La primera vez fue por el culo



 El que dijo eso de que "el que no tiene vergüenza en cualquier sitio almuerza" debía de estar profetizando mi llegada al mundo. Puede que al nacer no me fuera otorgado el don de la belleza o el de la inteligencia, pero siempre tuve picardía suficiente para colarme en cualquier parte y conseguir casi todo lo que me proponía.


Ya de niño dominaba a mis padres como se me antojaba, aunque no me costó demasiado. Tardaron tanto en lograr el embarazo por el que llevaban años rezando que nunca fueron capaces de negarme nada. Aun así, con el tiempo fui perfeccionando la manera de salirme siempre con la mía para que me diera resultado también fuera del hogar.


Mi carácter extrovertido me sirvió para cosas tan interesantes como caer en gracia a los profesores, lo que me permitió ir aprobando por los pelos, incluso cuando parecía que no lo iba a conseguir. Era el típico graciosillo de la clase, pero había aprendido bien cuándo debía de callarme y a quién era oportuno hacerle la pelota.


Con las chicas me ocurría algo similar. Era consciente de que si dependía únicamente de mi físico iba a ligar entre poco y nada, así que acabé tengo entrando la fórmula para hacer que se fijarán en mí. Aunque eso funcionaba solo al principio, con el paso de los años, cuando la mayoría se volvieron frías y superficiales, dejé de tener tanto éxito.


Aquello empezó a marcar mi declive en algunos sentidos. Seguía siendo el mismo chaval que aprovechaba cualquier oportunidad para conseguir lo que se propone, pero el hecho de que las muchachas ya no me dieran bola mermó mucho la confianza en mí mismo. El futuro ya no pintaba tan bien sin la posibilidad de meterla con facilidad.


La imposibilidad de ligar, unido a que nunca había tenido una vocación clara, hizo que me planteara tomarme un año sabático en cuanto terminara el instituto. Sabía que mis padres no les haría ninguna gracia, pero también era consciente de que no se atreverían a negármelo. Al menos mi madre trató de disuadirme con sutileza.


- ¿Cómo vas a estar un año entero sin hacer nada?


- Llevo desde los tres años en el colegio, ya toca descansar un poco.


- Hijo, tampoco es que te hayas matado a estudiar.


- Porque estaba harto de todo, por eso mismo necesito parar.


- Pero ¿cuál es exactamente tu intención?


- Estar por casa, dormir... ya iré viendo.


- Lázaro, prométeme que será solo un año.


- Claro, mamá, si seguro que me acabaré aburriendo.


Eso acabó siendo cierto, pasar tanto tiempo en casa me aburría, pero peor me parecía la idea de retomar los estudios o buscar trabajo, de modo que me fui escaqueando hasta que ya mis padres dejaron de insistir. En mi habitación tenía todo lo que necesitaba, especialmente desde el momento en que adquirí cierta adicción.


Siempre fui bastante pajillero, decir lo contrario sería mentir, aunque no solía recurrir al porno, prefería montarme mis propias películas para estimularme. Pero, en algunas ocasiones, sí me apetecía recrearme con el morbo de ver a dos personas follando. Fue así cómo conocí a Lola Foxx y mi vida cambió por completo.


Me estaría quedando exageradamente corto si digo que me obsesioné con esa actriz porno. Había muchas cosas que me atraían de ella, desde su manera de moverse hasta la forma en la que miraba a la cámara cuando follaba, pero lo que me hipnotizaba era su enorme y perfecto culo. Nunca había visto algo así de espectacular.


De la noche a la mañana pasé a convertirme en adicto al porno, aunque no a cualquiera, sino al que protagonizaba Lola Foxx. Veía sus vídeos una y otra vez mientras me la meneaba imaginando que era yo él que se la tiraba. Todo me ponía cachondo, pero el momento en que se la metían por el culo hacía que mi polla se convirtiera en una fuente de leche desbocada.


No solo veía sus vídeos, sino que busqué por internet toda la información que pudiera encontrar de ella. No habría gran cosa de su vida personal, pero comencé a seguirla en todas las redes sociales e incluso pagué mensualmente por contenido exclusivo. Incluso me animé a enviarle una serie de mensajes que jamás obtuvieron respuesta.


Solo el hecho de seguir siendo virgen, de no tener ninguna experiencia en el sexo ni con las mujeres en general, lograba apartar de mi cabeza una idea que cada vez se iba haciendo más fuerte en mí: meterme a actor porno. Era la única manera que se me ocurría para conocer a Lola, incluso de grabar alguna escena de las que tanto me ponían junto a ella.


Sabía que era imposible, que muchos chavales soñaban con lo mismo y jamás lo conseguían, aunque yo contaba con un arma secreta que nadie conocía: un pollón descomunal. Quizás está mal que lo diga yo, pero el tamaño de mi rabo solo lo había visto en los típicos vídeos porno con negros. Aun así, sabía que era un sueño imposible.


Pasaron más de dos años y yo seguía ahí, encerrado en mi habitación, dedicándole todo mi tiempo a Lola. Por aquel entonces, mi madre ya había empezado a preguntarse por qué se consumía tan rápido el papel higiénico que compraba y mi padre quería saber si en algún momento tenía intención de hacer algo con mi vida.


- Lázaro, se suponía que ibas a parar un año y llevas ya tres sin hacer nada.


- Ya lo sé, papá, pero es que no encuentro nada que me motive.


- Tienes que empezar a ganarte la vida.


- A ti te va muy bien con el club.


- Claro, porque invertí mucho esfuerzo y dinero en él.


- Pues ya está, ahora vivimos los tres de eso.


- Pero digo yo que en algún momento querrás casarte y formar una familia.


- ¿Para qué?


- Te veo demasiado verde, voy a buscarte una ocupación en el club.


- Gracias, pero no es necesario.


- ¿Por qué no? Si a ti siempre te ha gustado mucho el fútbol.


- Ya, pero una cosa es verlo tranquilo en el sofá y otra meterme en ese mundo.


- Te puedo colocar de ayudante de Torres con los alevines.


- No insistas, que no lo voy a hacer.


- Acepta o le digo a tu madre en qué te gastas el dinero que te da.


- ¿Cómo lo sabes?


- Porque los pagos me llegan a mí.


- Lo pruebo, pero si no me gusta lo dejo.


- Seguro que te vas a divertir.


- ¿Cuánto piensas pagarme?


- ¿Y tú a mí por mantenerte?


- ¡Explotador!


Ese no fue el primer intento que hizo mi padre intentó de una manera u otra que me uniera al club, pero sí que fue la primera vez que me chantajeó para que aceptara. No podía haber nada que me apeteciera menos que salir de mi habitación para ir a trabajar en un lugar en el que mi padre mandaba y encima sin cobrar ni un solo céntimo.


De entrada, la experiencia fue tan horrible como imaginaba, aunque saqué algo positivo. Torres, el entrenador del equipo, tenía un par de años más que yo y se convirtió en una especie de mentor para mí. Hacía mucho que no tenía algo parecido a un amigo, menos todavía uno que me pudiera dar consejos que me resultarán útiles.


Porque Torres era totalmente opuesto a mí. Él tenía a la mayoría de mujeres locas, cosa que pude comprobar en el primer partido, cuando incluso las madres de los niños a los que entrenaba no dejaban de piropear le. No podía negar que lo admiraba, pero después de conocer la existencia de Lola ninguna me causaba impacto.


Nada que con lo que pudiera entretenerme iba a hacer que dejara de ser mi musa, que no siguiera pajeándome con frecuencia pensando en ella y viendo sus vídeos. Mi mayor pena era pensar que jamás la iba a conocer en persona, ni siquiera para decirle que era su fan, hasta que publicaron un anuncio en internet que puso mi vida patas arriba.


La productora para la que trabajaba Lola Foxx buscaba nuevos talentos que quisieran dedicarse al porno. En caso de los tíos solo pedían unas cuantas fotos de la polla antes de llegar a valorar si podíamos ser aptos. Sin pensármelo ni un solo segundo, cogí el móvil y me hice varias fotografías de la tranca para enviarlas de inmediato.


- ¿Que has hecho qué?


- He enviado unas fotos, quiero ser actor porno.


- Pero ¿tú no eras virgen?


- ¿Y eso qué tiene que ver?


- Es imposible que te den el trabajo.


- He visto muchísima pornografía.


- Y yo no me pierdo una carrera de Fórmula 1, pero no tengo carnet de conducir.


- Torres, confía en mí, tengo un arma secreta.


- ¿Qué estás haciendo?


- Mira...


Quizás no era muy apropiado enseñársela a Torres, pero no iba a tener nunca otra ocasión de superarlo en algo. Aunque al vérmela se quedó con la boca abierta, reconociendo mi portentoso tamaño, siguió insistiendo en que no debería meterme en algo así. En cualquier caso, las fotos ya estaban enviadas y solo quedaba esperar a ver si me llamaban.


En ese momento no me cabía la menor duda de que me iban a llamar, no podían desperdiciar un instrumento como el mío, pero los días fueron pasando y nadie de la productora se ponía en contacto conmigo. Aunque no quería perder la esperanza, porque era la primera vez que me ilusionaba con algo, empezaba a asumir que no iba a ocurrir. Hasta que sonó el teléfono.


- Te llamamos por las fotos que enviaste.


- ¿Qué os han parecido?


- Ni siquiera nosotros nos encontramos a menudo con herramientas tan grandes.


- ¿Me van a contratar?


- Antes nos gustaría saber si tienes algún tipo de experiencia.


- Soy ayudante del entrenador de un equipo de fútbol.


- Quiero decir en la industria del porno.


- Sí, claro... ¡por supuesto!


- ¿Has hecho algo que podamos ver?


- No lo creo, trabajaba para una productora pequeña y tuvieron problemas legales.


- Es que sería interesante verte en acción antes de dar el paso.


- Lo entiendo.


- Pásate mañana por la oficina para que nos conozcamos todos mejor.


Dudaba muchísimo que fuese capaz de sostener todas mis mentiras durante demasiado tiempo más, pero al menos de momento parecía que el productor me había creído. Debía recuperar a toda costa la personalidad que tenía durante la adolescencia, toda esa verborrea capaz de venderle un congelador a un esquimal.


Deseaba que me hiciesen un casting, llegar a meterla donde sea antes de que se dieran cuenta de todo y me echaran de allí a patadas. No sabía cómo debía de vestirse uno para reunirse con productores de la industria del porno, así que opté por ir elegante a la par que informal. Quería causar buena impresión, pero sin que se notara lo desesperado que estaba.


Tratando de disimular unos nervios que me hacían temblar de pies a cabeza, me presenté en la dirección que ese hombre medio. Nada más llegar, casi me empalmo viendo los pósters que tenían en las paredes, alguno de ellos con Lola Foxx como principal protagonista. Me hicieron pasar a una sala de espera junto a otros candidatos.


No esperaba encontrarme con más gente, eso menguaba claramente mis posibilidades. Con todo el disimulo posible me dediqué a mirarles la entrepierna. No me cabía duda de que todos tenían más experiencia que yo, así que debía rezar para ser el mejor dotado, eso al menos me daría una oportunidad. La espera se hizo eterna, pero al final me hicieron pasar al despacho. Solo había un hombre, nada de actrices.


- Lázaro, toma asiento.


- Gracias.


- Me gusta tu nombre, me parece de actor porno total.


- Se lo agradeceré a mi abuelo cuando lo vea.


- Dices que tienes experiencia en la industria, ¿verdad?


- No demasiada, pero sí que llegué a grabar varias escenas.


- Aquí damos oportunidades a novatos, pero es mejor que ya hayas hecho algo.


- Pues le aseguro que yo soy su hombre.


- ¿Has hecho tríos?


- Alguno que otro, sí.


- ¿Qué tal se te da el oral?


- ¿Darlo o recibirlo?


- Quiero saber cómo lo haces tú, recibirlo se nos da bien a todos.


- Las hago gemir como perras.


- ¿Tus corridas son contundentes?


- Cada disparo es una sentencia de muerte.


- Me gusta tu humor, pero necesito saber lo más importante.


- Pregunte sin miedo.


- ¿Tienes experiencia en el sexo anal?


- Espero que se refiera otra vez a hacerlo y no a que me lo hagan.


- Evidentemente.


- Le encantará saber que es mi especialidad.


- Por lo que me cuentas, estás preparado para ser mucho más que el novato.


- Sinceramente, señor, pienso lo mismo, pero estoy a su entera disposición.


- Quizá me precipite, pero eres el idóneo para algo gordo que tengo entre manos.


- Soy una apuesta segura.


- Perfecto, pues la semana que viene debutas, anal con Lola Foxx.


No me desmayé de milagro. Tuve que sujetarme a la silla y fingir seguridad delante de ese hombre, pero me temblaban las piernas. Aunque estaba seguro de que iba a hacer el mayor ridículo de mi vida, lo daba por bueno si llegaba a conocer a Lola y conseguía verla desnuda o tocarla antes de que mi polla se descorchara como una botella de champán.


En ese momento no tenía ni idea de hasta qué punto me estaba empezando a acompañar la suerte. Me fui del despacho prometiéndole al productor que mi debut iba a ser todo un éxito. Salí de allí resoplando, consciente de lo bien que había ido todo para la gran cantidad de mentiras que acababa de soltar por mi boca. Fue entonces cuando la vi.


Lola salía de otro de los despachos, la conocí incluso yendo vestida. No era en absoluto como otras actrices porno, esas a las que ves sin maquillaje y físicamente no superan a tu prima la del pueblo, ella seguía siendo una diosa. Quise acercarme, decirle que íbamos a trabajar juntos, pero me puse nervioso, la presión de tener que hacer algo para lo que no estaba en absoluto preparado me pudo de repente.


- ¿Estás bien?


- Soy tu culo.


- ¿Cómo dices?


- Que soy tu mayor fan.


- ¿Y qué haces aquí?


- Acabo de firmar un contrato con la productora.


- Vaya, otro novato...


- No, yo ya tengo mucha experiencia en el porno.


- Pues no me suenas de nada.


- Hasta ahora he hecho cosas bastante molestas.


- Bueno, pues quizás coincidamos algún día.


- De hecho, grabo contigo la semana que viene.


- No creo que eso sea cierto.


- ¿Por qué no iba a serlo?


- Porque tengo una escena muy importante, no se la darían a cualquiera.


- Puedes preguntárselo al productor, si quieres.


- Te creo, pero me parece alucinante.


- ¿Los actores soléis quedar para ensayar antes de la grabación?


- No, pero contigo no he trabajado nunca, tendríamos que aclarar varias cosas.


- Tú dirás.


- Ahora tengo prisa, pásate una mañana por mi casa.


- Cla-claro.


Cuando pensaba que era imposible que la suerte le sonriese más todavía, Lola medio una tarjeta con su dirección. Ni en mis fantasías eróticas más osadas me había imaginado algo así. Tenía la oportunidad de ir a la casa de mi musa, y quizás incluso páramos a practicar, si lograba convencerla de que algunos conceptos no me quedaban del todo claros.


Lo que me estaba ocurriendo era tan increíble que cuando se lo conté a Torres pensaba que le estaba tomando el pelo. Me parecía lógico que pensara que le estaba mintiendo, ya que ni yo mismo lo acababa de asimilar del todo. Aun así, me dio un montón de consejos para que hiciese el menor ridículo posible con Lola.


El problema era que esos consejos podrían servir con cualquier otra, con mujeres normales y corrientes, pero ella era mucho más que eso. Los siguientes días volví encerrarme en mi habitación para ver en bucle todos sus vídeos, buscando algún gemido o cara de satisfacción que no me pareciese del todo fingido para saber qué le gustaba.


El problema era que yo no estaba el capacitado para ejecutar ninguna de esas acciones, que ni siquiera con la mejor de mis voluntades iba a evitar correrme al instante o que no se me levantara por los nervios. Tenía que bajar el listón que concentrarme en algo más asequible, como llegar a tocarle ese culazo que tan loco me volvía.


Sabía que estaba abocado al fracaso, pero aun así le eché valor y me planteé una mañana en la casa lee Lola tal y como ella me había dicho. Ya solo estar allí era un sueño hecho realidad. Todo el lujo que veía a mi alrededor me dejaba claro el gran partido económico que le podía sacar si jugaba bien mis cartas, aunque eso me parecía imposible.


Ella, para sorpresa de nadie, estaba espectacular incluso con ropa sencilla. Llevaba unos shorts que le marcaban el trasero y una camiseta bastante ancha, aunque se notaba que debajo no había sujetador. Se hacía muy complicado pensar en nada que no fuese colarme ahí debajo y chuparle las tetas hasta que se le desgastaran.


- Me han enseñado tus fotos, tienes un auténtico pollón.


- Creo que solo has trabajado con una más grande que la mía.


- ¿Sigues mi carrera?


- No te imaginas hasta qué punto...


- Entonces ya sabes cómo trabajo.


- Sí, pero creo que igualmente haríamos bien en practicar.


- ¿Qué quieres decir?


- Que deberíamos ensayar la escena para asegurarnos de que sale bien.


- No voy a follar contigo fuera del horario de trabajo.


- Me refiero a las posturas y eso.


- Yo me pongo en cuatro y tú me rompes el culo, no hay más.


- No sé, estoy acostumbrado a ser más minucioso.


- Qué pesados os ponéis los novatos.


Seguramente esperando que la dejara tranquila de una vez, Lola se puso a cuatro patas sobre su sofá, ofreciéndome una visión de sus nalgas embutidas en ese pantaloncito que casi me provoca un infarto. Me preguntó si con eso tenía suficiente y le respondí que necesitaba comprobar si la altura era satisfactoria para la penetración.


No sabía ni lo que estaba diciendo, solo quería ganar tiempo hasta encontrar la manera de tener algo con ella sin que estuvieran las cámaras delante. Me acerqué lentamente a Lola, con la mano extendida, deseando palmear su culo, pero sin atreverme. Cuando la tuve a escasos milímetros no pude evitar colocarle el paquete encima.


Ella emitió un ruido con el que deseaba expresar su desesperación, pero yo estaba empezando a venirme arriba. Mis manos se posaron en sus caderas para tener la oportunidad de apretarle aún más la polla contra el culo. Aunque sabía que podía correrme en cualquier momento, me daba igual, aquello era como un sueño del que no deseaba despertarme.


- Estás empalmado.


- ¿Te extraña?


- En unos meses te costará mucho más tener una erección.


- Con un culo así delante lo dudo muchísimo.


- No es para tanto.


- ¿Estás de broma? Envié las fotos solo por ti.


- ¿Por mí?


- Llevo años fantaseando con conocerte.


- Pero ¿tú no eras actor porno?


- Qué va, me lo he inventado todo.


- ¿Y cómo has conseguido un papel tan importante?


- Ya has visto lo convincente que puedo llegar a ser.


- Has mentido para echarme un polvo, me parece un poco insultante.


- No lo veas de esa manera, por favor.


- Espero que al menos tengas experiencia en el sexo.


- Soy virgen.


- Esto tiene que ser una jodida broma.


- Dame al menos la oportunidad de intentarlo.


- ¿Cómo vas a hacer un anal conmigo si ni siquiera la has metido?


- La teoría me la sé de memoria, solo me falta práctica.


- Es que ese no es mi problema.


- Te lo suplico, Lola.


- Vamos a hacer una cosa, si aguantas sin correrte no le digo nada al productor.


No tenía ni idea de a qué se refería, hasta que comenzó a quitarse la ropa. Lola se quedó completamente desnuda ante mis ojos y comenzó a menearse sensualmente buscando provocarme. Quería comprobar mi aguante, saber si podía resistir lo suficiente como para plantearse la opción de grabar la escena conmigo.


El cuerpo entero me ardía, pero podía aguantar, siempre que no me llevara la mano para entrepierna. Lola puso todo de su parte, sobre todo cuando se sentó sobre mí y comenzó a frotar su culo contra mi paquete. Nadie sabe lo que me costó en ese momento no follármela aunque fuese a la fuerza. Volvió a colocarse a cuatro patas sobre el sofá.


- Vamos, métemela.


- ¿En el coño?


- Sí, claro.


- Pero lo que debería practicar es el anal.


- Creo que no tengo lubricante ni vaselina en casa.


- Con un poco de saliva ya vale.


- Me tienes que explicar cómo consigues enredar a todo el mundo.


- Yo a ti te explico todo lo que tú quieras.


Se levantó del sofá para acercarse a mí y arrodillarse junto a la silla en la que yo estaba sentado. Ella misma me bajó la cremallera y liberó mi polla, sin poder evitar decir que impresionaba aún más en directo. En ese momento temblaba de pies a cabeza, hasta que Lola engulló mi falo y me relajé al sentir que al fin estaba justo donde debía.


Su forma de chuparla era muy distinta a la que yo estaba acostumbrado a ver en los vídeos. Lola Foxx se caracterizaba por hacerlo con ansia, casi de manera violenta, pero a mí me daba lamiendo con mucha sutileza, quizás porque solo buscaba cubrírmela de saliva. Tras un minuto en el que logré no correrme de milagro, apoyó las manos en la mesa y me ofreció el culo.


Me dije a mí mismo que había llegado mi momento, que disfrutara sin presión y aguantara lo que pudiera. Colocado detrás de ella, en esa ocasión no pude evitar agarrarle el culo a dos manos, estrujárselo con fuerza y posteriormente darle unos azotes con la tranca. Ella misma se separó las nalgas y le acerqué la punta al agujero.


Fue tal y como me lo había imaginado, pero a la vez muy diferente. Pese a todas las veces que se la habían metido por el culo, ese ano seguía siendo bastante estrecho. Con una mano sobre su espalda y la otra en la cintura, empujé muy despacio para ir introduciendo cada milímetro. Lola no parecía inmutarse, se iba echando hacia atrás, para ayudar a que se la metiera.


Llegó un momento en que sentí que ya no podía seguir empujando, que había alcanzado el tope. Fue entonces cuando liberé la mayor parte de la tensión que me atenazaba y me permití disfrutar hasta donde mi resistencia aguantara. Era como si la tuviese encajada dentro de su culo, así que bombeaba con bastante suavidad.


Seguía sujeto a sus generosas caderas, aunque en ocasiones me permitía el lujo de bajar y palparle de nuevo los glúteos. Entonces caí en la cuenta de que aún no le había tocado las tetas. No eran muy grandes, ella se caracterizaba por su espectacular culo, pero me resultaba muy morboso, ya que nunca había tocado unas.


En el momento en que mis dedos entraron en contacto con sus puntiagudos pezones todos se aceleró. Noté un subidón entre las piernas y supe que era cuestión de segundos. Pellizcando ese pezón y rodeando la cintura de Lola para pegarla lo más posible a mí me corrí a chorros dentro de su culo. Ese día descubrí que los sueños pueden hacerse realidad.


- Ya me puedo morir tranquilo.


- De eso nada, tenemos una escena por grabar.


- ¿Y mi falta de experiencia?


- No parece que sea un problema, pero seguiremos practicando.


VictoriaSG

Comentarios

Entradas populares de este blog

La Culona Vianey (Testigo de Jehova, Joven Casada Infiel)

Mi mejor amigo embarazo a mi mamá

Mi Primer Experiencia Pegging