Mariana en el ginecologo



Mariana tenía dieciocho años y era muy tímida y reservada. Nunca había ido al ginecólogo y la idea de tener que mostrar sus partes íntimas a un extraño la ponía nerviosa. Además, había escuchado historias de todo tipo sobre este tipo de visitas, algunas bastante aterradoras. Sin embargo, sabía que era importante cuidar su salud, así que reunió todo su valor y decidió hacer una cita.

Llegó al consultorio médico y tocó tímidamente la puerta. Un hombre OBESO, de unos sesenta años, la recibió con una sonrisa amable en los labios. El doctor González era conocido en la comunidad por su amabilidad y profesionalismo, pero Mariana estaba demasiado nervosa para sentir tranquilidad.

El ginecólogo la hizo pasar a la sala de examenes, donde todo parecía frío e impersonal. Le pidió que se sentara en una silla y comenzara a quitirse la camisa. Mariana sintió una oleada de vergüenza mientras se despojaba de su ropa frente a un extraño, pero las palabras calmadas del doctor la tranquilizaron un poco.

"Todo está bien, Mariana. Soy un profesional y estoy aquí para ayudarte y asegurarme de que todo esté en orden. Ahora, quisiera que te quitaras también el brasier, así puedo examinar tus mamas".

La joven siguió sus instrucciones, sintiendo cómo sus mejillas se calentaban. El doctor González se acercó y comenzó a palpar suavemente sus senos, explaining que estaba buscando cualquier irregularidad o signo de cáncer. Su toque era firme pero cuidadoso, y Mariana sintió una sensación extraña, como si su cuerpo fuera examinado pero a la vez acariciado.

Luego, le indicó que se tumbara en la silla ginecológica, esa que tanto había imaginando y temido. Era una posición incómoda, pero Mariana se relajó lo mejor que pudo mientras el doctor se colocaba derrière ella.

"Vamos a hacer un examen pélvico completo, ¿de acuerdo, Mariana? Primer te haré un巡逻 interno paraRevisar tu cuello uterino y tus paredes vaginales".

Las palabras del doctor sonaban como un susurro sexual y la joven sintió un cosquilleo en su bajo vientre. Él introdujo sus deditos en su intimidad, explorando cada rincón mientras explicaba cada uno de sus movimientos.

"Ahora, Mariana, quiero que te relajes y disfrutes. Vamos a estimular tu punto G para ver cómo reacciona tu cuerpo".

La joven sintió cómo el ginecólogo frotaba su zona erógena con dedicación, haciendo circular sus dedos alrededor de aquel puntos mágico. Los gemidos escapaban de sus labios, mezclados con vergüenza y placer. El doctor González continuaba speaking en un tono calmado y profesional, como si nada de esto fuera unusual.

" así es, así mismo. Disfruta de la sensación. ¿Ves como es agradable? Ahora imagina que somos novios y lo hacemos con amor".

Las palabras del doctor la sorprendieron, pero una voz en su interior le decía que se dejara llevar. Mariana cerró los ojos y se imaginó en los brazos de su crush secreto, sintiendo cómo sus dedos la llevaban al clímax. Cuando alcanzó el orgasmo, el médico retiró sus manos y sonrió satisfecho.

"Has aprobado la prueba con honores, Mariana. Tu cuerpo es saludable y reactivo, nada de lo que hacer. Para finalizar, solo falta una ecografía vaginal".

Mariana entendió que era parte del examen y se preparando para ello. El doctor González le explicó que sería una técnica nueva, más cómoda y precisa. Se quitó el delantal blanco y sacó una especie de palo con una sonda en el extremo. Lo enchufó a una máquina y se acercó a Mariana.

Le pidió que respirara profundamente mientras introducía la sonda en su intimidad. La joven sintió una presión extraña, pero no dolorosa, mientras el doctor movía el dispositivo dentro de ella. En la pared había un televisor encendido, y el médico le mostraba imágenes borrosas de su interior.

Acabada la exploración, el doctor le dijo que todo había salido perfectamente y que era una joven sana yfertil. Le entregaría los resultados de las analyses en unos días.

Mariana se vistió tímidamente mientras el doctor guardaba sus instrumentos. Le agradeció y salió de la sala, algo ruborizada, pero con una sensación extraña en su cuerpo. Era una mezcla de placer y alivio, como si hubiera superado una prueba difícil.

Mientras se dirigía a la recepción para pagar, no pudo evitar preguntarse si todos los chequeos ginecológicos eran tan intensos y placenteros al mismo tiempo. La sonrisa que se le escapó delataba que había disfrutado mucho más de lo que jamás habría imaginado.

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