Un hombre traga su propio semen

 



Marcos había tenido un día duro en el trabajo, así que al llegar a casa decidió relajarse un rato antes de ducharse y preparar la cena. Se sentó en el sofá, encendió la televisión y comenzó a desabrocharse la camisa, con la intención de disfruten de un momento de relax.


Pero su pensamiento cayó en una revista erótica que había dejado en un cajon. Era una vieja revista, pero nunca le había prestado demasiada atención. Aquel día, algo en su cerebro le incitaba cogerla y hojear sus páginas.


Las imágenes de mujeres desnudas y las posiciones sugerentes le excitaaban más de lo esperado. Se sintó un poco culpable, pero a la vez atraído por aquello. Era como descubrir un mundo nuevo y prohibido.


Se quitó los pantalones y quedó en calzoncillos, sintiendo cómo su miembro comenzaba a crecer bajo la tela. Abrió la revista por una imagen especialmente provocativa, una mujer en cuclillas con las manos atadas y la boca tapada.


Marcos comenzó a masturbarse con fuerza, gozando del toque de la seda de su ropa interior. Imaginó ser el protagonista de aquella escena, teniendo a aquella mujer a su merced.


La excitación aumentaba con cada mirada a la imagen, y sintiendo cómo su pene se ponía cada vez más duro. Eachas unas manos expertas, comenzó a tocarse el culo, abriéndose el agujero con un dedo mientras se masturbaba con decisión.


La sensación de abrir su ano le gustaba, y más aún imaginar que alguien podría hacerlo de verdad. Se fija la imagen de ser penetrado por detrás mientras otra mujer le aguardaba en el frente, dispuesta a tragarse su esencia.


Marcos comenzó a gemir sin poderlo evitar, sintiendo cómo el placer le inundaba por completo. Su fantasía era tan real que hasta podía oler el perfume de aquella mujer ficticia.


Sin avisar, se corrió con fuerza, brotando su esencia sobre su mano. Rápidamente se la llevó a la boca y trago con decisión, sintiendo cómo su líquido caía por su garganta.


Se excitaaba pensando en cómo, en cuestión de segundos, había pasado del placer a la repulsión, pero lo había atrapado antes de que esta llegara. Aquello le hacía sentirse poderoso y, a la vez, sumiso a sus deseos más oscuros.


Se limpió con un pañuelo y sonrió satisfecho, como si hubiera cometido un delito perfumado que solo él y su imaginación conocieran.


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