Perdiendo a mi novia 4



La semana siguiente fue una locura. Luca tenía una sorpresa preparada para mí, y yo notaba cómo Claudia estaba al tanto de algo grande.


Me llevaron a casa de Luca, y la curiosidad me comía por dentro. Notaba sus risitas cómplices mientras caminábamos, y mi imaginación volaba sin freno.


Me sentaron en un sillón. Claudia, sonriéndome con malicia, se fue a cambiar y volvio vestida con un body negro ajustado que resaltaba sus curvas peligrosamente. Luca, por su parte, tenía una expresión dominante en el rostro.


Me dijo que había sido una buena chica y que había decidido recompensarme por mi sumisión. Quería que notara cuánto había disfrutado teniéndome a su merced, y que tenía algo especial preparado para mí.


Me miró de arriba abajo con sorna y comenzó a reírse. Dijo que era hora de que conociera a la verdadera mujer de la casa, y que yo sería su esclava por un día.


Claudia se acercó y me besó con lujo de detalles. Su lengua juguetona me hacía gemir, mientras sus manos expertas se adentraban en mi pantalón.


Luca se unió al beso y me susurró al oído que sería su juguete esa noche. Me pidió que le llamara "Señor Luca" y que demostrara ser un buen sumiso.


Notando cómo mi cara se sonrojaba, Claudia rió con ganas y me dijo que ya había comenzado. Me quitaron la ropa con cuidado, y yo notaba cómo mis mejillas ardían de vergüenza.


Luca se acercó con una cesta de belleza y un montón de productos. Me depilaron el pecho y las piernas, y yo sintiera cómo el vello caía por doquier.


Claudia eligió un conjunto de lencería color rosa claro, con encajes y transparencias que dejaban poco a la imaginación. Luca me ayudó a ponérmelo, y notaba su respiración en mi cuello mientras sus dedos tocaban mi piel.


Se quitó la ropa y vestía solo con un tanga y un sujetador negro, que resaltaba sus ojos dominante. Se quitó el sujetador y me ordenó que le chupara los pechos, mientras se tocaba el sexo con lujuria.


 Yo estaba a sus órdenes, así que obedecí con cuidado. Notaba su sabor dulce en mi boca, mientras sus manos me peinaban y ponían una peluca rubia que contrastaba con mi piel morena.


Luca se sentó en el sofá y me invitó a ser su mesa. Me puse de rodillas ante él, mientras Claudia se tumbaba para observa el espectáculo.


Me dijo que abriría mi culo con un consolador, y que yo disfrutaría como una buena puta. Sentí el juguete dentro de mí, y su punta dilataba mi entrada con cada movimiento.


Claudia comenzó a masturbarse con ganas, observando cómo Luca me trataba como a su esclava. Me llamaba puta y zorra mientras me besaba el cuello, y yo gemía de placer y vergüenza a partes iguales.


Notaba cómo mi miembro respondía a la situación, y Luca se dio cuenta de inmediato. Me ordenó que se lo chupara a él, y yo obedeci con ganas, saboreando su miembro duro como el acero.


Claudia reach su clímax y se corrió con fuerza, reprimiendo un grito de placer. Luca me dijo que hiciera lo mismo, y yo me masturbé con prisa, sintiendo cómo se acercaba el orgasmo.


Me ordenaron que me tumbara y abrí las piernas. Luca se colocó detrás y comenzó a penetrerme con fuerza, mientras Claudia me tocaba el pecho depilado.


Las sensaciones eran demasiado intensas, y yo no podía evitar jadear y gemir. Luca me dominaba con sus embestidas, y sus insultos hacían que mi excitación creciera.


Claudia se echó sobre mí y comenzó a besarme con lujuria. Me llamaba "perra sumisa" y yo lagrimaba de placer y humillación a la vez.


Luca se corrió en mi interior, y yo sentí un calidez que me invadía por momentos. Claudia se echó a reír con malicia, y me alentó a que lamiera el semen de su amigo.


Lo hice con ganas, saboreando cada gota que salía de Luca. Claudia me felicitó y me dijo que había sido un buen juguete, antes de besarme con fuerza.


Los tres nos tumbamos en el sofá, exhaustos pero satisfechos. Luca se rió y dijo que deberíamos organizar más veladas así, y Claudia asintió con la cabeza sonriente.


Yo quedaba a merced de sus deseos, un simple juguete en sus manos expertas. La vergüenza me invadía, pero el placer había sido sobrecogedor.


Claudia me besó la frente y dijo que sería una buena zorra, y que debía estar lista para la próxima vez. Luca asintió, y yo comprendí que mi vida había cambiado para siempre."



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