Curso de masajes, cap 1: Elena




Martin, con su mirada seductora, había preparado el escenario perfecto para su consulta de masajes. Las velas aromáticas creaban un ambiente íntimo y relajante, mientras que la música suave sonaba de fondo, invitando a la sensualidad. Esperaba con impaciencia a su primera clienta, la misteriosa Elena.


De repente, la puerta se abrió y ella apareció, con sus cabellos rubios cayendo sobre sus hombros como una cascada dorada. Vestía un elegante vestido negro que apenas cubría sus curvas seductoras. Sus grandes tetas se marcaban bajo la tela, y sus nalgas parecían invitar a ser tocadas. Martin tragó saliva, sintiendo una oleada de deseo.


"Hola, Martin. Soy Elena", dijo ella con una voz suave y seductora. Su acento elegante agregaba un toque de sofisticación a su personalidad.


"Bienvenida, Elena. Por favor, ponte comoda en la camilla, quitate el vestido. Comencemos con el masaje", respondió Martin, con un tono tranquilo pero firme.


Elena se quitó el vestido, revelando una lencería roja que resaltaba su figura. Sus tetas se movían suavemente, invitando a ser acariciadas. Martin no podía apartar su mirada de ellas.


"Oh, Martin... tus manos son mágicas. Me siento tan relajada", susurró Elena, cerrando los ojos y disfrutando del masaje.


Martin empezó a masajear sus hombros, bajando lentamente hacia su espalda. Sus manos expertas recorrían cada curva, haciendo que Elena emitiera suaves gemidos de placer.


"Ah... sí, así... más fuerte", pidío ella, con una voz entrecortada.


Martin, obedeciendo a su deseo, intensificó la presión de sus manos. Sus dedos se deslizaban por su espalda, bajando hasta llegar a sus nalgas. Con sus manos, comenzó a darles una buena paliza, haciendo que Elena arqueara su cuerpo en un delicioso éxtasis.


"Oh dios mío, Martin... Me estás volviendo loca", gemía Elena, sintiendo cómo su excitación aumentaba.


Sin previo aviso, Martin bajó la bombacha de Elena, revelando su vagina húmeda y deseosa. Sus labios rosados estaban ligeramente hinchados, pidiendo ser tocados. Elena, sin dudar, le bajo el short a él y comenzó a chuparle el pene con pasión.


"Oh, sí, chúpalo, mi amor. Chúpalo que te gusta", Martin susurraba entre gemidos.


Elena, con su lengua experta, recorría cada centímetro de su pene. Sus labios carnosos lo envolvían, haciendo que Martin sintiera un placer indescriptible. Ella sabía exactamente cómo complacerlo, y lo hacía con una destreza que lo dejaba sin aliento.


Mientras ella lo chupaba, Martin no podía resistirse a explorar su cuerpo. Con una mano, introdujo dos dedos en la vagina de Elena, haciendo que ella gimiera aún más fuerte. Con la otra mano, masajeaba su clítoris con movimientos circulares, llevando a Elena a un nivel de placer que jamás había experimentado.


"¡Oh, Martin, no puedo más! ¡Voy a explotar!" gritó Elena, mientras sus ojos se llenaban de placer.


Martin, en un impulso de pasión, eyaculó en la boca de Elena. Su semen caliente y espeso llenaba su boca, y ella, con una sonrisa traviesa, lo tragó todo.


"Eres increíble, Martin. Nunca había sentido algo así", dijo ella, todavía con la respiración agitada.


Martin, con una sonrisa pícara, respondió: "Gracias, Elena. Me alegra haberte complacido. Estoy seguro de que nuestra próxima sesión será aún más intensa".


Elena se vistió y, con una mirada seductora, se despidió. Martin la vio partir, sabiendo que había encontrado una clienta adicta a su toque único.



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