Acepte por necesidad que mi asqueroso jefe me ...
Lorena, una mujer de 28 años, trabajaba en una pequeña empresa donde su jefe era un hombre de unos 50 años, grosero y muy asqueroso. A pesar de su repulsa por él, Lorena necesitaba el trabajo y no tenía otra opción. Un día, mientras trabajaba en la oficina, su jefe le dijo que tenía que ir a una reunión importante y le pidió que lo acompañara.
Lorena, sin otra opción, aceptó y se fue con su jefe a un hotel de lujo. Durante la reunión, Lorena se dio cuenta de que su jefe no estaba interesado en el tema de la reunión, sino en ella. Él la miraba de manera grosera y le hacía comentarios sucios. Lorena se sintió asustada y embarazada, pero sabía que no tenía otra opción que soportarlo.
Después de la reunión, el jefe de Lorena la llevó a un cuarto de hotel y la cerró dentro. Lorena, temblando de miedo y asombro, se preguntaba qué iba a hacer. Su jefe, sin preámbulos, se acercó a ella y comenzó a desvestirse. Lorena, sin otra opción, comenzó a desvestirse también.
El jefe de Lorena la empujó sobre la mesa y comenzó a besarla. Lorena, a pesar de su repulsa, sintió una extraña excitación creciente dentro de ella. Su jefe la besó y lamería sus pechos, mientras sus manos recorrían su cuerpo. Lorena, temblando de miedo y excitación, no sabía qué hacer.
El jefe de Lorena se puso fácilmente entre sus piernas y comenzó a penetrarla. Lorena, temblando y llorando, sintió el dolor y la vergüenza crecer dentro de ella. Sabía que no tenía otra opción que soportarlo.
El jefe de Lorena continuó moviéndose dentro de Lorena, y aunque ella estaba llena de miedo y vergüenza, también sintió una extraña excitación creciente. Lorena, temblando y gemiendo, comenzó a llegar a un orgasmo. A pesar de su repulsa por su jefe, el contacto carnal había llevado a Lorena a un lugar de placer que nunca había experimentado antes.
Después de la cita, Lorena y su jefe se separaron, cada uno con sus pensamientos y emociones. Para Lorena, ese día había sido una experiencia inolvidable, llena de miedo, vergüenza y placer. Aunque nunca quisiera repetirlo, sabía que ese día había aprendido algo nuevo sobre sí misma y sus propias necesidades.
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