La Sesión Prohibida
Ana tenía veintitrés años, una gordita voluptuosa que el mundo había bendecido con curvas que volvían locos a todos los que la miraban: tetas enormes de copa E que rebotaban pesadas bajo cualquier blusa, pezones rosados gruesos y sensibles que se endurecían al menor roce de tela o aire frío, aureolas anchas y arrugadas como invitación a chuparlas hasta que dolieran, barriga suave y redonda que se mecía con cada paso, caderas anchas que terminaban en un culo gigante y carnoso que tensaba los jeans hasta el punto de ruptura, nalgas separadas por un surco profundo y húmedo donde su ano rosado fruncido asomaba tentador cuando se agachaba, y un coño depilado con labios mayores hinchados y gorditos que se abrían como pétalos jugosos al excitarse, clítoris protuberante y rojo que palpitaba visiblemente bajo tangas minúsculos, chorreando jugos espesos y almizclados como miel caliente y pegajosa cuando se calentaba, dejando manchas oscuras en la ropa interior después de cada fantasía reprimida....