuerpo del hombre tensarse y temblar antes de que finalmente alcanzara el clímax, soltando un fuerte gemido de satisfacción. María se abrazó a él, sintiendo el calor y el sudor en sus cuerpos, mientras el hombre recuperaba el aliento. Entonces, con una sonrisa satisfecha, María tomó su semen con deleite, disfrutando del sabor salado y suave en su boca antes de tragarlo con un suspiro de satisfacción.
El hombre la miró con adoración y gratitud, diciéndole lo increíble que había sido todo. María sonrió, sintiéndose feliz por haberle dado tanto placer, y lo besó suavemente antes de volver a abrazarlo. "Esto es solo el comienzo", susurró con una sonrisa traviesa. "Tenemos muchas más aventuras por descubrir juntos". El hombre se rió y la besó con pasión, ansioso por explorar todo lo que el futuro les tenía reservado.
Comentarios
Publicar un comentario