Masturbando a su alumna



El reloj marcaba el final de la jornada escolar cuando las últimas luces del día se desvanecían en el horizonte. En una aula casi desierta, las sombras se alargaban y apenas se escuchaban los ecos de pasos apresurados en los pasillos.


Ella, una joven estudiante de mirada traviesa y cabello oscuro, aguardaba al final del pasillo, con el corazón latiendo con una excitación que apenas podía contener. Su mirada desafiante se posaba en la puerta entreabierta del despacho del profesor, un hombre de mirada intensa y porte serio.


El profesor, aún absorto en corregir algunos papeles, no se percató de su presencia hasta que ella se acercó con pasos decididos, interrumpiendo su concentración. Levantó la mirada, y sus ojos se encontraron en un instante cargado de complicidad y deseo velado.


—Profesor —susurró ella con voz apenas audible, pero llena de determinación—, necesito su ayuda con la tarea.


Él la observó con intensidad, sin apartar la mirada de sus ojos avispados. Una sonrisa fugaz se dibujó en sus labios mientras guardaba los papeles con calma.

—¿Con la tarea, dices? No parece ser la hora correcta para eso, ¿qué buscas en realidad? —respondió con un tono que dejaba entrever un juego más profundo, uno que iba más allá de las lecciones convencionales.


La mirada de la joven alumna titubeó un instante, pero su determinación no menguó. Se acercó aún más, sintiendo la excitación vibrando en cada fibra de su ser.


—Profesor, he estado... curiosa. Curiosa sobre lecciones que van más allá de lo académico —susurró con voz temblorosa, dejando entrever un atisbo de su verdadera intención.


Él la observó detenidamente, con una chispa en sus ojos que denotaba una complicidad silenciosa. Lentamente, se puso de pie y se acercó a ella, haciendo que el espacio entre ambos se llenara con una electricidad palpable.


—Si buscas una enseñanza diferente, tendrás que aprender a seguir órdenes —mencionó con voz firme, rodeándola con su presencia imponente.

—Si buscas una enseñanza diferente, tendrás que aprender a seguir órdenes —mencionó con voz firme, rodeándola con su presencia imponente.


La joven alumna inhaló profundamente, sintiendo un hormigueo en su piel ante la autoridad que emanaba de él. Su corazón latía con fuerza mientras asentía con una mezcla de nerviosismo y anticipación. —estoy dispuesta

El profesor asintió levemente, reconociendo la disposición de la joven alumna. Con un gesto sereno, tomó su mano y la condujo hacia el escritorio, donde un ambiente de misterio y complicidad se cernía sobre ellos.


—Primero, la disciplina. Es fundamental —explicó mientras la instaba a recostarse sobre el escritorio, su voz resonaba firme pero con un toque de complicidad.


Ella obedeció, dejándose llevar por la excitante incertidumbre. Sus latidos se aceleraron aún más cuando sintió las manos del profesor deslizarse por sus brazos, trazando una línea de cosquilleo en su piel, ascendiendo lentamente hasta llegar a su cuello. La joven estudiante contuvo el aliento ante la sensación de sumisión y anhelo que la envolvía por completo.


El profesor inclinó su cabeza, su aliento cálido acariciando la piel de su cuello. Susurros de deseo se entrelazaban con la tensión en el aire. Con una mano firme, sujetó suavemente el cabello de la alumna, ejerciendo un control que desataba una oleada de deseo en ambos.


—La disciplina es esencial en este juego, pero también lo es la recompensa para aquellos que se someten debidamente —mencionó en voz baja, su tono revelando un atisbo de deseo.


La alumna cerró los ojos, entregándose a las sensaciones que fluían con cada caricia y cada orden susurrada. La sumisión y el deseo se entrelazaban en un juego de roles donde el control y la entrega se fusionaban en un baile apasionado.


El profesor le dijo: "Bajate los pantalones". La chica se asustó un momento, pero luego obedeció sin retraso. Los pantalones caían hasta los tobillos, dejando al descubierto las piernas lindas y delgadas de la joven. El profesor le dijo: "Ahora, bajate la bombacha". La chica se sentía nerviosa, pero también excitada. Con los pantalones en los tobillos y la bombacha en la rodilla, ella se sintió desnuda y vulnerable ante el profesor. El profesor se acercó a ella y le dijo: "Mira mi cara. Mira mis ojos. Estoy aquí contigo". La chica miraba a su profesor con una mezcla de miedo y deseo.


El profesor empezó a masturbarla lentamente, haciendo circular sus dedos por el interior de los labios de la joven mientras ella moanaba con placer cada vez que él tocaba un lugar más sensible en el cuerpo de la joven hasta que finalmente ella comenzo a gemir, arrojando la cabeza hacia atrás, agarrando el cabello del profesor en ambas manos mientras él continuaba masturbandola hasta que ella llego al climax.


Después de que ella alcanzo el orgasmo, el hombre se detiene y le dice: "Vuélvase a vestir, por favor". La chica se asusta un poco, mirando al hombre con una mezcla de confusión y deseo. El hombre le dice: "Estoy contento con tu comportamiento, pero es hora de que vayas". La chica se siente confundida y triste, pero también agradecida por la experiencia pasada. Ella se viste rápidamente y se despide del hombre, con una mezcla de emociones en su corazón. Ella sabe que ha experimentado algo especial con él, pero también sabe que es mejor que se vaya antes de que se vuelva complicado. El hombre le da un beso apasionado y le dice: "Hasta la próxima vez". La chica se va, con una mezcla de emociones en su corazón, sabiendo que ha experimentado algo especial con él, pero también sabiendo que es mejor que se vaya antes de que se vuelva complicado.

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