El novio le rompio el culo 2




Isabella, aún con el trasero dolorido por la experiencia con Miguel, decidió ir al ginecólogo para asegurarse de que todo estuviera bien. Se dirigió a la clínica, un poco nerviosa y con un leve rubor en sus mejillas.


El ginecólogo, un hombre de mirada penetrant y manos seguras, la recibió en su consulta. Era un profesional experimentado, acostumbrado a tratar con todo tipo de pacientes. Isabella le explicó su situación, con un poco de vergüenza, y el médico la entendió con una sonrisa comprensiva.


Luego de escucharla, el ginecólogo le pidió que se acostara en la camilla, y comenzó a examinarla. Con su dedo experto, palpó su culo, sintiendo la sensibilidad y el dolor que aún persistía. Isabella contuvo la respiración, sintiendo un escalofrío recorrer su cuerpo.


El médico, con una mano firme, insertó un dedo en su agujero, explorando su interior. Isabella gimió suavemente, recordando la sensación de Miguel dentro de ella. El médico, con su dedo experto, encontró la fuente del dolor.


Ginecólogo: "Parece que tienes un poco de inflamación aquí, debido a una dilatación excesiva. Pero no te preocupes, es algo normal después de una experiencia tan intensa. Vamos a examinar mejor con este especulo."


Isabella, con un poco de nerviosismo, asintió. El ginecólogo tomó un especulo, un instrumento metálico en forma de cono, y comenzó a introducirlo lentamente en su culo. Isabella sintió un cosquilleo extraño, mientras el especulo expandía sus paredes internas.


Ginecólogo: "Muy bien, mi querida, vamos a ver qué tenemos aquí. Veo que tu agujero está un poco rojo y irritado, pero no hay nada grave. Déjame ajustar el especulo para tener una mejor visión."


Con sus dedos expertos, el médico abrió cuidadosamente el especulo, expandiendo aún más las paredes de su culo. Isabella sintió un dolor agudo, pero también una sensación de vergüenza y excitación. Podía ver al ginecólogo observando atentamente su interior.


Ginecólogo: "Muy bien, veo que tienes una buena dilatación aquí. Tus paredes están bien estiradas, y puedo ver un poco de lubricación. No hay nada que no esté en su lugar. Vamos a tomar una muestra para asegurarnos, pero no te preocupes, no es nada grave."


Isabella, con los ojos fijos en el rostro del médico, podía ver su expresión de concentración. Podía sentir su mirada examinando cada centímetro de su culo. El ginecólogo, con una mano segura, tomó una muestra de su interior, haciendo que Isabella gimiera suavemente.


Ginecólogo: "Listo, ya tengo la muestra. No te preocupes, en unos días sabremos los resultados. Pero te aseguro que no hay nada de qué preocuparse. Tu culo está sano y fuerte, solo necesita un poco de descanso y cuidado."


Isabella, aunque aliviada, no podía evitar sentirse excitada y humillada al mismo tiempo. El ginecólogo, con una mirada pícara, le sonrió y le dijo:


Ginecólogo: "Recuerda, Isabella, cuida tu culo y asegúrate de no abusar de él. Es una parte muy sensible y delicada, y debe ser tratada con cuidado. Vuelve a verme si sientes algún síntoma extraño. Pero por ahora, estás en perfectas condiciones."


Isabella se vistió, todavía con un rubor en sus mejillas. El ginecólogo, con una sonrisa satisfactoria, la despidió con un apretón de manos. Isabella salió de la clínica, sintiendo un mezcla de alivio y excitación.


Y así, con una visita al ginecólogo, Isabella descubrió que su culo estaba sano, pero con una nueva sensación de excitación y humillación.



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