Limpiadora de pijas



Juan giró la llave en la cerradura y empujó la puerta, adentrándose en su hogar. Al instante, una visión desordenada de la sala lo recibió: cojines fuera de lugar, revistas dispersas y una sensación general de caos que contrastaba con su usual orden.


Sus ojos se desviaron hacia el reloj en la pared. Las manecillas marcaban las 8:55 a.m., el momento preciso en que esperaba a Mariana, la joven limpiadora que había contratado hacía unas semanas.


"Espero que Mariana llegue pronto", se dijo a sí mismo mientras caminaba por la sala, evaluando el desorden con un gesto de insatisfacción.


En ese preciso instante, un sonido de timbre interrumpió sus pensamientos. Se dirigió rápidamente hacia la puerta, expectante ante la llegada de Mariana. Al abrirla, se encontró con su joven limpiadora, quien irradiaba una sonrisa sincera que iluminaba su rostro.


"Hola, señor Juan. ¡Buenos días!" saludó Mariana con entusiasmo, sosteniendo su equipo de limpieza con una mano y con un gesto amistoso en su rostro.


"Buenos días, Mariana", respondió Juan, correspondiendo a su saludo con una sonrisa cálida. "¡Ven! ¡Vamos a comenzar la limpieza!", añadió, abriendo paso para que Mariana entrara.


La joven se adentró en la casa con energía, lista para abordar las tareas pendientes. Mientras Mariana se movía con destreza, comenzando a ordenar y limpiar, Juan se instaló en el sofá, aprovechando para sumergirse en la lectura de su iPad.


El transcurso de una hora fue suficiente para que Mariana se dedicara a la limpieza con meticulosidad. En un momento, Juan se levantó del sofá, acercándose a Mariana con un gesto de agradecimiento por su esfuerzo y dedicación.


JUAN: Mariana, ¿quizás quieras ganarte $20 más? Quita tu remera y trabaja solo con el corpiño.


Mariana se asusta por un momento, pero luego acepta. Quita su remera y continúa limpiando en su brazo. Juan se queda en el sofá mirándola mientras limpia.


Después de 20 minutos, Juan le pregunta a Mariana si no quiere ganarse $20 más sin el corpiño, con las tetas al aire. Mariana acepta y se quita el corpiño y sigue limpiando.


Al rato, Juan le pregunta a Mariana si no quiere ganarse $20 más sin sus pantalones para trabajar solo en bombacha. Mariana acepta, y Juan se queda en el sofá mirándola desnuda mientras limpia. Se vuelve cada vez más excitado al ver su cuerpo hermoso y perfecto.


Finalmente, Juan se levanta y revela su pene erecto a Mariana. Le pregunta si quiere ganarse $50 más para chuparle la pija. Mariana se asusta por un momento, pero luego acepta ansiosamente para satisfacer sus deseos sexuales de Juan. Se queda en sus rodillas y comienza a chuparle el pene mientras Juan gime con placer sexual intenso.


Mariana sigue chupando el pene de Juan con pasión y intensidad. Ella se desliza hacia abajo, tomando todo el contenido de su saco seminal con su boca. Juan se ríe de placer y se siente satisfecho.


JUAN: (con una sonrisa satisfecha) ¡Mariana, eso fue increíble! ¡Gracias por cumplir con mis deseos!


MARIANA: (con una sonrisa satisfecha) ¡Por supuesto, señor Juan! ¡Estoy contenta de haber podido satisfacer tus necesidades sexuales!


Juan se sienta en el sofá y mira a Mariana con admiración y deseo. Ella sigue limpiando la casa completamente desnuda, dando a Juan una visión impresionante de su cuerpo hermoso y perfecto.


JUAN: (con un tono seductor) Mariana, ¿quizás quieras volver mañana para limpiar la casa? ¡Y esta vez, puedes llevarte $100 más por cada servicio adicional que preste!


MARIANA: (con una sonrisa seductora) ¡Claro, señor Juan! ¡Estoy dispuesta a cumplir tus deseos y a satisfacerte en cualquier momento que necesites!


Juan se ríe y se siente contento con la idea de tener a Mariana como su limpiadora y amante preferida. 

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