Mecado Pete
La joven estaba agotada después de una noche de bailar en la discoteca hasta la madrugada. Se subió al Uber, con los pies doloridos y el maquillaje corrido. El conductor era un tipo joven y atractivo, con ojos verdes y cabello oscuro.
—Llévame a mi casa, por favor —le dijo la chica con voz pastosa por el alcohol y el humo.
El conductor asintió y arrancó el auto. Pero en lugar de tomar el camino directo, se desvió por un atajo que conducía a un descampado solitario. La joven se dio cuenta tarde, cuando ya era demasiado tarde para bajarse. Se asustó y comenzó a temblar.
—Oye, ¿a dónde me llevas? No es por ahí —le reclamó con voz temblorosa.
El conductor la miró por el retrovisor, con una sonrisa lujuriosa en los labios.
—Relájate, nena. No pasa nada. Solo quiero que me des un incentivo extra por llevarte a casa.
La joven no entendió a qué se refería hasta que él detuvo el auto en medio del descampado y se dio vuelta para mirarla directamente. Se había bajado la bragueta del pantalón, sacando su miembro semi-erecto.
—Que te parece pagar con MercadoPete, ¿eh? Pues a mí me gustaria que me pagues con tu boca, putita —le dijo con voz ronca.
La chica se horrorizó. Quería gritar, pero tenía miedo. Sabía que nadie la escucharía en ese lugar. El conductor salió del auto y abrió la puerta trasera, invitándola a salir. Ella obedeció con las piernas temblorosas.
Se arrodilló en el piso sucio del descampado y tomó el pene del conductor en su mano. Era grueso y largo, y olía a sudor y sexo. La joven comenzó a mamarlo sin ganas, sintiendo arcadas al fondo de su garganta.
El hombre gruñó de placer y le sujetó la cabeza con fuerza, metiéndole más profundo la polla en la boca. La chica se ahogó un par de veces, pero no pudo zafar. Él la folló duro con la cara, embistiendo sin control hasta que se corrió con un gemido.
La eyaculación caliente y amarga le llenó toda la boca y se derramó por las comisuras de los labios. La joven tragó, haciendo arcadas, mientras el semen le chorreaba por la barbilla. El conductor le pasó un pañuelo para que se limpiara y luego subió al auto otra vez, dejándola allí tirada y sola.
Comentarios
Publicar un comentario