La cita de Tinder
Prologo
Lucía: (hablando sola mientras desliza en Tinder) “No, demasiado musculoso... No, foto en el baño, pasamos. ¡Ay, un perro! Bueno, al menos este sonríe…” (desliza a la derecha).
(Mientras espera un match, se sirve una copa de vino. Su teléfono vibra.)
Lucía: (emocionada) “¿Diego? ¿El del perro?”
Diego: (mensaje de Tinder) “¿Hola, Lucía? Qué gusto conocerte. Parece que ambos somos fanáticos de ‘Casablanca’.”
Lucía: (tecleando rápido) “Hola, Diego. Sí, uno de mis clásicos favoritos. ¿Eres más de Rick o de Ilsa?”
Diego: “Rick, sin duda. Aunque Ilsa tiene sus razones. ¿Tú?”
Lucía: “Definitivamente Rick. Aunque admito que la primera vez lloré con Ilsa.”
Diego: “¡La primera vez! ¿Cuántas veces la has visto?”
Lucía: “Cinco. ¿Y tú?”
El Juego de la Atracción: Una Cita Inolvidable
Lucía y Diego, tras una noche de risas y conversaciones, decidieron continuar su cita en un lugar más íntimo. Diego, con una sonrisa pícara, le sugirió a Lucía que lo acompañara a su apartamento, donde podrían seguir conociéndose más profundamente.
Lucía, con una mezcla de curiosidad y nerviosismo, aceptó la propuesta. Diego la condujo hacia su apartamento, ubicado en un barrio tranquilo y acogedor. Al entrar, Lucía se sorprendió al ver el lugar, que estaba lleno de libros y obras de arte, creando un ambiente intelectual y sensual.
Diego le ofreció una copa de vino y se sentaron en el sofá, con una cercanía que invitaba a la intimidad. Lucía, con su mirada fija en los ojos de Diego, comenzó a sentir una atracción irresistible.
Diego, con una voz seductora, le preguntó a Lucía si alguna vez había experimentado una aventura sensual con alguien que acababa de conocer. Lucía, con una sonrisa traviesa, respondió que estaba abierta a nuevas experiencias.
Diego se acercó a Lucía y began a besarla con pasión. Sus labios se encontraron en un beso profundo y apasionado, mientras sus manos se entrelazaban. Lucía sentía la electricidad recorriendo su cuerpo, y no podía resistirse al deseo que ardía dentro de ella.
Diego se levantó y se acercó a Lucía, que estaba sentada en el sofá. Began a desabrochar su blusa, revelando su sostén negro y sus pechos turgentes. Lucía gimió suavemente, sintiendo la excitación crecer en su interior.
Diego continued a lamer sus pezones con suavidad, haciendo que Lucía se arqueara de placer. La joven, con una mirada seductora, se dejó llevar por la pasión de Diego. Sus manos exploraban su cuerpo, acariciando su piel suave y delicada.
Mientras Diego le practicaba sexo oral a Lucía, ella comenzó a sentir un deseo ardiente por su ano. Diego, con una sonrisa pícara, se percató de su deseo y began a besar su clítoris con suavidad. Lucía gemía con intensidad, sintiendo la doble estimulación.
Diego, con sus dedos hábiles, began a dilatar el ano de Lucía con delicadeza. La joven se contorsionaba de placer, sintiendo la penetración en su intimidad. Diego, con una mirada intensa, le susurraba al oído, diciéndole lo sexy que se veía.
Finalmente, Diego introdujo su pene en el ano de Lucía, penetrándola con suavidad. La joven gemía con pasión, sintiendo la calidez de su cuerpo. Diego la penetraba con delicadeza, haciendo que Lucía sintiera cada centímetro de su intimidad.
Mientras Diego la penetraba analmente, began a lamer la concha de Lucía con avidez. La joven, con una mezcla de placer y sorpresa, sentía la lengua de Diego en su clítoris. Diego lamía con pasión, saboreando cada centímetro de su intimidad.
Lucía, con una mirada fija en los ojos de Diego, comenzó a sentir que su clímax se acercaba. Diego aumentaba el ritmo de sus penetraciones, haciendo que Lucía se contorsionara de placer. La joven, con sus manos en la cabeza de Diego, lo guiaba en un ritmo sincronizado.
Finalmente, Lucía no pudo más y comenzó a eyacular, llenando la boca de Diego con su placer. El hombre tragaba con gusto, sintiendo el sabor salado de su semen. Lucía se relajaba, sintiendo la satisfacción de haber complacido a Diego.
Diego, con una sonrisa satisfecha, se recostó a lado de Lucía en el sofá. La joven, con una mirada pícara, se acercó a él y began a lamer su pene con delicadeza. Diego gemía suavemente, sintiendo la lengua de Lucía en su intimidad.
Lucía lamía con avidez, saboreando cada centímetro de su pene. Diego se movía con suavidad, gozando de la sensación de la lengua de Lucía en su intimidad. La joven lo miraba con una sonrisa seductora, sintiendo el poder de su habilidad.
Finalmente, Diego no pudo más y eyaculó en la boca de Lucía, llenándola con su semen caliente. Lucía tragaba con gusto, sintiendo el sabor salado de su placer. Diego se relajaba, sintiendo la satisfacción de haber complacido a su compañera.
Ambos se quedaron recostados en el sofá, con una sonrisa satisfecha en sus rostros. Lucía, con una mirada de deseo, se acercó a Diego y began a besarlo con pasión. Sus lenguas se entrelazaban, saboreando el sabor del placer y la pasión.
Diego, con una sonrisa pícara, le susurró al oído a Lucía:
¿Quieres una segunda ronda? Esta vez, te haré sentir cosas que ni imaginas.
Lucía, con una mirada seductora, respondió:
Cuento contigo, Diego. Esta noche será inolvidable.
Y así, Lucía y Diego continuaron su aventura, explorando los límites de su deseo y descubriendo nuevos placeres juntos. La cita había sido un éxito, y su conexión era más fuerte que nunca.
Diego: “Solo tres. Parece que tengo tarea.”
(Los mensajes siguen durante horas. Se ríen, comparten memes de películas y descubren que ambos aman el café y odian las citas pretenciosas. Diego sugiere algo inesperado.)
Diego: “¿Qué tal si probamos algo loco? ¿Nada de hablar aquí por una semana y nos llamamos el viernes? Ya sabes, como en los viejos tiempos, cuando la gente hablaba sin teclados.”
Lucía: “¿Hablar por teléfono? ¡Qué valiente! Acepto.”
(Una semana después. Lucía está en su departamento, mirando nerviosa el reloj. Suena el teléfono.)
Lucía: (contestando) “¿Hola?”
Diego: “¿Lucía? Soy yo. ¿Diego? ¿Recuerdas al tipo del perro?”
Lucía: (ríe) “¡Claro! Aunque empiezo a sospechar que ese perro fue tu mejor foto.”
Diego: “Eso es cruel. También puse una foto mía con gafas de sol. Muy artística.”
Lucía: “Ah, sí. La clásica ‘misterioso pero interesante’.”
Diego: (riéndose) “Exacto. Y tú tenías la de tu gato con cara de ‘juzgar humanos’. ¿Cómo se llama?”
Lucía: “Kafka. Porque es tan complicado como él.”
Diego: “Genial. Yo debería haber llamado a mi perro Hemingway. Es igual de dramático.”
Lucía: (sonriendo) “¿Entonces, qué hace un tipo que nombra perros como escritores en su tiempo libre?”
Diego: “Escribo. Freelance, artículos, críticas... aunque no siempre me aplauden por ellas.”
Lucía: “Oh, ¿debería preocuparme si algún día criticas algo mío?”
Diego: (tenso por un segundo, pero ríe) “Solo si trabajas en publicidad.”
Lucía: (con un ligero nerviosismo) “Qué alivio. Soy diseñadora gráfica.”
(Siguen hablando por horas, compartiendo historias y pequeñas confesiones. Lucía cuelga con una sonrisa, pensando que tal vez, solo tal vez, Tinder finalmente acertó.)
Capítulo 1: El viernes del encuentro
Lucía se miró al espejo por tercera vez.
Lucía: (hablándose a sí misma) “No. Muy formal. Esto parece una entrevista de trabajo, no una cita.”
Arrojó la blusa blanca sobre la cama ya llena de ropa descartada y rebuscó en el armario. Finalmente, sacó una camiseta negra sencilla y una chaqueta de cuero.
Lucía: (probándose) “Casual pero con onda… Sí, esto sirve. Ahora, maquillaje.”
Frente al tocador, alineó sus herramientas como si fuera a una batalla. Mascara, rubor, lápiz de labios.
Lucía: (mientras aplica lápiz labial rojo) “Ni muy cargado, ni demasiado natural. El equilibrio perfecto entre ‘me esforcé’ y ‘así luzco siempre’.”
El teléfono vibró. Un mensaje de Diego.
Diego: “¿Lista para nuestra cita del siglo? Estoy saliendo.”
Lucía: (respondiendo rápido) “Lista no, pero en proceso. Nos vemos en 30 minutos.”
Tomó su bolso, lanzó una última mirada al espejo y suspiró.
Lucía: “Bueno, Kafka, deséame suerte.”
El gato apenas levantó la cabeza desde su lugar en el sillón, indiferente.
En el bar
Diego ya estaba sentado en una mesa junto a la ventana cuando Lucía entró. Él se levantó al verla, con una sonrisa amplia y un gesto de saludo torpe que le resultó encantador.
Diego: “¡Hola, Lucía! Llegaste justo a tiempo. Iba a pedirle a la camarera que me rescatara si no venías.”
Lucía: (riendo) “¿Rescatarte? ¿De qué? ¿De tomar una cerveza solo?”
Diego: “De la humillación. No quería ser el tipo abandonado en una cita de Tinder.”
Lucía dejó su bolso en la silla y se quitó la chaqueta.
Lucía: “Tranquilo, no soy de las que hacen ghosting… al menos no en persona.”
Los dos rieron, y Diego hizo un gesto hacia el menú.
Diego: “¿Qué te provoca? ¿Cerveza, vino...? O puedo pedir algo raro para romper el hielo.”
Lucía: “Cerveza está bien. Pero si esto se pone incómodo, te aviso y pasamos al tequila.”
La camarera llegó y pidieron.
El inicio de algo más
Mientras esperaban las bebidas, la conversación fluía.
Diego: “Entonces, diseñadora gráfica. ¿Qué tipo de cosas haces?”
Lucía: “Publicidad, principalmente. Aunque prefiero proyectos más creativos, últimamente todo es... bueno, demasiado corporativo.”
Diego: “Entiendo. A veces escribir para ciertas revistas es igual. Mucho relleno, poco corazón.”
Lucía: “¿Y sobre qué escribes?”
Diego: “Cultura, cine... aunque también he hecho críticas de campañas publicitarias.”
Por un momento, Lucía sintió que algo se tensaba en el ambiente, pero lo ignoró.
Lucía: “Bueno, espero que nunca te toque criticar una de mis campañas.”
Diego: (riendo nervioso) “Eso espero. No quiero arruinar nuestra primera cita.”
Lucía notó su sonrisa, un poco más contenida ahora. Decidió no indagar demasiado.
Las bebidas llegaron, y con cada sorbo, las risas aumentaban y las palabras fluían con más facilidad. Diego hizo una broma sobre las fotos de perfil de Tinder, y Lucía casi escupe su cerveza.
Al final de la noche, Diego acompañó a Lucía hasta la puerta del bar.
Diego: “¿Nos volvemos a ver?”
Lucía: “Dependerá de si sobrevives al artículo crítico que escribiste sobre una campaña mía.”
Diego se detuvo, sorprendido.
Lucía: (sonriendo) “Sí, lo sé. ‘El fracaso visual de la última campaña de Café del Sur’. Tu nombre estaba en los créditos.”
Diego: “¡Ay, no!”
Lucía: “¿Ay, no? Mira el lado positivo. Al menos ahora sabes que yo tampoco olvido fácilmente.”
Los dos rieron, y mientras Diego le sujetaba la puerta, Lucía sintió algo inesperado: ganas de volver a verlo, incluso si todavía tenía ganas de discutirle esa crítica.
El Juego de la Atracción: Una Cita Inolvidable
Lucía y Diego, tras una noche de risas y conversaciones, decidieron continuar su cita en un lugar más íntimo. Diego, con una sonrisa pícara, le sugirió a Lucía que lo acompañara a su apartamento, donde podrían seguir conociéndose más profundamente.
Lucía, con una mezcla de curiosidad y nerviosismo, aceptó la propuesta. Diego la condujo hacia su apartamento, ubicado en un barrio tranquilo y acogedor. Al entrar, Lucía se sorprendió al ver el lugar, que estaba lleno de libros y obras de arte, creando un ambiente intelectual y sensual.
Diego le ofreció una copa de vino y se sentaron en el sofá, con una cercanía que invitaba a la intimidad. Lucía, con su mirada fija en los ojos de Diego, comenzó a sentir una atracción irresistible.
Diego, con una voz seductora, le preguntó a Lucía si alguna vez había experimentado una aventura sensual con alguien que acababa de conocer. Lucía, con una sonrisa traviesa, respondió que estaba abierta a nuevas experiencias.
Diego se acercó a Lucía y began a besarla con pasión. Sus labios se encontraron en un beso profundo y apasionado, mientras sus manos se entrelazaban. Lucía sentía la electricidad recorriendo su cuerpo, y no podía resistirse al deseo que ardía dentro de ella.
Diego se levantó y se acercó a Lucía, que estaba sentada en el sofá. Began a desabrochar su blusa, revelando su sostén negro y sus pechos turgentes. Lucía gimió suavemente, sintiendo la excitación crecer en su interior.
Diego continuo a lamiendo sus pezones con suavidad, haciendo que Lucía se arqueara de placer. La joven, con una mirada seductora, se dejó llevar por la pasión de Diego. Sus manos exploraban su cuerpo, acariciando su piel suave y delicada.
Mientras Diego le practicaba sexo oral a Lucía, ella comenzó a sentir un dedo deslizandose por su ano. Diego, con una sonrisa pícara, se percató de su deseo y continuo besando su clítoris con suavidad. Lucía gemía con intensidad, sintiendo la doble estimulación.
Diego, con sus dedos hábiles, contiuaba dilatando el ano de Lucía con delicadeza. La joven se contorsionaba de placer, sintiendo la penetración en su intimidad. Diego, con una mirada intensa, le susurraba al oído, diciéndole lo sexy que se veía.
Finalmente, Diego introdujo su pene en el ano de Lucía, penetrándola con suavidad. La joven gemía con pasión, sintiendo la calidez de su cuerpo. Diego la penetraba con delicadeza, haciendo que Lucía sintiera cada centímetro de su intimidad.
Mientras Diego la penetraba analmente, con los dedos pajeaba la concha de Lucía con avidez. La joven, con una mezcla de placer y sorpresa, sentía los dedos de Diego en su clítoris. Diego los movia con pasión, enchastrandose en cada centímetro de su intimidad.
Lucía, con una mirada fija en los ojos de Diego, comenzó a sentir que su clímax se acercaba. Diego aumentaba el ritmo de sus penetraciones, haciendo que Lucía se contorsionara de placer.
Finalmente, Lucía no pudo más y comenzó a acabar, llenando los dedos de Diego con su placer. El hombre le metia los dedos en la boca, para que ella saboree su propio flujo. Lucía se relajaba, sintiendo la satisfacción de haber complacido a Diego, que se retiraba suavemente de su culo, para meterle la pija en la boca. Diego gemía suavemente, sintiendo la lengua de Lucía limpiandole su miembro.
Lucía lamía con avidez, saboreando cada centímetro de su pene. Diego se movía con suavidad, gozando de la sensación de la lengua de Lucía en su intimidad. La joven lo miraba con una sonrisa seductora, sintiendo el poder de su habilidad.
Finalmente, Diego no pudo más y eyaculó en la boca de Lucía, llenándola con su semen caliente. Lucía tragaba con gusto, sintiendo el sabor salado de su placer. Diego se relajaba, sintiendo la satisfacción de haber complacido a su compañera.
Ambos se quedaron recostados en el sofá, con una sonrisa satisfecha en sus rostros. Lucía, con una mirada de deseo, se acercó a Diego y began a besarlo con pasión. Sus lenguas se entrelazaban, saboreando el sabor del placer y la pasión.
Diego, con una sonrisa pícara, le susurró al oído a Lucía:
¿Quieres una segunda ronda? Esta vez, te haré sentir cosas que ni imaginas.
Lucía, con una mirada seductora, respondió:
Cuento contigo, Diego. Esta noche será inolvidable.
Y así, Lucía y Diego continuaron su aventura, explorando los límites de su deseo y descubriendo nuevos placeres juntos. La cita había sido un éxito, y su conexión era más fuerte que nunca.
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