Le di clases privadas a un chico de 18.

 Hola, ¿qué tal? Soy Natalia, una mujer de 40 años divorciada. Trabajo dando clases de bachillerato en un instituto de Barcelona. Soy rubia, ojos verdes, 1,70 de altura y unas medidas de 110-60-90. La historia que ahora voy a contar es de una aventura con uno de mis alumnos del instituto donde doy clases. Mi horario de clases es de 8 de la mañana a 2 de la tarde por lo que tengo bastantes horas libres por la tarde. Por eso un día decidí que para vivir un poco más holgadamente, me dedicaría a dar

clases particulares a alumnos de diferentes cursos. Un día estando en clase se acercó a mi Dani, un chico de 18 años que había repetido algún curso. Era un alumno bastante bueno, pero había alguna asignatura que se le atragantaba. Como he dicho, era un chico de 18 años, moreno,

ojos negros, 1,90 de altura. Era muy tímido cuando se dirigía a algún adulto como yo u otros profesores, pero cuando se trataba de estar con sus amigos era muy extrovertido. Un día después de clase se acercó a mí y me dijo,

Natalia, ¿puedo hablar contigo? Sí, claro, dime. Verás me enterado de que das clases particulares y me gustaría que me des clases de refuerzo de estadística que es la asignatura que más se me atraganta y se acercan los exámenes finales. Vale, mira, después de la última clase hablamos, te explico precios, horarios, condiciones, etcétera. Vale, gracias. Fueron pasando las horas y llegaron las 2 de la tarde hora en la que acababan las clases. Dani se dirigió a mi mesa

y me dijo, ¿podemos hablar de mis clases particulares? Sí, claro, mira, las doy en mi casa, duran una hora y media y el precio por cada clase es de 15 euros. Tengo libre de lunes a viernes de 15.30 a 17 horas. El resto de las horas las tengo ocupadas. Vale, estoy de acuerdo, podemos empezar hoy,

me contesto. Sí, claro, le decía yo mientras le anotaba mi dirección en un papel. Y dicho esto, salí de la clase en dirección a mi domicilio. Antes de ir para casa, para en el supermercado hacer unas compras, llegué a casa y me puse a hacer la comida y comí. Estaba recogiendo la

mesa cuando llamaron a la puerta. Fui a abrir y allí me encontré a Dani. Hola, pasa, acabo de terminar de comer, te has adelantado. Si perdona, he salido antes por si no encontraba bien la dirección. Vale, no te preocupes, pasa y siéntate mientras termino de recoger y preparar

todo. No me había dado tiempo casi ni a descansar ni ponerme cómoda, estaba aún con la ropa que había llevado ese día en clase camiseta blanca ceñida, pantalón de cuero negro ceñido y botas altas marrones. Nos sentamos a la mesa y empezamos a repasar las dudas que Dani tenía. En un momento de la clase Dani me pidió parar un segundo para

ir al baño. Mientras él estaba en el baño yo fui a la cocina a tomarme un café. Dani salió a los cinco minutos colorado como un tomate y algo sudoroso. Está bien le pregunté, si si solo que

tengo algo de calor. Vale vamos a seguir. Seguimos la clase y llegó la hora de finalizar. Él se marchó a su casa y yo me dediqué a seguir dando clases a la siguiente alumna que tenía esa tarde. Al día siguiente Dani se volvió a presentar

puntual a la cita. Seguimos donde lo habíamos dejado el día anterior y se volvió a repetir lo del día anterior. En un momento puntual el chico me pidió parar para ir al baño. Salió de él otra vez colorado y algo sudoroso. Terminamos las clases y ese día yo no tenía ningún alumno

más por lo que decidí ponerme a recoger la casa. Estaba en ello pero no paraba de pensar en la actitud de Dani. ¿Qué le pasaba a ese chico cuando iba al lavabo y entonces cae. Aprovechaba el momento de ir al baño a masturbarse. Al día siguiente decidí trazar un plan. Antes de que

el chico llegara, me duche y a modo de descuido dejé olvidado mi tanga en el bidet. El chico llegó, empezamos la clase y se volvió a repetir el ritual del baño. Al rato de reanudar las clases fui yo quien le pidió parar para ir al baño. Allí me dirigí y cogí mi tanga. Efectivamente estaba pringoso. Danny lo había utilizado para secarse la corrida. Salí

como si nada, seguimos con las clases y en un momento dado dejé caer un boli al suelo, él se agachó a cogerlo bajo la mesa y yo aproveché para excitarlo. Abrí mis piernas y él pudo ver que bajo mi falda no había nada. Después de la ducha me había vestido para salir a la calle ya que tenía

que hacer unas gestiones. Me había puesto una camiseta de tirantes, una minifalda de cuero negra y mis botas marrones. Al tratar de ponerse de pie y producto del nerviosismo que le produjo la visión de mi coño en todo su esplendor, Dani se golpeó la cabeza

con la mesa. Allí grito, vaya Dani que golpe, estás bien, si no te preocupes. ¿Te ha gustado lo que has visto ahí abajo? El chico agachó la cabeza avergonzado y empezó a ponerse colorado

y nervioso. Lo cogí por la barbilla, alcé su cara y lo obligué a mirarme mientras le volvía a preguntar. ¿Te ha gustado o no? Sí. ¿Quieres probarlo? Me encantaría. Cuando me dijo esto, me puse de pie. Aparté todo lo que había sobre la mesa y me tumbé en ella, abrí las piernas y le dije.

Adelante, es todo tuyo, cómemelo. El chico se lanzó a devorar mi coño. Estuvo un cuarto de hora dedicado a ello hasta que consiguió que me corriera en su boca. Cuando termino me incorpore y lo besé a la vez que le decía.

Venga, arreglate y vete a casa. ¿Cómo? ¿No me dejas follarte? Mira vamos a hacer un trato, quedan dos días para el examen final, para animarte mañana te dejaré que me comas las tetas y pasado te la chuparé y si apruebas el examen te dejaré follarme, pero solo si apruebas. ¿Estás de acuerdo? Vale, pues venga ahora vete que tengo cosa a que

hacer. El día siguiente transcurrió con normalidad, me fui para casa, comí y llegó la hora de que Dani viniera. Me duché y me vestí con un vestido veraniego de estar por casa y sin ropa interior. Dani llegó, le di un pico y pasamos

al salón a hacer las clases de repaso. Nos ensmos a la mesa y desde un principio quise dejarle las cosas claras. Mírase que te he prometido que te dejaría comerme las tetas pero vamos a poner las cosas claras desde el principio. Lo harás a final de clase. Si en algún momento se te ocurre parar para ir al baño a pajearte o tocarme,

se acabó todo ni me comerás las tetas, ni mañana te la chuparé y mucho menos te dejaré que me fals, entendido, sí sin problemas. Vale, empecemos. Y llegados a un acuerdo nos pusimos a repasar

las fórmulas que peor se le daban y que le serían vitales para aprobar el examen. Cuando faltaban 20 minutos para acabar la clase y mientras él hacía un ejercicio que le había puesto, yo cogí y bajé los tirantes de mi vestido y me saqué las tetas. Él estaba tan concentrado que ni se dio cuenta y una vez que terminó el ejercicio levantó la vista y al verla se lanzó a orellas, mientras él estaba a lo suyo. ¿Qué era no dejar de chupar mis tetas? Yo me dedicaba a corregir el ejercicio. Para Dani, ¿qué pasa? Pregunto. Ya es la hora de acabar mi siguiente alumna estará al llegar. Vale, me contesto. Por cierto, el ejercicio está bien, sigue así y aprobara sin problema. Al día siguiente se volvió a repetir la rutina de cada día. Clase por la mañana y cuando salí fui al súper a comprar. Llegué, comí y sin volver adarme tiempo a descansar Dani se presentó ante mi puerta. Entró dándome un pico y pasamos al salón, nos sentamos a la mesa a repasar. En eso estábamos cuando Dani me interrumpió diciéndome, Natalia te puedo pedir algo. Sí dime. Verás si apruebo me dijiste que me dejarías follarte verdad? Sí, pues vale me gustaría que ese día vayas vestida de forma sensual, no hay problema me vestiré como me pidas. Seguimos con la clase y cuando llegó la hora de acabar y como no tenía más alumnos después le dije a Dani, bueno lo prometido deuda siéntate en el sofá y bájate los pantalones. El chico hizo caso y mientras se dirigía al sofá yo fui a mi habitación a coger un condón, empecé a masturbarlo y una vez tuvo la polla a tono, se lo puse y acto seguido me la metí en la boca empezando una mamada tan impresionante que el chico no tardó más de cinco minutos en correr se. Cuando acabó le di un morreo deseándole buena suerte para el examen del día siguiente y salió de casa feliz. Al día siguiente el chico hizo el examen a primera hora y al acabar las clases se dirigió al tablón de notas y pudo comprobar y había sacado un 7. Cuando me vio por el pasillo vino hacia mi corriendo y me dijo, Natalia he aprobado, enhoranuena Dani me alegro mucho por ti, gracias, ¿me darás mi premio? Claro que si lo prometido es deuda tú has cumplido y yo debo cumplir también, ven a mi casa esta tarde como cada día, por cierto me pediste que visitiera de forma especial como quieres y me vista, si toma quiero que vayas como la chica de esta foto,me dijo a la vez que me daba un papel doblado, salí del colegio y por el camino fui ojeando la foto. Era una chica vestida con unas botas mosqueteras de cuero negras que le llegaban por encima las rodillas y no llevaban nada más. Iba totalmente desnuda. De camin a casa paré en una zapatería a comprar las botas. Llegué a casa, comí, me duche y me puse las botas.



En ellos estaba cuando llamaron a la puerta. Fui a abrir y era Dani que al verme se quedó alucinado. Entró enseguida en casa y comenzó a besarme, a recorrer mi cuerpo con su lengua ipsos. Besos. Una vez estuvo saciado fuimos a la habitación,se desnudó y le hice tumbarse en mi cama. Yo me puse encima de él, le cogí la polla y la dirigí a la entrada de mi coño, no le puse condón. Estaba tan excitada y con tantas ganas de follar que no me importó que se pudiera correr dentro.

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