Elena va al ginecologo para controlar su embarazo




Elena arrivé al consultorio del doctor García puntual como siempre. Su embarazo avanzaba y quería asegurarse de que todo estaba bien, así que entró en la habitación con una sonrisa nerviosa.

El doctor, un hombre maduro y de aspecto afable, la recibió con amabilidad. Le indicó que se desvistiera y se tumbara en la camilla y ella comenzó a despojarse de su abrigo, sintiendo la timidez habitual en aquellas situaciones.

Una vez colgada la campera en el perchero, dejó al descubierto su barriga embarazada, que ya comenzaba a mostrarse generosa. El doctor le pidió que se quitara también la camisa, y Elena obedeció, revelando sus senos ya algo caídos pero aún atractivos, cubiertos por un delgado sosten.

Lo quito cuidadosamente, sintiendo algo de vergüenza al mostrarse tan expuesta. Pero la amabilidad del doctor la tranquilizaba, además, estaba acostumbrada a estas revisiones.

Se quitó también el pantalón vaquero, dejando al descubierto sus piernas bien formadas, que terminaban en unas bragas blancecinas de algodón. El doctor la miraba con atención cuando se quito las bragas, soltando un leve susurro de admiración al verla tan hermosa.

Finalmente, se quitó las zapatillas y los calcetines, quedando totalmente desnuda bajo la camilla, con algo de rubor en las mejillas. El doctor se acercó con una sonrisa y comenzó su examen...


—Vamos a comenzar con el examen mamario, si señor—dijo el doctor García mientras colocaba sus manos sobre los senos de Elena.

Esta sintió una extraño cosquilleo al sentir su tacto experto, sus manos firmes pero cuidadosas le realizaban un masaje suave, mientras sus pechos se elevated ligeramente debido a la presión.

El doctor comprobaba la forma, el tamaño y la consistencia de ambos senos, apretándolos suavemente ynotando sus reactions. Elena sintía cómo se excitaaban sus pezones, algo que no podía evitar durante aquellas caricias expertas.

García le toca los pezones con cuidado, notando cómo se ponían erectos bajo su contacto. —Veamos su sensibilidad—dijo mientras los rozaba con los dedos, haciendo que Elena sintiera un placer inesperado.

Sus dedos expertos los estimulaban con cuidado, alrededor y sobre ellos, mientras su otra mano continuaba masajeando su otro pecho. La miraba a los ojos mientras lo hacía, disfruten do de su reacción.

Elena jadeaba levemente, sus ojos se cerraban solitos ante aquel placer inesperado. Notaba cómo sus pezones se ponían duros como piedras, y un calor extraño le recorría el cuerpo.

El doctor continuaba su examen, apretando ligeramente, recounts y volviendo a estimular los pezones con sus dedos. Quería comprobar su sensibilidad y reacción, y la de Elena era excelente.

Luego pasó al otro pecho, repitiendo la operación mientras su paciente gozaba de su atención. La miraba con una sonrisa pícara, disfrutando del momento y de aquellos senos que tenía ante sí.

Elena sintía cómo su cuerpo se calentaba, un calor entre sus piernas que no podía ignorar. El Doctor le había tocado los pechos a otras mujeres, eso lo sabía, pero aquello no quitaba el morbo de la situación.

Y es que había algo en sus manos que la gustaba, quizás la experiencia, o quizás el hecho de estar embarazada hacía que todo su cuerpo estuviera más sensible de lo habitual. Sea como fuera, estaba disfrutando del momento.


El doctor García decidió pasar al examen pélvico, así que le pidió a Elena que se pusiera en posición ginecológica. Esta obedeció, sintiendo algo de vergüenza en su situación tan expuesta, pero el morbo de la situación la excitaba también.


Una vez bien situada, el médico introdujo dos dedos en su intimidad, buscando palpar sus ovarios. Elena sintió un cosquilleo extraño, casi eléctrico, mientras sus manos expertas manipulaban su sexo con cuidado.


García movía sus dedos con habilidad, buscando las reacciones de su paciente. Elena sentía un placer culposo, algo que no debía disfrutar, pero que le resultaba irresistible.


El doctor apretaba ligeramente los lados de su vagina, mientras su otra mano masajeaba su barriga baja. Elena no podía evitar gemir leve y entrecortadamente, algo que él pareció animar con una sonrisa.


—Todo parece estar en orden—dijo mientras retiraba sus dedos, que estaban empapados por los fluidos de Elena. Esta sintó una extraña sensación de pérdida al retirarlos, algo que el médico pareció notar.


Sin decir nada, metió de nuevo sus dedos en su sexo y comenzó a masturbarla suavemente. Elena sintó un placer inesperado, sus ojos se abrieron de par en par mientras sus manos buscaban algo que agarrar en la camilla.


García sabía lo que hacía, y su experiencia le permitía saber cómo aliviar las tensiones de sus pacientes. Y es que había algo en aquel embarazo que le hacía comportarse así, algo que le incitaba a disfrutar con aquellas mujeres.


Elena sentía cómo sus músculos vaginales se contraían alrededor de sus dedos, gozando del contacto y el placer que él le proporcionaba. Jamás había experimentado algo así con su marido, quizás por el morbo de la situación o quizás porque el doctor tenía un don especial.


Su otra mano continuaba masajeando su barriga, sintiendo las patadas del bebé que pronto nacería. Aquello le recordaba la razón de su visita, pero el placer que le estaba dando García la hacía perderse en el momento.


Cuando Elena sintió que no podría más, se corrió con fuerza, arqueando la espalda y apretando las sábanas con las manos. El doctor continuo sus movimientos, sin prisas, mientras disfruta del spectaculo que tenía ante sí.


Elena jadeó fuertemente, intentando controlar su respiración mientras sus músculos se relajaban. El médico retiró sus dedos nuevamente, limpiándolos con cuidado antes de proseguir.


Sin perder tiempo, el doctor García se dispuso a examinar el clítoris de su paciente. Sabía lo sensible que podía ser esa zona, y disfrutaba descubriendo las reacciones de cada mujer.

Se colocón frente a Elena, que estaba algo sonrojada y aún recuperándose del orgasmo anterior. Con cuidado, comenzó a tocar su monte de Venus, abriendo los labios vaginales para descubrir aquel botón escondido.

Elena sintó un cosquilleo al momento, una sensación extraña en su zona más íntima que la hacía jadean levemente. El doctor la miraba fijamente, con una mezcla de admiración y deseo en sus ojos.

Sus dedos expertos comenzaron a estimular su clítoris con pequeños toques, haciendo que Elena sintiera un placer inesperado. Cada vez que aquel dedillo le rozaba, un escalofrío le recorría todo el cuerpo.

García notaba cómo su paciente se ponía cada vez más excitada, sus jadeos eran música para sus oídos. Así que decidió intensificar un poco el examen... comenzó a pasar su lengua por los labios menores, saboreando sus fluidos y notando lo húmeda que estaba. Elena sintió un placer inmenso, sus manos se apretaron con fuerza sobre la camilla mientras un gemido ahogado salía de su boca.

El doctor chupó su clítoris con cuidado, estimulandolo con la lengua mientras sus dedos trabajaban en su interior. Elena sintía cómo se vuelven a contraer sus músculos vaginales, aquel placer era demasiado para ella.

Sus gemidos se hicieron más fuertes, casi chillidos, mientras su cuerpo se arqueaba sin que pudiera controlarla situación. El médico la sostuvo con una mano para que no se levantara de la camilla, mientras continuaba lamiendo y chupando su intimidad con ganas.

Elena llegó a un orgasmo imposible de contener, gritó con fuerza mientras sus piernas se apretaban alrededor de la cabeza del doctor. Este la sujetó con fuerza para que no se hiciera daño, mientras gozaba viéndola gozar.

Se corrió con tanto ímpetu, que el líquido salía disparado contra el pecho del médico, que disfruto de aquel regalo con una sonrisa pícara. Elena, por su parte, se quedó tumbada en la camilla, intentando recuperar el aliento."


¡Qué tal! Tenemos una parte un tanto peculiar, pero que sin duda promises. Te dejo con la quinta parte del relato:


"El doctor García se limpió los restos de fluidos que tenía en el pecho y se acercó a su paciente con una sonrisa profesional. Le indicó que se tumbara de nuevo y fingió realizar un examen ginecológico normal.


Elena, aún recuperándose del orgasmo, se dejó caer en la camilla con una sonrisa tímida. No sabía a qué venía tanto secretismo, pero el doctor parecía disfrutar con la situación, así que ella también se dejó llevar.


García comenzó a examinarla por encima, midiendo su temperatura y pulsaciones con cuidado, mientras Elena se dejaba hacer. Notaba cómo el médico la observaba con deseo contenido, pero aparentaba profesionalidad.


—Vamos a revisar tu zona anal—dijo finalmente, sacando un guante de latex y un lubricante.


Elena sintió un escalofrío al oír aquellas palabras, algo que el doctor pareció noter, ya que le dedicó una sonrisa tranquilizadora. —Es parte del examen, no te preocupes—agregó, abriendo el tubo de lubricante.


Ella sintó algo de temor, pero el doctor fue cuidadoso al aplicar el gel en su zona anal, explicandole que era para dilatarla y poder introducir los dedos sin dolor.


Una vez lista, García comenzó a introducir un dedo cuidadosamente, mientras hablaba de cosas triviales con su paciente, como si aquello fuera una revisión más.


Pero Elena sabía lo que querían decir aquellas caricias en su zona más íntima, y es que el doctor era un hombreperin. Disfrutaba haciendo gozar a sus pacientes, y ella era su última conquista.


Sintió cómo su dedo se introducía cada vez más, hasta tocar una zona que le hizo internacionalmente saltar. Era extraño, pero también excitante.


El doctor movía su dedo con cuidado, buscando alguna reacción en particular. Elena sintía un placer culposo, pero que le encantaba, y es que aquello era una situación tan pecaminosa, que no podía evitar gozarr.


Cuando sintio que iba a llegar al orgasmo de nuevo, García retiró su dedo con rapidez y se limpió las manos. Se levantó de su asiento y se acercó a una carpeta con papeles, simulando escribir algo en su historial clínico.


Elena se vestía con algo de rubor en las mejillas, mientras el doctor guardaba las cosas que había utilizado en un cajón con cuidado. Ambos sabían que aquello no terminó, pero mantenían la apariencia de una consulta normal."



El doctor García se acercó de nuevo a la camilla con una sonrisa pícara, sabiendo lo que le gustaba a su paciente. Le pidió que se tumbara de nuevo, y esta obedeció con curiosidad.


Soltó un gemido involuntario cuando el médico le introdujo el especulo en la vagina, ampliando su entrada para poder ver con claridad. Elena sintó una sensación de apertura extraña, pero el doctor le aseguró que era parte del proceso.


García encendió una luz y comenzó a examinar su interior con cuidado, buscando cualquier irregularidad. Elena sintía las miradas del doctor en sus partes más íntimas, algo que le excitaba sobremanera.


Para aliviar aquellas tensiones, el médico comenzó a masturbarla con una mano, mientras con la otra empezaba a estimular sus pechos con cuidado. Elena sintía cómo se excitaaban sus pezones de nuevo, disfrutan do del contacto del doctor.


Este le tocaba los senos, los apretaba suavemente y estimula sus pezones con los dedos, mientras ella gozaba del placer de sus manos. La miraba a los ojos con una sonrisa pícara, disfruten do del momento.


—Todo parece estar correctamente—dijo mientras retiraba el especulo con cuidado. Elena sintió un alivio momentáneo, pero el hueco pronto fue ocupado por los dedos del doctor de nuevo.


Este vez, García introducía tres dedos con cuidado, moviéndolos ligeramente para estimular su interior. Elena jadeaba y gemía suavemente, sus manos buscaban algo a lo que agarrarse mientras él la tocaba.


El médico continuó con su técnica expertas, masturbandola y tocándole los pechos con cuidado. Ella gozaba de su atención, sintiendo cómo el placer se apoderaba de su cuerpo una vez más.


Su otra mano regresaba a sus pechos, apretando sus pezones entre los dedos con fuerza. El doctor la miraba con deseo, disfrutando de cada reacción suya.


Elena no pudo aguantar más, y se corrió entre los dedos del doctor, gritando ligeramente mientras su cuerpo se arqueaba. Este continuó sus movimientos, sin parar ni un segundo, mientras una sonrisa de satisfacción se dibujaba en su rostro.


Finalmente, Elena no pudo más y pidió que parara. El doctor se retiró con una sonrisa satisfecha, mientras ella intentaba recobrar el aliento, sonrojada y satisfecha.


Se pusieron de pie y el médico le ayudó a vestirse, comportándose como si nada hubiera pasado. Elena, algo sonrojada, se despidió con una sonrisa y salió de la consulta, sin saber que el doctor había encontrado en ella a su paciente favorita.



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