El Juego de las Sombras: La Rendición Completa
El Juego de las Sombras: La Rendición Completa
Era una noche de viernes bochornosa en el departamento compartido de Alex y Nico, en uno de esos pisos altos de Palermo que olían a libertad urbana y a secretos que se cocinaban a fuego lento. El balcón abierto dejaba entrar el rumor distante del tráfico de la avenida Córdoba, un pulso caótico que se mezclaba con el humo dulzón del porro que pasaban de mano en mano, y el aroma terroso del Malbec que habían destapado para "bajar el estrés" después de una semana de mierda en el laburo de marketing digital. El living era un desastre organizado: sofá de cuero negro hundido por noches de maratones de Netflix y pajas solitarias, mesa baja cubierta de latas de cerveza vacías y un cenicero improvisado con una tapa de CD, y las luces tenues de una lámpara de pie que proyectaban sombras alargadas sobre las paredes pintadas de un gris industrial, como si el departamento mismo estuviera conteniendo la respiración ante lo que se avecinaba.
Alex, veinticinco años, era el catalizador de todo caos: alto como un basquetbolista amateur, con músculos definidos por horas en el gym que no eran para impresionar a nadie sino para follar con más fuerza, su cabello negro revuelto cayendo en mechones sudorosos sobre la frente, y unos ojos verdes que brillaban con malicia pura, como los de un lobo que sabe que la presa ya está acorralada. Esa noche llevaba solo unos boxers ajustados de algodón gris, la tela fina tensándose sobre su paquete pesado, delineando el contorno de su polla semi-dura –esa bestia venosa de veinte centímetros que se despertaba con solo oler debilidad–, y el sudor le perlaba el pecho lampiño, trazando surcos tentadores hacia el ombligo y más abajo, donde el vello púbico asomaba como una promesa oscura.
Nico, su compañero de piso y amigo de la secundaria, veinticuatro años, era el yin perfecto para el yang de Alex: flaco pero atlético, con esa complexión de corredor de fondo que lo hacía parecer frágil al principio, pero con un culo redondo y alto que tensaba los shorts de gym negros que usaba, dejando entrever la curva de sus nalgas firmes cada vez que se movía. Su piel clara estaba salpicada de pecas sutiles en los hombros y la nariz respingada, cabello castaño corto peinado con gel que ahora se desarmaba por el calor, y unos ojos cafés inocentes que siempre bajaba cuando Alex lo pinchaba demasiado. Bajo los shorts, su polla –diecisiete centímetros de carne rosada y sensible, con glande ancho que se ponía morado de excitación fácil– colgaba flácida por ahora, pero el bulto sutil traicionaba el nerviosismo que lo carcomía desde que Alex había empezado con sus "bromas" sobre porno travesti.
Estaban tirados en el sofá, piernas enredadas en un desparpajo casual que rozaba lo íntimo, pasando la botella de Malbec –el vino rojo goteando por las comisuras de sus labios como sangre de una herida fresca– y el porro que quemaba lento, exhalando nubes que nublaban el aire y sus juicios. "Boludo, recordás a esa mina en la fiesta de fin de año del 2023? La que se disfrazó de conejita Playboy y terminó chupándomela en el baño de la facultad, con la oreja del disfraz rozándome la polla mientras me tragaba hasta las bolas", soltó Alex de repente, su voz ronca por el humo, reclinándose más para que su muslo peludo rozara el de Nico, un contacto eléctrico que hizo que el otro se removiera incómodo. Nico tosió, el porro quemándole la garganta como un recordatorio de su propia garganta inexplorada, pero el rubor subió por su cuello pálido como una marea traicionera, y bajo los shorts, su polla dio un salto sutil, el glande rozando la tela y enviando un cosquilleo que lo obligó a cruzar las piernas. "Sí, la puta... yo ni la toqué. Siempre termino mirando, como un gil virgen. Me quedé en la puerta, escuchando cómo gemía mientras te follaba la boca. Me pajeé después en el auto, imaginando... no sé, boludo."
Alex lo miró de reojo, esa mirada depredadora que siempre ponía cuando olía sangre en el agua, sus ojos verdes entrecerrándose como rendijas de un depredador calculador. El porro pasó de nuevo, y con él, la botella, el Malbec quemando sus gargantas como un afrodisíaco lento. "Mirando? Nah, Nico, vos querés más que mirar. Te vi el otro día con el historial del navegador abierto: porno de travestis, pijas duras en culos depilados, tías con tetas falsas chupando vergas como si fuera su desayuno. Admitilo, te calienta la idea de ser la puta por una noche. De ponerte un vestido, maquillaje rojo en esos labios de nena, y arrodillarte para que te llenen la boca de semen caliente." Las palabras de Alex fueron un dardo envenenado, directo al ego frágil de Nico, pero también al deseo enterrado que lo hacía masturbarse en la ducha pensando en ser usado, en ser la hembra sumisa en un mundo de machos.
Nico se sonrojó hasta las orejas, el calor subiendo por su pecho desnudo –había perdido la remera horas antes, dejando expuesta su piel clara y pecosa, pezones rosados endureciéndose por el aire acondicionado traicionero–, y su polla, esa traidora, se endureció por completo bajo los shorts, el bulto evidente ahora, glande presionando la tela como si rogara por libertad. "¡Callate, boludo! Era curiosidad, nada más. No soy gay ni nada... solo... joder, a veces me imagino cómo se siente. Pero no, ni loco." Su voz era un quiebro, acento porteño que tropezaba en las mentiras, y Alex rio, un sonido gutural y bajo que vibró en el sofá como un ronroneo felino, su propia polla ahora fully erecta, el contorno venoso delineado contra los boxers, precum manchando la tela en una mancha oscura que olía a sal y deseo crudo.
"Vamos, hagamos un juego de verdad. Apuesto el partido del domingo: si tu equipo pierde, te maquillo y te visto como una mina. Labios rojos, peluca, todo. Solo para reírnos, boludo. Te hago una paja después si querés, para que veas que no muerdo. ¿O te acojonás como una nena?" Alex extendió la mano, su palma callosa rozando la de Nico en un apretón que duró un latido de más, pulgares entrelazándose en una caricia disfrazada de pacto, el contacto enviando chispas directas a la entrepierna de ambos. Nico, con el ego herido y el Malbec nublando su juicio –el vino rojo bajando como lava por su garganta, calentando su vientre y endureciendo su polla hasta doler–, apretó la mano con fuerza. "Hecho, pero si gano, vos me chupás la pija. Y lo tragás todo, cabrón." Alex soltó una carcajada que llenó el living, sellando el trato con un choque de botellas que sonó como un brindis por el pecado. "Trato, putita en potencia. Mañana vas a arrodillarte con falda y vas a rogar por mi semen."
El domingo llegó como un veredicto bíblico, el sol de la tarde quemando el césped del club de fútbol en Núñez, donde el equipo de Nico –un puñado de amateurs con más birra que talento– cayó por un gol tonto en el último minuto, un tiro libre que rebotó en el travesaño y entró como burla del destino. Nico maldijo, pateando una botella de agua vacía en el vestuario, su polla flácida sudada pegándose a los shorts, pero el nudo en el estómago era más por anticipación que por derrota. Alex lo esperaba en el auto, sonrisa lobuna, mano en el volante tamborileando como si ya estuviera bombeando algo más. "Perdiste, Nicole. Vamos a casa... hora de vestirte."
De vuelta en el departamento, el baño se convirtió en un camerino de burdel improvisado, el espejo empañado por el vapor de la ducha que Alex había encendido para "preparar el terreno". "Desnúdate, Nico. Todo. Quiero verte liso antes de transformarte en mi zorra personal." Nico obedeció a regañadientes, el corazón latiéndole en la polla semi-erecta, shorts cayendo para revelar su paquete: polla rosada colgando entre piernas vellosas, bolas apretadas por el nerviosismo, culo redondo y pálido asomando como una invitación involuntaria. Alex lo miró como a una escultura en bruto, su propia erección presionando los jeans hasta doler, glande goteando precum que manchaba la tela. "Joder, qué lindo culito tenés... depilado sería una obra maestra de culo. Siéntate en el borde de la bañera, boludo."
Sacó la maquinilla eléctrica y crema de afeitar del cajón –herramientas de su repertorio secreto de fetiches–, arrodillándose frente a Nico con una devoción que rozaba lo ritual. La espuma fría se untó primero en sus bolas, el roce de los dedos de Alex haciendo que Nico jadease, polla endureciéndose contra su voluntad, glande asomando rosado y sensible. "Relájate, putita... sentís cómo te toco? Tus huevos son tan suaves... imaginate mi lengua ahí después." La maquinilla zumbó, quitando vello en pasadas lentas y deliberadas, dejando su pubis liso y expuesto, bolas brillantes y vulnerables, el aire fresco lamiendo la piel sensible hasta que Nico gimió bajito, mano bajando instintivamente para tocarse. Alex lo detuvo con un azote juguetón en el muslo. "No toques... eso es mío ahora. Ahora, el culo: date vuelta y abrí las nalgas."
Nico se giró, de rodillas en la bañera, culo en pompa expuesto al espejo, ano fruncido rosado asomando entre nalgas firmes. Alex untó crema, dedos rozando el anillo muscular en círculos que lo hicieron temblar, un dedo índice presionando suave para "probar". "Joder, Nico... tu ano es como una cereza virgen. Relájate... solo estoy depilando." La maquinilla pasó por las nalgas, dejando piel suave y sensible, pero el dedo de Alex se hundió un poco, curvándose para rozar la próstata, enviando un rayo de placer que hizo que la polla de Nico chorreara precum en el desagüe. "¡Ah, boludo... qué hacés...!" Alex rio, sacando el dedo con un pop húmedo. "Preparándote, Nicole. Ya está liso... ahora, el maquillaje. Sentate y abrí las piernas... quiero ver cómo se te para mientras te pinto como a una puta."
Lo sentó frente al espejo, luces LED iluminando su rostro pecoso como un escenario de cabaret, y empezó con la base, untando crema en sus mejillas con toques lentos que rozaban labios, orejas, nuca. "Mirate... ya parecés una nena tímida. Ahora, delineador... ojos de zorra." El lápiz negro trazó líneas felinas en sus párpados, haciendo que sus ojos cafés parecieran pozos de inocencia corrompida, pestañas espesas acentuadas con máscara que los hacía aletear como alas de mariposa cachonda. Nico se miró, polla dura goteando en el piso, el bulto obsceno tensando el aire. "Boludo... parezco... joder, una travesti de verdad." Alex se acercó por detrás, aliento caliente en su oreja, mano bajando para pellizcar un pezón rosado hasta endurecerlo. "No una... la. Ahora, labios: abrí la boca, Nicole. Quiero pintarlos rojos como tu culo después de que te folle."
El rouge carmín cubrió sus labios carnosos, brillando húmedos y hinchados, un toque de gloss que los hacía relucir como si ya hubieran chupado verga. Sombra ahumada en los ojos, rubor en las mejillas para acentuar el sonrojo natural, y un toque de perfume barato de vainilla que Alex roció en su cuello y muñecas. "Perfecta... ahora, la peluca." La rubia platino cayó en ondas hasta sus hombros, enmarcando el rostro transformado: de chico común a diosa andrógina, vulnerable y cachonda, con pezones endurecidos pinchando el aire y polla goteando precum en chorros finos. Alex sacó del armario su arsenal: un vestido rojo ceñido de su ex, escote profundo que dejaría tetas falsas rebotando, falda corta que apenas cubriría el culo, medias de red hasta los muslos con ligueros, y tacones altos de charol negro que crujieron al ponérselos.
Nico –Nicole ahora– se lo deslizó por la cabeza, la seda rozando sus pezones sensibles como una lengua fantasma, el vestido tensándose sobre su torso delgado, escote revelando el surco falso de tetas inexistentes pero acentuando su cintura y el bulto de su polla contra la falda, que se subía con cada movimiento para insinuar el culo depilado. Las medias se enrollaron por sus piernas suaves, ligueros mordiendo la carne, y los tacones la hicieron tambalearse, culo en pompa para equilibrarse. Alex la giró frente al espejo, manos en sus caderas, erección presionando contra su trasero a través de los jeans. "Mirate, Nicole... sos una puta de lujo. Labios rojos para chupar pija, ojos de zorra para rogar semen, y ese culito liso que palpita bajo la falda. Ahora, el juego de verdad: arrodíllate y chupame la pija como la nena que sos. Es tu castigo... pero sé que lo querés."
Nico cayó de rodillas en el mármol frío del baño, el impacto enviando una onda de placer a su polla dura, que goteaba precum en la falda roja, manchando la seda como una marca de vergüenza. El vestido se arremangó solo, exponiendo medias y ligueros, culo redondo asomando como una invitación. Alex se desabrochó los jeans con deliberada lentitud, zipper bajando con un zumbido obsceno, liberando su polla: gruesa como una lata de cerveza, venosa y curvada hacia arriba, veinte centímetros de carne dura con glande ancho y rosado, venas protuberantes latiendo como serpientes enfurecidas, bolas pesadas y peludas colgando bajas, oliendo a sudor masculino y deseo crudo. "Abrí esa boca roja, Nicole. Chupala como si fuera tu caramelo favorito... lamé el glande primero, sentís el precum? Es por vos, por tu boquita de travesti."
Nico –Nicole– abrió los labios pintados, lengua rosada saliendo tentativa para lamer el frenillo salado, saboreando el precum espeso y amargo que inundó su paladar como un elixir adictivo, salado con un toque metálico de pre-semen que la hizo salivar más, babeando en el eje. "Lamé, putita... como si fuera helado derretido. Sentís las venas? Esas son las marcas de mi hambre... ahora, tragá el glande entero." Los labios carnosos se estiraron alrededor de la cabeza ancho, la piel suave del glande deslizándose contra su lengua aterciopelada, llenándole la boca con un calor palpitante que la hizo gemir vibraciones contra la carne, saliva goteando por las comisuras pintadas. Alex enredó dedos en la peluca rubia, empujando su cabeza hacia adelante con gentileza cruel, la polla hundiéndose centímetro a centímetro hasta golpear el fondo de su garganta, arcadas suaves que lo hacían toser saliva goteante por el eje venoso, lágrimas brotando de sus ojos maquillados y borrando el delineador en surcos negros por sus mejillas pecosas.
"¡Joder, qué boquita inexperta pero ansiosa! Apretá con la lengua, Nicole... ordeñame como a una vaca lechera virgen." Alex embistió despacio, caderas moviéndose en un ritmo pausado pero implacable, bolas peludas golpeando su barbilla con slap-slap húmedos y obscenos, el sonido rebotando en las baldosas del baño como un eco de burdel barato. Nico gemía alrededor de la carne, vibraciones enviando ondas de placer por el eje de Alex, su propia polla goteando precum en chorros finos que empapaban la falda roja, mano bajando instintivamente para masturbarse torpemente, dedos envolviendo el glande rosado en pumps rápidos que lo hacían jadear contra la polla en su boca. Saliva y precum chorreaban por su barbilla, empapando el escote del vestido, pezones endurecidos rozando la tela sedosa como si rogaran por atención.
"Follame la boca más profundo, Alex... soy tu puta disfrazada... chupá tu pija hasta que me ahogues en semen." Las palabras amortiguadas por la carne hicieron que Alex gruñera, acelerando el ritmo, thrusts más profundos que golpeaban su amígdala hasta que arcadas lo hacían toser, saliva burbujeando en las comisuras, garganta convulsionando en tragos involuntarios que ordeñaban el eje como un coño apretado. Sus manos bajaron a las tetas falsas del vestido, pero en realidad amasaron el pecho delgado de Nico, pellizcando pezones rosados hasta que ardían, tirando de ellos como si ordeñara leche inexistente, haciendo que él gritara –un sonido gutural y ahogado por la polla– y su culo se contrajera en anticipación, ano fruncido palpitando bajo la falda arremangada.
Alex se contuvo en el borde, sacando la polla con un pop húmedo y obsceno, glande brillante de saliva y rouge borrado, venas latiendo furiosas. "No tan rápido, zorra. Quiero tu culo virgen primero. Doblate sobre la bañera... subí la falda y abrí las nalgas como la puta que sos. Muéstrame ese ano rosado que palpita por mí." Nico obedeció, temblando de anticipación y miedo virgen, vestido arremangado con manos torpes para exponer su culo depilado y redondo, nalgas firmes separadas por dedos temblorosos, ano fruncido rosado asomando como una cereza prohibida, bolas colgando bajas y polla dura goteando precum contra el mármol frío. El espejo reflejaba la escena: Nicole arrodillada en tacones, maquillaje corrido en lágrimas negras, culo en pompa rogando penetración.
Alex escupió en su palma, untando lubricante natural en el glande ancho y el anillo muscular, dedo índice presionando el ano para dilatarlo suave, girando en círculos que lo hicieron jadear: "¡Ah, boludo... tu dedo... duele pero... joder, mete más." Dos dedos ahora, tijereteando para estirar las paredes internas, ano cediendo con pops húmedos y resbaladizos, jugos de su propia polla goteando para lubricar el camino. "Relájate, Nicole... sentís cómo te abro? Tu próstata... ahí, rozándola... vas a venirte solo por mi pija en el culo." Nico gimió, caderas empujando hacia atrás involuntariamente, ano tragando los dedos hasta la segunda falange, placer eléctrico subiendo por su columna hasta explotar en su glande, precum chorreando en chorros finos.
"Buena puta... ahora mi verga. Pedila, Nicole. Decime que querés que te rompa el culo con mi pija gruesa... que te llene de semen caliente como a una travesti de barrio." Nico suplicó, voz quebrada por el maquillaje corrido y el deseo crudo: "Fóllame el culo, papi Alex... estira mi ano virgen con tu verga venosa... haceme tu perra disfrazada, rómpeme hasta que no pueda sentarme." Alex presionó el glande ancho contra el anillo fruncido, escupiendo más saliva para lubricar, empujando lento e inexorable, el estiramiento quemando como fuego líquido mientras Nico gritaba, uñas clavándose en la porcelana de la bañera, ano tragando centímetro a centímetro la invasión venosa, paredes internas apretando como un puño aterrorizado pero ansioso.
"¡Joder, qué apretado! Tu culo me ordeña como un coño virgen en celo... empujá hacia atrás, putita, fóllate mi pija con tu ano depilado." Entró hasta la empuñadura con un thrust final que lo hizo aullar, bolas peludas golpeando su perineo con un chapoteo húmedo, y empezó a embestir: thrusts cortos al principio para que el ano se adaptara, glande rozando la próstata en cada pasada que enviaba rayos de placer cegador por su cuerpo, haciendo que su polla chorreara precum sin tocarse. Luego, más profundo y brutal, slap-slap de caderas contra nalgas resonando como palmadas en un prostíbulo, el vestido arremangado subiéndose más para exponer la unión obscena: polla venosa saliendo y entrando en el ano rosado dilatado, lubricado por saliva y jugos anales que goteaban por sus bolas.
Nico aulló, placer-dolor rasgándolo como un latigazo, mano bajando a su polla para masturbarse en sincronía frenética, dedos bombeando el eje rosado en pumps rápidos que lo llevaban al abismo. "¡Más duro, Alex! Rómpeme el culo... tu pija me llena, joder... me estira como una puta... oh, sentís mi próstata? Fóllala más!" Alex azotó sus nalgas hasta dejarlas rojas como tomates maduros, marcas de manos rojas contrastando con la piel clara depilada, mientras follaba con saña animal, glande morado masajeando la próstata hasta que Nico veía estrellas, ano convulsionando en espasmos prematuros. "¡Sí, zorra! Tu culo aprieta mi verga como un guante... córrete anal, Nicole, veníte sin tocarte mientras te sodomizo."
El clímax llegó en una cadena devastadora: Nico eyaculó primero, chorros calientes y espesos salpicando la bañera en arcos blancos, ano convulsionando alrededor de la polla en espasmos que ordeñaron a Alex como un vicio vivo, placer anal explotando en oleadas que lo dejaron temblando, lágrimas de maquillaje corrido goteando por su rostro transformado. "¡Me vengo... oh, joder, tu pija en mi culo me mata... más, no pares!" Alex rugió, embistiendo una última vez hasta la empuñadura, bolas apretándose contra su perineo: "¡Tomá mi leche en el culo, Nicole! Lleno tu ano de semen caliente... sentís cómo rebosa?" Eyaculó en torrentes potentes, semen espeso y blanco inundando su recto, rebosando en hilos viscosos que goteaban por sus nalgas depiladas, mezclándose con su propio squirt residual y saliva en un charco sagrado y sucio en el piso.
Colapsaron en el baño, Alex aún enterrado en su ano palpitante, besando su nuca maquillada con lengua posesiva y hambrienta, saboreando sudor y lágrimas. "Buena puta... sos perfecta así, con mi semen chorreando de tu culo disfrazado. Mañana repetimos, pero con lencería y un plug... y si traés a un amigo, te dejo chuparme mientras te follan." Nico, exhausto, roto en placer prohibido y adicción naciente, asintió con un gemido, ano contrayéndose alrededor de la polla flácida, semen goteando por sus medias de red: el juego había terminado, pero la rendición era eterna.

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