Curso de masajes, cap 4: Silvana




Hola, Martin. Soy Silvana, la amiga de Laura. Ella me habló de tus habilidades y de tu... 'talento especial'. Necesito un favor, algo que no muchas personas pueden hacer", dijo Silvana con una voz suave pero firme. Su cabello castaño oscuro caía sobre sus hombros, y sus ojos verdes brillaban con una mezcla de deseo y determinación.


Martin la recibió en su consultorio, y aunque no podía negar su atractivo, también notó una cierta tensión en su mirada. Silvana vestía un conjunto de lencería negra que resaltaba sus curvas generosas. Sus tetas, aunque no eran muy grandes, eran firmes y tentadoras, con pezones que parecían invitar a ser estimulados. Martin se preguntó si su pedido sería tan placentero como las otras experiencias, ya que la clienta dejaba en claro que no venia solo por masajes.


"Bienvenida, Silvana. Estoy aquí para ayudarte en lo que necesites. ¿En qué puedo serte útil?", respondió Martin con un tono profesional, aunque con un dejo de curiosidad.


Silvana se quitó su ropa, revelando un cuerpo curvilíneo y atractivo. Sus nalgas, aunque no eran tan grandes, eran firmes y redondas, y su vagina, ligeramente velluda, parecía pedir atención. Martin no podía evitar sentir una mezcla de excitación y disgusto al pensar en lo que Silvana le pediría.


"Martin, necesito que me hagas un favor -dijo abriendo las piernas", dijo Silvana con una voz directa. Su vagina, húmeda y apetecible, estaba a la vista, pidiendo ser atendida.


"Martin. mi marido me niega el sexo oral. Y yo lo necesito", dijo Silvana, con una voz entrecortada.


Martin, con una mezcla de deseo y disgusto, se arrodilló frente a ella. Su pene, aunque no estaba completamente erecto, comenzaba a reaccionar a la vista de Silvana. Con una mano, comenzó a masajear sus tetas, haciendo que Silvana gimiera suavemente.


"Oh, Martin... así, más fuerte. Me gusta", musitó Silvana, sintiendo una oleada de placer.


Martin, con una mirada intensa, se concentró en su tarea. Su lengua experta comenzó a recorrer la vagina de Silvana, lamiendo cada centímetro de su piel. Sus labios carnosos envolvían su clítoris, haciendo que Silvana arqueara su espalda en un éxtasis de placer.


"Oh Dios, Martin... siento que voy a explotar. No puedo creer lo que estoy sintiendo", gemía Silvana, sintiendo cada toque de su lengua.


Martin, aunque no podía negar su propia excitación, también sentía un cierto disgusto por lo que estaba haciendo. Sabía que lo hacía por el dinero, pero también por la satisfacción de complacer a Silvana.


"dejate llevar, Silvana. Relajate", dijo Martin, y con un último esfuerzo, su lengua se movió con intensidad, haciendo que Silvana gritara de placer.


Su lengua, húmeda y experta, había llevado a Silvana al borde del éxtasis, y ella, con una sonrisa satisfecha, se dejó caer sobre la mesa de masajes.


"Eres increíble, Martin. Nunca había sentido algo así. Me has dejado totalmente satisfecha", dijo Silvana, todavía con la respiración agitada.


Martin, con una mezcla de emociones, se levantó y se vistió. Aunque había cumplido con el pedido de Silvana, también se sentía un poco sucio y confundido.


"Gracias, Silvana. Me alegra haberte complacido. Espero que vuelvas pronto", dijo Martin, con una sonrisa forzada.


Silvana se vistió y, con una mirada seductora, se despidió. Martin la observó partir, sabiendo que había añadido otra experiencia a su lista, pero también sintiendo una cierta insatisfacción por haberlo hecho por dinero.



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