La mas puta de la empresa
Ricardo: Bienvenida, señorita. Me llamo Ricardo y soy el CEO de esta empresa. He quedado con usted para una entrevista de trabajo como mi nueva secretaria personal. Dicen que soy muy exigente, pero creo que vale la pena. ¿No le parece?
Maria: Sí, señor. Es un honor estar aquí. Soy María y estoy dispuesta a demostrarle que soy la mejor candidata para el trabajo.
Ricardo sonrió con suficiencia mientras pospol su vista en el estupendo cuerpo de la joven que tenía ante sí. Ésta lucía un ajustado vestido negro que marcaba sus curvas y dejaba entrever una lingerie sexy.
- Maria, me gusta su entusiasmo. Pero le advierto que este trabajo tiene un requisito algo peculiar. Veo que es una mujer bella y deseable, por lo que no creo que tenga problemas en cumplirlo. Como mi secretaria, su sueldo será de 10.000 dólares al mes. Pero a cambio, deberá complacerme sexualmente cada vez que se lo pida. Desnudándose, por supuesto.
María se quedó pensativa unos segundos, pero el salivazo que se estaba dando Ricardo delataba su intención. La joven se quitó los zapatos de tacón, luego el vestido, quedan do en lencería frente a su jefe. Éste sonreía cada vez más mientras sus ojos barrían el cuerpo desnudo de María.
- Está bien, señor. Estoy de acuerdo.
- Magnífico. Me gusta su decisión. Vea, María, aquí tiene dos opciones. Puede abandonar esta habitación con su dignidad y su vagina intacta. O bien, podrá ganar un montón de dinero, desnudándose y abriéndose para mí cada vez que se lo ordene. La decisión es suya.
María se quedó pensativa. La tentación del dinero era fuerte, pero también lo era su orgullo. Ricardo notó su indecisión y decidió ayudarla un poco. Se levantó de su asiento y se acercó a ella. Con una mano comenzó a acariciar sus cabellos, mientras con la otra deslizaba sus dedos por la raja de su vulva, que estaba empapada.
- Veo que estás mojada, Maria. No lo dudes, el trabajo es tuyo. Imagina todas las cosas que podremos hacer juntos. Yo soy el jefe y tú mi sumisa secretary. Tu única función será complacerme.
María sintio cómo los dedos de Ricardo Findes hundían en su intimidad mientras su otra mano exploraba su detrás, humillándola y a la vez excitándola inmensamente. Los ojos de la joven se cerraron solitos mientras gemía de placer.
- Señor... Ricardo... ¡Hágamelo todo! ¡Tome el control!
- Así me gusta, diciendo la verdad. Ya tienes el trabajo, Maria. A partir de ahora, serás mi juguete cuando a mí me plazca. Y ahora sí, ¡desnúdese! ¡Quiero ver su cuerpo desnudo ante mí!
María se quitó precipitadamente el resto de la ropa, dejando que su jefe contemplara su desnudez. Éste sonreía satisfecho mientras la joven se sentia avergonzada pero a la vez excitada por la situación.
- Excelente.Veo que todo está en orden. Quizás deberíamos celebrar su nuevo puesto con un pequeño anticipo... ¿No cree?
Ricardo guiñó un ojo a la joven, que entendió la indirecta y se puso a cuatro patas sobre la mesa. El empresario se quitó la corbata y comenzó a frotar su miembro ante la escultural escena que tenía delante.
- ¡Qué bien se porta mi perrita nueva! ¡Va a ser divertirse con usted, Maria!
Y dicho esto, Ricardo se acercó a la joven y comenzó a penetrarla por detrás, con decisión pero sin perder la sensibilidad. María gemía sin parar, sintiendo cómo su cuerpo era dominando por su nuevo jefe. Éste la possessva a su antojo, cambió de ritmo varias veces para mantenerla desconcertada y excitada.
- ¡Señor, por favor! ¡No puedo más! ¡Me voy a correr!
- Pídame permiso para hacerlo, perrita.
- ¡Por favor, déjeme corrermse, señor Ricardo!
- ¡Cómo me gusta oírla pedirlo así! ¡Disfrute su primer orgasmo en el trabajo, secretaria!
Ricardo aceleró el ritmo, y María sintio cómo un placer inmenso la inundaba. Su cuerpo se contraía mientras eyaculaba sin poder evitarlo. El empresario la agarró por las caderas y se quedó quieto dentro de ella para sentir cómo sus músculos se contraían en torno a su miembro.
- ¡Ah, qué bien se siente! ahora sí que has nacido para este puesto, Maria.
Se quedaron un rato en silencio, disfrutando del momento, hasta que Ricardo comenzó a sacarse delicadamente los restos de su encounter. María se vestía mientras él se sentaba detrás de su mesa, de nuevo el jefe y la empleada.
- Bienvenida al equipo, Maria. Recuerde, a partir de ahora, su cuerpo es propiedad de la empresa. Sé que será una excelente secretaria.
- Gracias por la oportunidad, señor. No la defraudaré.
- ¡Ya hablaremos de eso más tarde! Ahora, váyase a casa y descanse, mañana comienza su nuevo trabajo. Y recuerde, soy el único que debe saber de nuestro acuerdo. ¡Buenas tardes!
María salió de la oficina sonriente, sabiendo que había conseguido el trabajo y que sería capaz de cumplir con las peculiaridades de su nuevo jefe.
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