Trío en el Balcón de Palermo
Trío en el Balcón de Palermo (Versión con Diálogos Sucios Intensificados)
El departamento en Palermo era un nido de intimidad caótica y sudorosa, un tercer piso con balcón que daba a la avenida Santa Fe, donde el bullicio de Buenos Aires se colaba como un amante indiscreto: bocinas lejanas que parecían gemidos ahogados, risas de bares que sonaban a orgasmos compartidos, y el aroma a choripán quemado de la calle mezclándose con el humo dulzón de los porros que Mateo y Sofía fumaban en las noches de insomnio, cuando el deseo los dejaba con coños y pollas palpitantes. Mateo, veintinueve años, era un arquitecto freelance con el cuerpo de un tipo que corre por el Rosedal los domingos para quemar la frustración de no follarte el culo cada hora: alto, hombros anchos que tensaban las camisetas hasta rasgarlas en el calor del momento, y una polla que medía veinte centímetros cuando se ponía cachondo como un animal, venosa y gruesa como una tubería de plomo, con un glande morado y bulboso que goteaba precum espeso como si llorara de hambre por un coño apretado. Su cabello castaño revuelto siempre tenía ese olor a sudor fresco y colonia barata, y sus ojos azules brillaban con esa lujuria cruda de quien sabe que el mundo es para ser follado sin piedad, no para ser observado como un boludo.
Sofía, su novia de veinticuatro años, era una ilustradora gráfica con un cuerpo que parecía diseñado por un dios pervertido para ser usado y abusado: curvas suaves pero firmes como carne fresca, tetas de copa D que rebotaban libres bajo camisetas holgadas hasta que las arrancabas de un tirón, pezones rosados y gruesos como balas que se endurecían con solo un soplido caliente, culo redondo y alto que tensaba los jeans como una puta en oferta, y un coño depilado con labios carnosos y jugosos que se hinchaban al primer roce, clítoris protuberante y sensible que la hacía chorrear como una fuente si lo lamías bien, ano rosado y fruncido que palpitaba rogando por ser estirado hasta el límite. Vivían juntos desde hacía un año, en una rutina que era puro fuego lento y explosiones: mañanas de café negro y pajas mutuas en la ducha, donde él le metía tres dedos en el coño mientras ella le ordeñaba la polla con la garganta hasta que semen espeso le goteaba por la barbilla; tardes de trabajo en la mesa con las piernas enredadas bajo el mantel, sus pies rozándole la verga dura hasta que la follaba contra la encimera, chapoteo de jugos empapando el piso; y noches de folladas salvajes donde la ponía a cuatro patas contra la ventana del balcón, su polla embistiendo su coño chorreante como un pistón, bolas peludas golpeando su clítoris mientras gruñía: "¡Tomá mi verga, puta! Sentís cómo te parto el coño... chorreá para los vecinos, que sepan qué zorra sos."
Pero últimamente, Mateo fantaseaba con romper los límites, con ver a Sofía abierta en canal, coño y culo tragando pollas hasta rebosar semen como una puta de burdel. Lo había confesado una noche, después de correrse en su boca como un volcán, semen caliente y espeso inundando su paladar mientras ella tragaba con avidez gulosa, lengua lamiendo las bolas para no perder ni una gota: "Joder, Sofi, imaginate... mi amigo Lucas, ese morocho con la verga curva y gruesa que te conté, lamiéndote el clítoris hinchado como un chupetín mientras yo te follo el culo hasta que te corras gritando como una perra en celo. ¿No te calienta sentir dos pollas partiéndote, amor? Una en tu coño chorreante, la otra estirándote el ano hasta que duela-plazca." Ella había reído, limpiándose la boca con el dorso de la mano, pero sus ojos cafés brillaron con lujuria pura, coño contrayéndose alrededor de nada, un chorrito de jugos traicioneros goteando por sus muslos internos hasta empapar la sábana. "Estás loco de remate, Mateo... pero... joder, pensarlo me moja el tanga. Sentir su lengua en mi clítoris mientras tu verga me rompe el culo... oh, cabrón, ya estoy chorreando. Pero ¿y si me gusta más su polla curva? ¿Y si squirtéo en su cara como una puta adicta?"
La idea germinó como una semilla en tierra fértil y húmeda, regada con semanas de seducción sucia y persistente. Mateo la atacaba con sutileza perversa: porno en la tele grande con tríos hardcore que la dejaban masturbándose furiosamente, dedos hundiéndose en su coño empapado mientras él le susurraba al oído: "Mirá esa puta, Sofi... dos vergas en su coño y culo, semen goteando por todos lados. Imaginate eso en vos, amor... Lucas lamiéndote el ano mientras yo te follo la garganta hasta que te ahogues en mi leche." Sofía resistía al principio, ruborizada hasta las tetas, pero excitada como una yegua en calor, pezones endureciéndose contra su pecho mientras lo montaba despacio, coño apretando su polla en contracciones lentas que lo ordeñaban como un puño caliente. "No sé, cabrón... ¿y si me convierto en una zorra que ruega por más pollas? ¿Y si su verga curva me hace gritar 'fóllame más duro que mi novio'?" Pero Mateo la convencía con la lengua experta: arrodillado entre sus piernas abiertas en la cama, lamiéndole el clítoris hinchado hasta que squirtée chorros calientes en su cara barbuda, empapando su pecho mientras ella gritaba: "¡Sí, imaginate que es Lucas chupándote el coño mientras te follo el culo con mi polla gruesa, puta! Chorreá para él, déjalo beber tu jugo dulce como una fuente de puta en celo."
Una noche, después de un orgasmo que la dejó temblando como una hoja, con su polla aún enterrada en su coño rebosante de semen espeso que goteaba por sus nalgas, mezclándose con su squirt en un charco pegajoso en las sábanas, ella jadeó contra su cuello, uñas clavadas en su espalda: "Está bien, cabrón... llamalo a tu amigo. Quiero sentir su verga curva partiéndome el coño mientras vos me sodomizás el culo hasta que rebose tu leche. Pero si no me gusta, lo echamos a patadas... y vos mirás cómo me corro en su pija, rogando por más semen en mi garganta." Mateo rio, embistiendo una última vez para ordeñarle los restos, semen salpicando su cervix: "Eso es, mi puta... vas a ser la zorra del trío, chorreando por dos vergas como la adicta que sos."
Lucas llegó el viernes siguiente, a las nueve de la noche exactas, con una botella de gin Bombay bajo el brazo y una sonrisa lobuna que prometía pecados capitales y orgasmos múltiples. Treinta años, morocho con piel canela tostada por fines de semana en las playas de Mar del Plata, cuerpo atlético de nadador profesional –abdomen marcado en seis paquetes duros como rocas, brazos tatuados con serpientes enroscadas que se movían con cada flexión, y una polla que Mateo conocía de las duchas del gym después de las canchas: curva hacia arriba como un gancho perverso, diecinueve centímetros de carne gruesa y venosa con un glande ancho que se ponía violeta de excitación, bolas pesadas y peludas que colgaban bajas como sacos de monedas listas para vaciarse en un coño hambriento. "Ey, boludos... ¿esto es en serio o me mandan a la concha de la lora?" preguntó al entrar, su voz grave y ronca por el mate amargo que había tomado en el auto, ojos cafés devorando a Sofía de arriba abajo: vestida con un babydoll negro translúcido de encaje que apenas cubría sus tetas voluptuosas, pezones rosados endurecidos pinchando la tela como balas listas para ser chupadas, y un tanga minúsculo de hilo dental que mordía su coño depilado, labios carnosos asomando rosados e hinchados, ya brillantes de jugos anticipados que goteaban por su perineo hasta humedecer el piso de madera.
Sofía se sonrojó hasta las orejas, pero su clítoris palpitó visiblemente bajo la tela fina, un pulso traicionero que la hizo cruzar las piernas para frotar el botón hinchado contra la presión creciente, jugos empapando el tanga hasta dejar una mancha oscura que olía a coño en celo. "Pasá, Lucas... Mateo me convenció. Quiero ver si tu verga curva es tan buena como dice... pero si no me follás como una diosa, te echo con el rabo entre las piernas." Su voz era un ronroneo desafiante, acento porteño que hacía que cada palabra sonara como un gemido sucio, tetas subiendo y bajando con respiraciones aceleradas. Mateo sirvió gins con tónica en vasos altos, el hielo tintineando como cadenas de un calabozo erótico, y se sentaron en el sofá modular de cuero negro, luces tenues de la lámpara de pie proyectando sombras que lamían sus cuerpos como lenguas invisibles, el balcón abierto dejando entrar la brisa nocturna que erizaba los pezones de Sofía y endurecía las pollas de los hombres.
El gin bajó como fuego líquido, desatando lenguas sueltas y manos curiosas. "Brindemos por Sofía, la puta del trío... que su coño chorreante nos deje secos", propuso Mateo, chocando vasos con un tintineo que sonó como un permiso para el caos. Lucas rio, su mano posándose en el muslo desnudo de Sofía, dedos gruesos trazando círculos lentos que subían hacia el tanga empapado. "Por tu coño, Sofi... quiero lamerlo hasta que squirtées en mi cara como una fuente de puta adicta. ¿Estás mojada ya, zorra? Déjame olerte." Sofía jadeó, el roce enviando chispas a su clítoris, pero abrió las piernas lo justo para que su mano rozara los labios hinchados a través de la tela. "Joder, Lucas... sí, estoy chorreando por tu culpa. Sentís mi jugo? Es por imaginar tu lengua en mi clítoris mientras Mateo me parte el culo con su verga gruesa."
El beso empezó como un roce inocente –Mateo capturando sus labios en un beso profundo, lengua invadiendo su boca con sabor a gin y deseo, chupando su lengua como si fuera su clítoris–, pero Lucas se unió desde el otro lado, mordiendo su cuello con dientes afilados, barba raspando su piel suave hasta dejarla roja. "Abrí la boca más, puta... quiero mi lengua en la tuya mientras te toco las tetas." Lenguas de los tres chocaron en un beso húmedo y salado, saliva goteando por la barbilla de Sofía en hilos viscosos que Lucas lamió con avidez, manos vagando como serpientes: Mateo desatando el babydoll con dedos impacientes, tetas saltando libres como melones maduros, pezones rosados erectos y gruesos como uvas listas para ser devoradas; Lucas amasándolas con rudeza salvaje, palmas callosas pellizcando los pezones hasta que ardieron, tirando de ellos como si ordeñara leche prohibida. "¡Joder, qué tetas, Sofi! Tan firmes y pesadas... chupalas, Mateo, mordelas hasta que grite 'más, cabrones, hacédme doler las ubres'."
Sofía gimió contra sus bocas enredadas, el dolor-placer de los pellizcos enviando ondas directas a su coño, que ahora chorreaba jugos en chorros finos que empapaban el sofá de cuero. "¡Sí, pellizcadme las tetas, putos! Mordédme los pezones hasta que sangren... oh, joder, mi coño está inundado, sentís cómo gotea?" Mateo bajó el babydoll del todo, tela cayendo como una piel mudada, y el tanga siguió: un jalón rápido que lo rompió, exponiendo su coño en toda su gloria pecaminosa –labios mayores hinchados y rosados como pétalos abiertos, separados por jugos transparentes y espesos que goteaban en hilos largos por su perineo hasta el ano fruncido, clítoris protuberante y rojo asomando como un botón de placer inflamado, rogando ser succionado. Lucas se arrodilló primero, como un adorador en un altar pagano, lengua ancha y áspera lamiendo desde el ano fruncido hasta el clítoris en una pasada larga y lenta, saboreando el dulce almizcle salado de su excitación, barba raspando los labios sensibles hasta que ella aulló. "¡Lameme el culo primero, Lucas! Meté la lengua en mi ano, saboreá mi sabor sucio mientras Mateo me chupa las tetas como un bebé hambriento."
Lucas obedeció, lengua punzando el anillo muscular fruncido con lametones circulares que lo hicieron ceder, invadiendo su recto con chupadas voraces que la hicieron empujar caderas contra su cara, jugos vaginales goteando en su barba. "¡Joder, tu ano sabe a puta en celo, Sofi! Tan apretado y dulce... abrí más, dejame follarte el culo con la lengua mientras te mojo la cara." Mateo, polla libre ahora –gruesa y venosa saliendo de los boxers con un slap contra su abdomen, glande morado goteando precum espeso que él untó en sus pezones–, se arrodilló al lado, chupando un pezón con succiones brutales, dientes mordiendo la carne hasta que ella gritó: "¡Mordé más fuerte, cabrón! Haceme doler las tetas mientras Lucas me lame el ano como un perro... oh, mierda, voy a squirt en su boca!"
Lucas alternó, lengua plana lamiendo los labios vaginales separados, succionando el clítoris hinchado con labios sellados como un vacío, mientras dos dedos gruesos y tatuados se hundían en su coño empapado, curvándose inmediato para masajear el punto G con un "ven acá" experto que frotaba la pared frontal como si la estuviera ordeñando. "¡Chupá mi clítoris, Lucas! Meté los dedos más profundo, follame el coño con ellos hasta que rebose... sentís mi punto G? Rozalo, cabrón, haceme chorrear como una puta descontrolada!" Mateo, masturbándose furioso al lado, glande goteando precum sobre su muslo: "Córrete en su boca, amor... déjalo beber tu squirt salado mientras yo te pellizco las tetas hasta que grites 'soy su zorra, fóllenme por todos lados'." Sofía explotó como un volcán, squirt chorreado en chorros potentes empapando la cara de Lucas, inundando su barba y cuello en olas calientes y pegajosas que él tragó con avidez gulosa, lengua lamiendo cada gota residual de su ano y coño como un sediento en el desierto. "¡Me vengo, putos! Chorreo por su lengua... oh, joder, no paren, lameme más el clítoris mientras me tiembla el coño!"
Lucas se levantó, jeans cayendo de un tirón para liberar su polla curva y venosa, glande violeta y ancho rozando el coño de Sofía como una amenaza deliciosa, bolas pesadas balanceándose listas para vaciarse. "Ahora, mi turno, puta... abrí las piernas y sentá mi verga curva partiéndote el coño. Quiero verte chorrear en mis bolas mientras te follo como a una perra." Mateo la guió, tumbándola de espaldas en el sofá de cuero que crujió bajo su peso, tetas rebotando libres y sudorosas, y Lucas embistió sin piedad: glande ancho abriendo sus labios carnosos en un thrust brutal y profundo, coño tragando cada centímetro venoso hasta las bolas peludas, chapoteo húmedo y obsceno resonando como palmadas en un burdel. "¡Tomá mi pija curva, Sofi! Sentís cómo te roza el cervix? Te voy a follar hasta que pidas 'más profundo, cabrón, rómpeme el útero con tu verga gorda'." Ella gritó, uñas clavándose en su espalda tatuada, dejando surcos rojos que sangraban perlas, caderas empujando para empalarse más, coño contrayéndose alrededor de la carne como un puño caliente. "¡Fóllame más duro, Lucas! Tu polla curva me parte el coño... oh, joder, rozá mi punto G, haceme squirt en tus bolas peludas como una puta adicta!"
Mateo se posicionó sobre su cara, polla gruesa hundiéndose en su boca abierta y ávida: "Chupala, amor... tragá mi verga hasta las bolas mientras Lucas te folla el coño chorreante. Sentís cómo te ahogo con mi glande? Ordeñame la polla con tu garganta, puta, y no pares hasta que te inunde de semen salado." Sofía succionó con avidez animal, garganta convulsionando alrededor del eje venoso, saliva goteando por sus tetas en hilos viscosos mientras Lucas embestía brutal desde abajo, bolas golpeando su culo con slap-slap húmedos, mano bajando para frotar su clítoris hinchado en círculos rápidos. "¡Lamé mi clítoris, Lucas! Frotalo mientras me follás... oh, cabrón, tu verga curva me hace doler de placer... Mateo, follame la boca más profundo, ahogame con tu pija hasta que tosa semen!"
Rotaron como en un ritual pagano obsceno: Sofía a cuatro patas en el sofá, rodillas hundidas en el cuero pegajoso de jugos y sudor, tetas colgando pesadas y rebotando con cada movimiento. Mateo se posicionó detrás, untando su glande morado con los jugos que goteaban de su coño –lubricante natural mezclado con saliva de su garganta–, presionando contra su ano fruncido que palpitaba como una boca hambrienta. "Ahora el culo, puta... abrí tu ano para mi verga gruesa. Quiero sentir cómo me aprieta mientras Lucas te folla la boca." El anillo muscular cedió con un pop quemante al thrust inicial, ano tragando centímetro a centímetro la invasión venosa, estirándose hasta el límite mientras ella aullaba: "¡Sodomizame, Mateo! Tu polla me parte el culo... oh, joder, duele pero métela más profundo, rómpeme el ano como a una zorra virgen!" Lucas, frente a ella, polla curva hundiéndose en su garganta: "Tragá mi verga entera, Sofi... sentís cómo te follo la boca mientras te rompen el culo? Chupala hasta las bolas, puta, y no pares hasta que te inunde la garganta de leche caliente."
Mateo embistió con saña, thrusts profundos que golpeaban su próstata imaginaria –no, su ano contrayéndose alrededor de su carne como un vicio vivo–, bolas peludas chapoteando contra su coño chorreante, mano bajando para meter dos dedos en su vagina, follándola en doble penetración manual. "¡Tu ano me ordeña, Sofi! Apretá más, puta... sentís mis dedos en tu coño mientras te sodomizo? Vas a squirt por todos lados, chorreando como una fuente de semen y jugos." Lucas, en su boca, follándole la garganta con rudeza, glande violeta golpeando el fondo hasta arcadas: "¡Ahogate en mi pija, zorra! Tragá saliva y precum... oh, joder, tu garganta es un coño apretado... córrete con el culo lleno y la boca ahogada."
El clímax grupal fue un huracán de carne y fluidos: cambiaron a doble penetración total en el piso del living, alfombra persa absorbiendo el sudor, Sofía montando la polla curva de Lucas en su coño empapado, paredes vaginales tragando cada thrust hasta las bolas, mientras Mateo entraba en su ano desde atrás, dos vergas estirándola hasta el límite a través de la delgada membrana que las separaba, frotándose mutuamente en un roce interno que los volvía locos. "¡Me parten en dos, cabrones! Vuestras pollas me follan el coño y el culo al mismo tiempo... oh, joder, sentís cómo me aprieto? Fóllenme más duro, llenenme de semen hasta que rebose por todos lados!" Gritó Sofía, tetas rebotando salvajes contra el pecho de Lucas, clítoris frotado por su pubis tatuado, ano y coño convulsionando en espasmos sincronizados.
Lucas eyaculó primero, rugiendo: "¡Tomá mi leche en el coño, puta! Lleno tu útero con mi semen caliente... sentís cómo chorrea?" Chorros espesos inundaron su vagina, rebosando por sus muslos en hilos blancos pegajosos que goteaban hasta sus bolas. Mateo siguió, embistiendo brutal en su ano: "¡Y mi semen en tu culo, zorra! Rebosa mi leche por tu ano roto... oh, joder, te ordeño la próstata con mi verga!" Eyaculó en torrentes potentes, semen caliente inundando su recto, saliendo en chorros que se mezclaban con el de Lucas en un río de placer sucio. Sofía se corrió último, un squirt devastador que empapó el pubis de Lucas, chorros calientes salpicando sus tetas y el piso: "¡Me vengo, putos! Vuestro semen me hace chorrear... oh, Dios, no paren, fóllenme más aunque estén vacíos!"
Exhaustos, colapsaron en un enredo sudoroso y pegajoso, semen goteando de sus agujeros dilatados, besos compartidos con lenguas saladas y sucias, saboreando el morbo residual. "Volveremos a hacerlo, cabrones... la próxima, me follan la garganta mientras me rompen el coño y el culo al mismo tiempo", murmuró Sofía, dedo untando semen en sus tetas para lamerlo con avidez. Mateo y Lucas rieron, pollas flácidas rozándose en un pacto silencioso: el trío había sido el comienzo de una adicción compartida, un balcón de placeres sin fin en el corazón de Palermo.

Comentarios
Publicar un comentario