Lorena en al comisaria


 

Lorena estaba sentada en la pequeña celda, nerviosa y con el corazón latiendo rápido. Había sido arrestada por una infracción menor, pero la atmósfera de la comisaría la tenía inquieta. El oficial Martínez entró en la sala, su uniforme resaltando su figura imponente. Se acercó a Lorena con una mirada penetrante.


Oficial Martínez: (voz firme) Señorita Lorena, parece que se ha metido en un problema. ¿Sabe por qué está aquí?


Lorena: (traga saliva) Sí, oficial. Lo siento mucho, fue un error.


Oficial Martínez: (cruza los brazos) Los errores tienen consecuencias, señorita. ¿Está dispuesta a hacer lo necesario para evitar un castigo más severo?


Lorena miró al oficial, sus ojos llenos de una mezcla de miedo y curiosidad. Asintió lentamente, sintiendo cómo su pulso se aceleraba aún más.


Lorena: Sí, oficial. Haré lo que sea necesario.


El oficial Martínez sonrió ligeramente, como si supiera que Lorena estaba dispuesta a someterse a su autoridad. Se acercó a ella y deslizó un dedo por su mejilla.


Oficial Martínez: (voz baja) Muy bien. Empecemos por una pequeña muestra de obediencia. Quiero que se ponga de pie y coloque sus manos contra la pared.


Lorena obedeció, sintiendo un escalofrío recorrer su espalda mientras el oficial se movía detrás de ella. Sus manos recorrieron sus brazos lentamente, haciéndola estremecer.


Oficial Martínez: (susurra al oído) Buena chica. Ahora, voy a tener que registrarla para asegurarme de que no está ocultando nada.


Lorena sintió su aliento cálido en su oído y cerró los ojos, permitiendo que el oficial la registrara. Cada caricia y roce parecía llevarla a un estado de excitación que no podía ignorar.


Oficial Martínez: (voz suave) ¿Sabe lo que pasa cuando se desobedecen las órdenes, señorita Lorena?


Lorena: (con voz temblorosa) No, oficial.


Oficial Martínez: (acercándose más) Se merece un castigo, por supuesto. Pero también hay formas de redimirse.


Lorena sintió su proximidad, la tensión entre ellos aumentando. Sus labios estaban a centímetros de los suyos, y podía sentir su aliento mientras hablaba.


Oficial Martínez: (susurra) Si acepta someterse por completo a mis órdenes, podría considerar mostrarle clemencia.


Lorena lo miró, su respiración entrecortada. Sabía que estaba cruzando una línea peligrosa, pero algo en la autoridad del oficial la atraía hacia él.


Lorena: (con voz suave) Estoy dispuesta a hacer lo que sea necesario, oficial.


Oficial Martínez: (con una sonrisa dominante) Así me gusta, señorita Lorena. Empiece por quitarse lentamente esa chaqueta y dejarla caer al suelo.


Lorena asintió, sintiendo cómo la adrenalina recorría su cuerpo mientras seguía las órdenes del oficial. Desabrochó su chaqueta con manos temblorosas y la dejó caer al suelo, revelando su blusa ajustada debajo.


Oficial Martínez: (observando con atención) Muy bien. Ahora, levante sus brazos y déjeme ver sus manos.


Lorena obedeció, alzando sus brazos y exponiendo sus manos temblorosas. El oficial Martínez se acercó a ella, tomando sus manos en las suyas y examinándolas minuciosamente.


Oficial Martínez: (con tono de aprobación) Parece que no tiene nada escondido. Pero debemos asegurarnos. Levante un pie y apóyelo sobre esa silla.


Lorena levantó uno de sus pies y lo apoyó en la silla cercana, su corazón latiendo con fuerza mientras el oficial Martínez inspeccionaba sus zapatos y tobillos.


Oficial Martínez: (asintiendo) Todo parece en orden. Ahora, quiero que camine hacia adelante y se incline sobre ese escritorio.


Lorena dio unos pasos hacia adelante y se inclinó sobre el escritorio, sintiendo la superficie fría contra sus manos. Podía sentir la mirada intensa del oficial sobre ella, lo que aumentaba su excitación.


Oficial Martínez: (con voz suave) Muy bien, señorita Lorena. Ahora, quiero que cierre los ojos y respire profundamente. Relájese y confíe en mí.


Lorena cerró los ojos obedientemente, siguiendo las indicaciones del oficial. Sintió sus manos deslizándose por su espalda, acariciando suavemente su piel y enviando escalofríos de placer por todo su cuerpo.


El oficial Martínez la giró suavemente, enfrentándola hacia él. Sus ojos se encontraron en una mirada intensa y cargada de pasión. Sin decir una palabra, comenzó a desabrochar lentamente los botones de la blusa de Lorena, revelando su piel desnuda y erizada.


Oficial Martínez: (con tono suave) Necesito revisarla desnuda, Lorena.


Lorena se mordió el labio inferior, sintiendo cómo la electricidad recorría su cuerpo ante las palabras del oficial. Sus manos temblorosas encontraron su cintura, acariciando suavemente mientras descendían hacia sus caderas.


Lorena: (susurrando) No puedo creer que esto esté sucediendo...


Oficial Martínez: (acercándose más) A veces, las situaciones inesperadas pueden ser las más emocionantes.

Lorena se estremeció cuando sintió los labios del oficial Martínez sobre su piel desnuda, dejando un rastro de besos ardientes desde su cuello hasta sus hombros. Sus manos hábiles recorrieron su espalda, desabrochando su sujetador y liberando sus pechos.


Lorena: (jadeando) Oh, Dios...


El oficial Martínez se tomó su tiempo para explorar cada centímetro de su piel, dedicando atención a cada detalle de su cuerpo. Lorena se dejó llevar por las sensaciones, sus manos buscando el cuerpo del oficial con ansias, deseando sentirlo cerca.

Oficial Martínez: (murmurando) Eres increíblemente sensual, Lorena.


Lorena respondió con un gemido suave mientras el oficial Martínez bajaba sus manos hacia su cintura, deslizándolas por la curva de sus caderas y deteniéndose en el borde de su falda. Con un movimiento lento y deliberado, comenzó a subirla, revelando más piel a medida que avanzaba.


Lorena: (casi sin aliento) No puedo creer que esté dejando que haga esto...


Oficial Martínez: (acercándose a su oído) En la carcel seria peor.

Lorena asintió, sintiendo cómo la tensión y la excitación se mezclaban en su interior. El oficial Martínez continuó subiendo su mano por el muslo de Lorena, deteniéndose justo en el borde de su ropa interior. Su mirada intensa encontró la de ella, buscando cualquier indicio de duda.


Lorena: (mordiéndose el labio) Estoy... nerviosa.


Oficial Martínez: (acariciando su mejilla con el dorso de los dedos) No tienes que preocuparte, Lorena. Estoy aquí para guiarte y asegurarme de que te sientas cómoda en cada paso.


Lorena exhaló lentamente, sintiéndose más tranquila por las palabras tranquilizadoras del oficial Martínez. Se dejó llevar por la sensación de su mano sobre su piel, sus dedos trazando círculos delicados en el área más íntima de su cuerpo.


Oficial Martínez: (con tono suave) Confía en mí, Lorena. Permíteme mostrarte cómo puede ser liberador explorar tus deseos más profundos.


La respiración de Lorena se volvió más entrecortada mientras el oficial Martínez continuaba sus caricias. Cada roce despertaba sensaciones nuevas y desconocidas, llevándola a un estado de excitación que nunca había experimentado antes.


Lorena: (susurrando) No sé si puedo...


Oficial Martínez: (acercando sus labios a los de ella) Vas a disfrutarlo putita. Juntos, podemos descubrir un placer que ni siquiera imaginabas. Agarrame la pija.


Sus manos temblaban ligeramente mientras exploraba con sus dedos la piel firme y cálida del oficial. Cada caricia, cada roce, enviaba una oleada de electricidad a través de su cuerpo, encendiendo el fuego del deseo en cada rincón de su ser. Se sentía completamente vulnerable y expuesta, pero al mismo tiempo, esa vulnerabilidad la hacía sentir más viva que nunca.


Oficial Martínez continuaba explorando su cuerpo con manos expertas, sus dedos trazando líneas de fuego sobre su piel. Lorena soltó un gemido ahogado, sus labios buscando los suyos en busca de consuelo y pasión. Los besos se volvieron más urgentes, las lenguas se entrelazaron en un baile sensual que reflejaba la pasión que compartían.


Lorena pudo sentir la erección del oficial Martínez presionando contra su vientre, una prueba tangible de su deseo mutuo. Esa sensación la llenó de una excitación abrumadora, sus propias manos buscando el camino hacia su pantalón para liberar su necesidad.

Con un movimiento suave pero decidido, el oficial Martínez la llevó hacia el escritorio cercano. La ayudó a recostarse sobre la superficie de madera, sus ojos fijos en los de Lorena mientras sus manos seguían explorando cada centímetro de su piel. Los besos ardientes se convirtieron en mordiscos suaves y caricias intensas, llevándolos a un estado de éxtasis compartido.

Los suspiros y gemidos llenaron la habitación mientras el oficial Martínez continuaba su exploración apasionada. Las manos de Lorena se aferraban a los bordes del escritorio, sus uñas dejando marcas leves en la madera mientras el placer se apoderaba de ella.


Oficial Martínez: (con voz ronca) Eres tan hermosa, Lorena.


Lorena: (jadeando) Santiago...


La necesidad en sus voces era palpable, la tensión sexual entre ellos llegando a un punto de no retorno. Los labios del oficial descendieron por el cuello de Lorena, dejando un rastro de besos y mordiscos en su camino. Sus manos expertas encontraron el cierre de su sujetador, liberando sus pechos con suavidad pero con determinación.


Lorena arqueó la espalda, ofreciéndose sin reservas mientras el oficial Martínez se deleitaba en la visión de su desnudez. Sus dedos acariciaron los contornos de sus pechos, provocando escalofríos de placer en cada rincón de su piel.


Lorena: (gimiendo)  por favor...


Oficial Martínez: (con voz baja y ronca) ¿Qué deseas, Lorena?


Lorena: (suspirando) Metemela... hazme tuya.


Con un gruñido cargado de deseo, el oficial Martínez deslizó sus manos hacia abajo, acariciando las curvas de su cintura y caderas. Los besos ardientes se convirtieron en una danza frenética de pasión, sus bocas buscándose con urgencia mientras sus cuerpos se movían al unísono.


Lorena se sentía al borde del abismo, sus sentidos inundados por el placer abrumador que la consumía. Las caricias del oficial la empujaban hacia un precipicio de éxtasis, y ella se aferraba a él con todas sus fuerzas.


Oficial Martínez: (con voz entrecortada) Eres... tan puta.


Lorena: (jadeando) No pares, por favor...


La unión fue una explosión de sensaciones, un torrente de placer que los arrastró a ambos hacia el clímax. Los cuerpos temblaron y se fundieron en un abrazo apasionado, mientras el mundo se reducía a los latidos desbocados de sus corazones y la intensidad del momento compartido.


Después, se quedaron allí, recuperando el aliento mientras el brillo del deseo aún iluminaba sus ojos. Sabían que habían cruzado una línea peligrosa, pero en ese instante, todo lo que importaba era la conexión intensa que habían compartido.


Lorena: (con una sonrisa tímida) Esto... esto nunca debería haber pasado.


Oficial Martínez: (acariciando su rostro) Lo sé, Lorena. Pero no puedo arrepentirme de lo que sentimos.


Se besaron nuevamente, sellando su secreto con un gesto cargado de emociones encontradas. Sabían que su camino sería complicado, pero estaban dispuestos a enfrentar cualquier desafío juntos, aferrándose al recuerdo de la pasión prohibida que habían compartido.

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