En el ascensor del trabajo



 El reloj marcaba las seis de la tarde cuando Ana y Diego se adentraron en el ascensor, ambos agotados después de un largo día de trabajo. La jornada había sido especialmente agitada, y la promesa de un merecido descanso al final del día era lo único que los mantenía en pie. Pero lo que comenzó como una simple rutina se convirtió en una experiencia inesperada cuando el ascensor se detuvo bruscamente entre dos pisos, sumiéndolos en la oscuridad.


—¿Qué está pasando? —preguntó Ana, con un dejo de preocupación en su voz, mientras buscaba en vano el botón de emergencia.


Diego frunció el ceño, intentando mantener la calma mientras revisaba los controles del ascensor.


—Parece que estamos atascados —respondió, con voz serena pero preocupada—. Probablemente sea solo un problema técnico. Intentaré comunicarme con mantenimiento.


Ana asintió, tratando de contener los nervios que amenazaban con apoderarse de ella. La idea de estar atrapada en un espacio reducido con su jefe, por horas, no era precisamente reconfortante.


El silencio llenó el ascensor mientras Diego intentaba en vano establecer comunicación con el personal de mantenimiento. El sonido de las teclas siendo presionadas resonaba en la pequeña cabina, pero no hubo respuesta del otro lado. Ana, por su parte, observaba con nerviosismo cada movimiento de su jefe, preguntándose cuánto tiempo pasaría antes de que alguien los rescatara.


Pasaron unos minutos que parecieron una eternidad, hasta que finalmente Diego dejó escapar un suspiro de frustración y se giró hacia Ana.


—Parece que no hay señal aquí dentro. Estamos solos por ahora.


Ana asintió, sintiendo cómo la tensión en el ambiente aumentaba con cada segundo que pasaba. Pero a pesar del nerviosismo que los embargaba, también había una sensación de complicidad creciendo entre ellos, como si compartieran un secreto que los unía más allá de las formalidades laborales.


—Supongo que tendremos que esperar —dijo Ana, tratando de romper el hielo—. ¿Tienes algún plan para matar el tiempo?

Diego sonrió, agradecido por el intento de distensión de su secretaria.


—Claro que si. ¿Que tal si me haces un streap tease?

—Jajajaja estas loco

—Quizas. Pero te desnudas ahora o te despido


Ella sabe que debe actuar con precaución, pero también sabe que debe humillarse para cumplir con las órdenes de su jefe.


El la observa con desdén cómo se desviste. "Desnúdate, puta", ordena con voz fría. Ella comienza a quitarse su blusa, sintiendo cómo su piel se enfria en el ambiente frío del ascensor.


Después de quitar su blusa, se enfrenta a la siguiente humillación: quitarse su corpiño. "Hazlo ahora", ordena, con una sonrisa sádica en su rostro. Se siente degradada, pero sigue las órdenes.


"Bajátela falda hasta que me muestres tu conchita", ordena con desprecio. Se siente desnuda y expuesta, pero sigue las órdenes.


Finalmente, se enfrenta a la última humillación: quitarse sus bragas. "Hazlo ahora, puta", ordena con voz fría. Llorando en silencio, las baja lentamente, dejando al descubierto su vagina, suave y húmeda. El jefe se ríe de su humillación.


"Mira, puta, ahora te voy a ver realmente desnuda, abre las piernas", dice con crueldad. Se siente totalmente expuesta y degradada, pero no tiene otra opción que cumplir con las órdenes de su jefe.


 Con un respiro profundo, obedece y abre sus piernas.

"Pon tus manos en tu vagina y abre las piernas más", ordena con voz fría. Se siente completamente desnuda y expuesta, pero sigue cumpliendo con las órdenes de su jefe.


Luna sigue observando cómo Carlos se masturba, sintiendo una mezcla de repulsa y curiosidad. A medida que el tiempo pasa, Luna comienza a notar cómo Carlos se acelera en su actividad.


Carlos se agita y su voz se hace más fuerte. "¡Ay, puta, voy a eyacular!", grita Carlos con ansiedad. Luna siente una sensación de asombro y revuelo interno al ver cómo Carlos se acerca al punto de culminación.


Finalmente, Carlos eyacula delante de Luna. Se siente un silencio tensa y lleno de emociones después de la escena humillante. Pronto ambos se visten y el ascensor vuelve a moverse.

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