La Novia Curiosa: Anal en el Cumpleaños
Lucía tenía veinte años, pero su cuerpo era un regalo envuelto en inocencia y fuego puro: curvas suaves que el tiempo apenas había empezado a tallar, tetas de copa C firmes y redondas que rebotaban libres bajo camisetas holgadas, pezones rosados y puntiagudos que se endurecían al menor roce del viento o de una mirada lasciva, abdomen plano marcado por clases de danza que la hacían moverse como una gata en celo, caderas estrechas pero prometedoras que terminaban en un culo alto y redondo perfecto para ser azotado, y un coño depilado con labios carnosos e hinchados que se abrían como pétalos húmedos al excitarse, clítoris protuberante y rojo que la hacía squirt como una fuente descontrolada si la follaban bien, ano rosado y fruncido completamente virgen que palpitaba inocente cada vez que Diego le rozaba el perineo con la lengua. Su melena castaña caía en ondas desordenadas hasta la mitad de la espalda, ojos cafés grandes y almendrados que brillaban con una curiosidad insaciable, y labios carnosos que siempre parecían listos para chupar verga o gemir su nombre.
Diego, su novio de veintitrés años, era un programador freelance con el cuerpo de un tipo que levantaba pesas para descargar estrés: alto y musculoso, pecho velludo que olía a sudor fresco después del gym, brazos fuertes que la envolvían como cadenas de placer, y una polla monstruosa –veinte centímetros de carne venosa y gruesa como una botella de cerveza, glande bulboso morado que goteaba precum espeso y transparente como lágrimas de lujuria constante, bolas pesadas y peludas llenas de semen acumulado que colgaban bajas listas para vaciarse en un agujero apretado. Habían estado juntos dos años, folladas diarias que eran puro fuego: él embistiéndola vaginalmente hasta el fondo, su polla rozando su cervix mientras ella squirtée chorros calientes en su abdomen, gritando "¡Fóllame más profundo, amor, lléname el coño de tu leche espesa!" Pero el anal... oh, el anal era el tabú que Diego rogaba cada aniversario, cada cumpleaños, cada noche de borrachera: "Lucía, amor... déjame follarte el culo. Quiero sentir tu ano virgen apretando mi verga hasta que me ordeñes el semen."
Ella siempre se arrepentía en el último momento: cuando su glande rozaba el anillo fruncido, el miedo al dolor la paralizaba, empujándolo con manos temblorosas y voz quebrada: "No, Diego... duele demasiado, tengo pánico de que me rompas... mejor métemela en el coño, fóllame hasta que squirtée." Y él obedecía, corriéndose en su vagina con creampie rebosante, semen goteando por sus muslos mientras ella gemía, pero el anhelo quedaba, un vacío que lo hacía masturbarse solo imaginando su ano dilatado, rojo y lleno de su leche espesa.
Pero este cumpleaños de Diego, el veintitrés, Lucía decidió sorprenderlo. Habían planeado una noche en su departamento chico de Almagro, Buenos Aires: cena casera de asado y vino Malbec, luces tenues y música lenta de tango electrónico que hacía vibrar el aire. Lucía se vistió para matar: un vestido rojo corto que tensaba sus tetas C-cup, pezones rosados pinchando la tela fina sin sujetador, falda subiéndose por sus muslos hasta insinuar el tanga negro que mordía su coño depilado, y tacones altos que elevaban su culo redondo como una ofrenda. Cuando Diego llegó del laburo, polla ya semi-dura por el mensaje de ella "Te tengo un regalo que te va a romper la cabeza... y algo más", la encontró en la cocina, culo en pompa inclinada sobre la mesada, vestido subiéndose para exponer el tanga metido entre nalgas.
"¡Feliz cumpleaños, amor! Cena lista... y yo también." Se giró, tetas rebotando libres al desabrochar el vestido con lentitud deliberada, cayendo al piso para revelar su cuerpo desnudo salvo por el tanga y tacones: tetas firmes saltando, pezones rosados erectos rogando ser chupados, coño depilado con labios hinchados asomando por los lados del tanga empapado. Diego gruñó, polla endureciéndose fully en los pantalones, glande presionando la tela hasta doler. "Joder, Lucía... sos un regalo vivo. Vení, déjame follarte aquí mismo." La besó voraz, lengua invadiendo su boca mientras manos amasaban sus tetas, pellizcando pezones hasta que gimió contra su lengua.
La cena fue un preludio de tortura: sentados a la mesa, él con la polla libre bajo los pantalones, ella frotando su coño contra su muslo, jugos empapando su piel. "El regalo... amor, hoy sí. Quiero que me folles el culo. Mi ano virgen para tu cumpleaños... pero tengo miedo, siempre me arrepiento cuando duele. Así que... prepárame bien, lubricame mucho, y si quiero parar, no me dejes. Quiero sentir tu verga gruesa dilatándome hasta que llore de dolor y placer." Diego jadeó, polla goteando precum espeso en su mano mientras la masturbaba bajo la mesa. "¡Joder, Lucía! ¿En serio? Tu culo virgen... voy a romperte el ano despacio, amor, hasta que rebose mi semen. ¿Querés que te ate para no echarte atrás?"
Ella asintió, ojos brillando con miedo y lujuria, coño chorreando jugos por su muslo. "Sí... átame las manos, amor. Y si duele mucho, no pares... quiero llorar con tu pija en mi recto, squirt por el dolor-placer mientras me llenas de creampie anal." La llevó al dormitorio, luces rojas tenues del velador proyectando sombras como sangre en las paredes, cama king-size con sábanas negras crujiendo bajo su peso. Sacó las esposas de terciopelo rojo del cajón –un juguete que nunca usaron–, atando sus muñecas a la cabecera, brazos estirados sobre su cabeza elevando sus tetas en oferta, pezones rosados duros como balas. "Mirate, Lucía... atada como una puta virgen anal. Tu coño ya chorrea por lo que viene... abrí las piernas, amor, dejame preparar tu ano rosado."
Ella obedeció, piernas en V sobre la cama, tanga arrancado de un tirón exponiendo su coño y ano: labios hinchados brillantes de jugos, clítoris rojo palpitante, ano fruncido rosado contrayéndose inocente. Diego untó lubricante frío en sus dedos, primero frotando su clítoris hasta que gimió, luego bajando al anillo muscular, círculo lento que la hizo arquear. "¡Oh, amor... frío... pero mételo, dilatame el ano virgen." Un dedo entró suave, estirando el anillo hasta que jadeó, paredes internas apretando como un puño aterrorizado. "¡Duele un poco... pero más, Diego... meté dos, prepárame para tu pija gruesa." Dos dedos tijereteando, dilatando lento, lubricante chapoteando mientras ella gemía, lágrimas brotando por anticipación, coño chorreando jugos que él usó para lubricar más.
"¡Tres dedos ahora, Lucía! Sentís cómo te abro el ano? Tu recto virgen aprieta mis falanges... imaginate mi verga gruesa partiéndote." Tres dedos hundidos, girando y estirando hasta que lágrimas rodaron por sus mejillas, dolor quemante fundiéndose en placer oscuro que la hizo empujar caderas. "¡Duele, amor... pero joder, no pares... dilatame más, quiero llorar con tu pija en mi culo!" Él sacó los dedos con un pop húmedo, ano quedando abierto rosado y palpitante, y untó su polla: glande bulboso morado brillante de lubricante y precum espeso. "Ahora sí, puta... mi verga en tu ano virgen. Pedilo, Lucía... decime 'rómpeme el culo para tu cumpleaños'."
"¡Rómpeme el culo, Diego! Méteme tu pija gruesa en mi ano virgen... hazme llorar de dolor mientras me dilatás!" Él presionó el glande contra el anillo, empujando lento: el estiramiento inicial fue fuego puro, ano cediendo con un pop audible y quemante, glande ancho abriendo el músculo hasta el límite mientras ella gritaba, lágrimas rodando por mejillas sonrojadas, esposas tintineando al retorcerse. "¡Duele... oh, joder, me estás rompiendo el ano... pero no pares, métela más profundo!" Centímetro a centímetro, eje venoso hundiéndose en su recto virgen, paredes internas apretando como un vicio caliente y aterrorizado, venas protuberantes rozando nervios sensibles que enviaban ondas de dolor-placer directo a su clítoris.
"¡Joder, qué apretado tu culo virgen, Lucía! Tu ano me ordeña la pija como un coño en celo... sentís mis venas estirándote? Llorá más, amor, tus lágrimas me ponen loco." Embistió hasta la mitad, bolas peludas rozando su coño chorreante, mano bajando para frotar su clítoris rojo en círculos rápidos. Ella se retorció, lágrimas saladas goteando por su barbilla hasta tetas rebotantes, gemidos guturales escapando: "¡Me parte el ano... duele tanto, Diego... pero oh, joder, rozá algo dentro que me hace querer más... fóllame el recto virgen más profundo!" Él aceleró, thrusts largos y profundos, polla saliendo casi todo para volver a hundirse con slap-slap húmedo, glande bulboso masajeando su interior hasta que el dolor cedió a placer oscuro, ano convulsionando en espasmos que lo ordeñaban.
"¡Llorá mientras te follo el culo, Lucía! Tu ano virgen aprieta mi verga... sentís cómo te lleno el recto? Voy a creampiearte hasta que rebose semen por tus nalgas!" Ella gritó, lágrimas rodando libremente, cuerpo arqueándose en la cama, coño vacío chorreando jugos que empapaban sus bolas. "¡Sí, rómpeme el ano... tu pija me quema dentro... oh, joder, squirt por tu verga en mi culo virgen!" El placer la rompió: orgasmo anal devastador, ano convulsionando alrededor de su polla en espasmos violentos, squirt vaginal chorreado en chorros calientes empapando su pubis y muslos, lágrimas mezclándose con sudor mientras gemía ronco.
Diego rugió, embistiendo brutal una última vez hasta la empuñadura: "¡Tomá mi leche en el recto virgen, Lucía! Lleno tu ano roto de semen espeso... rebosa mi creampie por tus nalgas, puta!" Eyaculó en torrentes potentes y calientes, semen blanco y viscoso inundando sus paredes intestinales, rebosando en chorros pegajosos que goteaban por sus nalgas redondas y muslos, mezclándose con su squirt en un charco sucio bajo ellos. Colapsó sobre su espalda, polla aún palpitante en su ano dilatado, besando sus lágrimas saladas. "Feliz cumpleaños para mí, amor... tu culo virgen ahora es mío, rebosante de mi leche."
Lucía, exhausta y adicta al dolor-placer, gimió contra su cuello, ano contrayéndose alrededor de su polla flácida, semen goteando lento: "¡Fóllame el culo todos los días, Diego... creampieame el recto hasta que chorree por mis piernas... soy tu puta anal ahora." El cumpleaños marcó el inicio: noches de ano dilatado y creampie rebosante, lágrimas de placer convirtiendo su virginidad perdida en obsesión eterna.

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