Embarazada de 19 años va al ginecologo

 



Julieta entró en la consulta del ginecólogo con algo de nerviosismo, era su primer embarazo y aún era una chica joven de solo 19 años. El doctor la hizo sentar en la camilla y comenzó su revisión habitual.

Al principio todo fue normal, el ginecólogo revisó su barriga, su presión arterial y le hizo algunas preguntas sobre su estado de salud. Pero entonces sus manos comenzaron a deslizarse por sus piernas, subiéndole la falda poco a poco. Julieta sintió cómo su cuerpo se ponía caliente y su corazón latía con fuerza.

El doctor justificó sus acciones diciendo que era parte de la revisión, que tenía que tocar sus muslos para comprobar algo así como el flujo sanguíneo o algo técnico que Julieta no entendió del todo. Lo cierto es que sus manos expertas y su tacto firme le estaban haciendo mucho efecto.

Sus manos la toqueteaban cada vez más cerca de su centro de placer, y Julieta sentía cómo sus intimidad se humedecía. El ginecólogo sonreía para sus adentros, disfrutando de la situación que él mismo había creado. Acercó sus dedos a su conchita y comenzó a masajearla suavemente, haciendo que Julieta jadease y se arquease sobre la camilla.

Sus dedos deslizarse por su sexo, jugaban con su clítoris con habilidad mientras sus ojos la observaban con una mirada lasciva. Julieta sentía una mezcla de emociones, algo de miedo pero sobre todo una excitación que no había experimentado nunca. El ginecólogo la masturbó con calma, saboreando cada gemido que salía de su boca.

Y entonces Julieta sintió el primer orgasmo de su vida. Sus paredes vaginales se contrajeron sobre sus dedos, su vision se nubló y un placer indescriptible inundó su cuerpo. Jadeó y se retorció en la camilla, sintiéndose más vivo que nunca.

El doctor sonrió satisfecho, había logrado su objetivo. Le ayudó a vestirse y la despidió con una sonrisa amable, intentando disimular lo ocurrido. Julieta salió de la consulta un tanto confuse, pero con un cosquilleo en el cuerpo que no podía evitar. ¿Habría ido demasiado lejos el ginecólogo?

Esa noche, Julieta no podía sacarse de la cabeza la visita al médico. Su cuerpo parecía pedir más y más eso placer que había experimentado. Se acarició pensando en aquellas manos expertas y se masturbó soñando con la consulta, haciendo que sus sábanas se mojaran con su leche.

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