Vibraciones Prohibidas: La Noche del Control Remoto
Lucía y Diego llevaban dos años juntos, una pareja de veintidós y veinticuatro años que parecía sacada de una revista de parejas perfectas: él, un desarrollador de apps con un cuerpo atlético de gym obsesivo –pecho definido velludo que olía a sudor fresco después de follar, brazos fuertes que la levantaban como una muñeca para embestirla contra la pared, y una polla gruesa de veinte centímetros venosa como raíces enfurecidas, glande bulboso morado que goteaba precum espeso y salado como lágrimas de lujuria constante, bolas pesadas peludas llenas de semen acumulado que colgaban bajas listas para vaciarse en chorros potentes dentro de su coño o boca. Lucía era su contraparte inocente pero cachonda: una estudiante de diseño con curvas juveniles que volvían loco a Diego –tetas firmes de copa C que rebotaban libres bajo tops ajustados, pezones rosados puntiagudos que se endurecían al menor soplido caliente, abdomen plano marcado por yoga, caderas estrechas terminando en un culo alto y redon...