Roberto y Luciana
Roberto y Luciano eran dos amigos de la infancia, siempre habían estado unidos por un lazo inquebrantable. Un día, mientras estaban en casa de Roberto, este tuvo una idea un tanto peculiar.
—Oye, Lu, tengo una cosa que quiero que hagas por mí, es una especie de fantasía que siempre he tenido...—dijo con voz seductora, apoyándose en el marco de la puerta— Me gustaría que te vestieras con la ropa interior de tu hermana y que te maquillaras como si fueras una chica.
Luciano se quedó pensando unos segundos, dudoso ante la propuesta de su amigo. Pero su curiosidad y confianza en Roberto eran mayores, así que aceptó.
Juntos se dirigieron al dormitorio de la hermana de Luciano, abrieron el armario y Roberto ya sentia una el comienzo de una ereccion mientras buscaba entre las tangas de la hermana de su amigo. Al fin eligio una sexy lingerie color rosa chicle. Luciano se sintió extraño poniéndose aquellas prendas, pero la curiosidad le animaba a seguir adelante. Se desnudo y Roberto le ayudó a ponerse las braguitas, el sujetador push-up y un short muy ajustado. Luego tomaron prestada la barra de labios y el rizador de pestañas de su hermana. Luciano se miró en el espejo, sintiéndose un tanto ridículo pero a la vez intrigado por la situación.
—Venga, no te quedes ahí parado como un tonto. Bájate las pantalones y ponte cómodo que quiero ver como te queda la tanguita—dijo Roberto con una pícara sonrisa en los labios mientras se sentaba en el borde de la cama.
Luciano obedeció, sintiendo cómo una sensación extraña le invadía el cuerpo. Se quitó la ropa de abajo y se quedó en su ropa interior femenina, con las piernas cruzadas y algo sonrojado.
Roberto se acercó a él, olisqueando su cuello con una sonrisa lasciva. Luego se arrodilló ante Luciano y comenzó a besar su abdomen, haciendo que este sintiera un cosquilleo extraño y agradable a la vez. Sus manos se posaron en las caderas de su amigo, acercando su rostro al sexo de este.
Luciano sintó un pinchazo de miedo en el estómago, pero la sensación de los labios de Roberto en su entrepierna lo hipnotizó. Este le bajo un poco la tanga, lamió sus bolas con cuidado, chupó su miembro con ganas, haciendo que Luciano sintiera un placer desconocido hasta ahora.
Roberto chupó con habilidad, saboreando cada centímetro de su polla, mientras sus manos expertas le tocaban los huevos. Luciano siente que nunca había experimentado nada igual, su cuerpo tenso y sus gemidos se hicieron presentes en la habitación.
Y entonces, Roberto le pidió lo impensable. —Acaba que me la trago toda, Luciano— Le dijo con voz ronca y seductora a la vez. Luciano nunca lo había hecho, pero algo le impulsaba a cumplir con la petición de su amigo.
Así que cuando Luciano se corrió en su boca, Roberto la mantuvo abierta y tragó su semen con cuidado. Una sensación extraña y algo asquerosa se mezcló con el placer que aún recorre su cuerpo.
Ambos se quedaron satisfechos tras la escapada knapp, mirándose con una sonrisa pícara.
Roberto se acercó de nuevo a Luciano, que aún se sentía algo sonrojado por su anterior encounter. Pero el morbo y la curiosidad le animaban a seguir descubriendo nuevos placeres con su amigo.
—Venga, lucio, déjame probar algo más—dijo Roberto con una mirada pícara, haciendo que Luciano sintiera un cosquilleo en el estómago— Confía en mí, te gustará.
Le tendió la mano y Luciano la tomó, dejando que su amigo lo guiara hasta la cama. Roberto fue delicado y experto mientras se tumbaba boca arriba junto a Luciano. Este último sintía una mezcla extraña de sensaciones, algo de miedo pero sobre todo curiosidad.
Roberto comenzó a acariciar su culo, besándolo y susurrándole al oído palabras obscenas que hacían que Luciano se excitará aún más. Luego sacó un frasco de lubricante de un cajón de la mesilla y comenzó a apliCarlo en los alrededores del ano de Luciano.
Este sintió un cosquilleo extraño en aquella zona, algo que nunca había experimentado. Roberto introdujo un dedo, haciendo que Luciano apretara los músculos por la sorpresa. —Relájate, chiquito— le dijo con voz calmada mientras añadía otro dedo, dilatando su ano con cuidado.
Luciano sintó un dolor sano, mezclado con un placer inusitado. Gemía bajito, mientras sus manos se aferraban a la sabanas de la cama. Roberto continuó su trabajo, adding un tercer dedo y abriéndole poco a poco.
—¿Cómo estás, putita?—susurró Roberto mientras besaba su cuello— ¿Te gusta que te ablucione el culito, eh?
Luciano no sabía muy bien cómo responder, pero el placer que sintía era sobrecogedor. Aceptó todo aquello con un sencillo gesto de cabeza mientras sintía cómo Roberto se quitaba los pantalones.
Entonces, este se colocón detrás de él, y Luciano sintió la punta de su miembro rozando su entrada. Un chillido escapó de su boca al sentir la fuerte embestida, pero Roberto iba con cuidado, dejando que su amigo se acostumbrara a la nueva sensación.
—Ahhh, puta del culo, ¿eh?—insistía Roberto mientras медіана con fuerza, haciendo que Luciano viera estrellas con cada embate. La sensación de ser penetrado le encantó, su miembro se había erigido de nuevo y gemía sin parar, disfrutar del momento.
Roberto le agarró las manos y las unió encima de su cabeza, haciendo que Luciano sintiera aún más la posesión de su cuerpo. —Así, estas buena mi putita, jódete bien este rabo—le susurraba Roberto mientras aumentaba el ritmo, sudando por el esfuerzo y la pasión desatada.
No tardó en correrse de nuevo, esta vez en lo más profundo de Luciano, que sintió cómo el calor del semen le inflamaba las entrañas. Roberto se quedó tumbado a su lado, respirando agitado mientras dejaba que su amigo se tranquilizara.
Luciano no sabía muy bien qué pensar, pero había disfrutado como nunca y estaba agradecido por la experiencia. Roberto había logrado que descubriera una nueva faceta de su sexualidad, y juntos habían creado un recuerdo imborrable.
Sexycuentos
Comentarios
Publicar un comentario