Adicta al semen



Me considero una experta degustando esa leche blanca que libera un hombre al eyacular. Fue mi primer novio quien tuvo el gusto de verme tragar su leche, y desde entonces desarrollé una adicción que no puedo controlar.


Recuerdo que era un día lluvioso en el que quedamos en su casa, fingiendo estar enfermos para tenerla para nosotros solos. Chaves una película antigua que no decía nada interesante, y en un momento de aburrimiento, él se acercó a mí con una sonrisa pícara.


Me besó el cuello y comenzó a bajarse los pantalones. Yo sabía lo que iba a pasar, así que me acerqué ansiosa a su miembro ya erecto.


Le chupé con ganas, saboreando ese sabor salado que tanto me gustaba. Le lami la punta para degustar las primeras gotas, sintiendo cómo se ponía duro con mi boca.


Se sentó en el sofá y yo me puse a cuatro patas sobre él. Me besaba el cuello y las orejas mientras yo movía mis caderas con ganas, wanting esa carga caliente en mi boca.


Empezó a correrse con fuerza, y yo abrí bien la boca para recibir su semen con deleite. Tragué cada gota, sintiendo cómo caía por mi garganta y me calentaba por dentro.


Desde entonces, probé la leche de muchos hombres, y tengo que decir que algunos saben mejor que otros. He desarrollado una especie de paladar expert para distinguishing las notas saladas de cada uno de ellos.


Incluso he creado un ranking de sabores, y siempre estoy dispuesta a probar nuevos candidatos que se unan a mi lista.


Soy como un vino fino, que se saborea y disfruta con calma, degustando cada matiz que deja en mi paladar.


Algunos me han llamado guarra o enferma por mi gusto particular, pero yo sé que no es algo que se pueda controlar. Soy una adicta al semen, y estoy orgullosa de ello.


Ahora salgo con Carlos, un chico algo tímido pero con un sabor excelente. Su leche es dulce y densa, con un retrogusto amargo que me fascina.


Sabe que soy una aficionado a la materia, y le excita todavía más que disfrute con su eyaculación. A veces me sorprende con un bocado en la boca, y otras me lo ofrece en un plato, como si fuera una delicatessen.


Anoche prou un récord. Carlos me invitó a una cena romántica en casa, y tras un postre delicioso, me llevó hasta el dormitorio y me mostró un plato blanco con algo blanch y espeso.


Era su semen, guardado expresamente para mí. Me sentí halagada y algo enfermiza, pero la curiosidad pudo conmigo. Lo olí primero, con un aroma fuerte y masculino, y después me lo llevé a la boca.


Era delicioso, con un toque picante que me hizo sonreír. Carlos se tumbó en la cama, observándome mientras saboreaba su esencia. Me besó con lujuria, y notaba su excitación aumentar.


Le devolví el beso con pasión, y bajé mis manos hasta su pantalón, sintiendo su miembro duro contra mis dedos. Le saqué del pantalón y comencé a masturbarle con fuerza, mientras él me acariciaba las tetas con ganas.


No tardó en correrse en mis manos, y yo lo guardé todo en mi boca, saboreándolo con deleite. Carlos jadeaba y me miraba con ojos entrecerrados, gustoso por la actuación.


Después de aquello, tuve que ir al baño a lavarme los dientes, porque a Carlos no le gusta besarme si tengo gusto a leche en mi boca, pero me sentí satisfecha y feliz por satisfacer mi peculiar adicción.



Comentarios

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

La Culona Vianey (Testigo de Jehova, Joven Casada Infiel)

Mi mejor amigo embarazo a mi mamá

Mi Primer Experiencia Pegging