El hipnotizador
El hipnotizador estaba muy emocionado, no podía creer que finalmente había logrado hipnotizar a una mujer tan mayor como Susana. Con 50 años, era la mejor candidata para sus experimentos.
Mientras la hipnotizaba, el hombre se acercaba lentamente a la cama donde ella estaba recostada, mirándola con lujuria. Susana estaba completamente bajo su control, obedeciendo cada orden que él le daba. El hipnotizador comenzó a tocar su cuerpo, acariciando suavemente sus piernas.
"Desnúdate para mí, Susana", le ordenó el hombre. Susana asintió y comenzó a quitarse la ropa, exponiendo su cuerpo maduro ante la mirada hambrienta del hipnotizador.
"Ahora recuéstate y abre las piernas, quiero ver tu coño", dijo el hombre con voz ronca de deseo. Susana hizo lo que le pedía, revelando su vulva completamente desnuda ante él. El hipnotizador no pudo evitar relamerse ante la vista de aquellos pliegues rosados y húmedos.
"Métete los dedos en tu coño, Susana. Quiero ver cómo te masturbas para mí", le instruyó. Susana introdujo dos dedos en su cavidad vaginal, moviéndolos dentro y fuera mientras su pulgar presionaba su clítoris. Comenzó a gemir suavemente, perdida en la sensación de sus dedos enterrándose profundamente en su interior.
El hipnotizador se acercó aún más, bajando sus propios pantalones para liberar su pene duro. Empezó a acariciarse lentamente mientras observaba a Susana masturbarse. "Dime cuánto deseas mi verga, Susana", dijo con voz grave.
"La deseo mucho, señor", respondió ella sin dejar de tocarse. "Quiero sentir su pene dentro de mí, llenándome por completo."
"Entonces eso es lo que obtendrás", prometió el hipnotizador mientras se posicionaba entre sus piernas. Tomó su polla en una mano y la guió hasta la entrada del coño de Susana, frotando la punta contra sus resbaladizos pliegues.
Susana gritó cuando él empujó dentro de ella, su pene duro como el acero penetrándole hasta el fondo. Comenzó a embestirla con fuerza, retirándose casi por completo antes de volver a enterrarse hasta la empuñadura. Susana echó la cabeza hacia atrás, gimiendo y retorciéndose de placer debajo de él.
El hipnotizador se inclinó y tomó uno de los pezones de Susana en su boca, chupando y mordisqueando el sensible botón mientras seguía bombeando dentro y fuera de su coño. Susana enredó sus dedos en el cabello del hombre, instándole a continuar mientras el placer la inundaba.
"Quiero que me cojas el culo", le dijo el hipnotizarro a Susana después de un rato. La mujer asintió y se dio la vuelta para presentarle su trasero. El hipnotizador se relamió ante la vista de las nalgas bien formadas de Susana.
Le dio una nalgada, dejando una marca roja en su piel. Luego tomó el pene duro como piedra y lo presionó contra el agujero del culo de Susana. Comenzó a empujar, centímetro a centímetro, abriéndose paso en su apretado recto.
Susana jadeó cuando él llegó al fondo, completamente enterrado en su trasero. Comenzó a moverse, retirándose un poco antes de volver a empujar hacia adentro. Susana gemía y gritaba mientras el hipnotizador la follaba duramente por el culo, cada embestida enviando nuevas olas de placer a través de su cuerpo.
"Eres una puta tan buena, Susana", le dijo el hombre mientras seguía cogiéndola con fuerza. "Me encanta follarme tu culo maduro."
"Sí, soy tu puta", estuvo de acuerdo Susana sin aliento. "Fóllame más fuerte, amo mi trasero."
El hipnotizador aumentó la velocidad y la fuerza de sus embestidas, golpeando su próstata con cada empuje. Susana sintió que su orgasmo se aproximaba rápidamente. Sus paredes internas comenzaron a contraerse alrededor del pene del hombre.
"Voy a llenarte el culo con mi semen", gruñó el hipnotizador mientras seguía embistiendo. "Te vas a quedar muy llena de mí."
Con unas últimas estocadas profundas, el hombre llegó al clímax, inundando el recto de Susana con su espesa esencia. La mujer gritó cuando el orgasmo la golpeó con fuerza, su cuerpo temblando incontrolablemente mientras se corría con fuerza.
El hipnotizador colapsó encima de Susana, ambos jadeando y sudorosos después de su intenso encuentro sexual. Después de un rato, se retiró lentamente del cuerpo de la mujer y comenzó a vestirse.
"Te veré pronto, Susana", dijo antes de irse. "Hay muchas más cosas que quiero hacer contigo."
Susana asintió aturdida, su mente todavía atrapada en el trance hipnótico. No podía esperar a que el hipnotizador volviera para llevarla aún más lejos en el oscuro mundo del placer.
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