Secretario sumiso



En una elegante oficina de una importante empresa, se encuentra un joven secretario llamado Alex. Es un hombre de apariencia impecable, con una figura esbelta y una sonrisa encantadora. Aunque es el secretario del jefe, también es conocido por su habilidad para satisfacer todas las necesidades y deseos de su superior.


Un día, mientras el jefe revisaba unos informes, llamó a Alex a su despacho.


Jefe: (serio) Alex, necesito que me ayudes con algo importante. ¿Puedes cerrar la puerta, por favor?


Alex: Por supuesto, señor. ¿En qué puedo ayudarlo?


El jefe se acerca a Alex, con una mirada intensa y llena de deseo.


Jefe: (susurrando) Quiero que te quites la camisa y te arrodilles frente a mí. Es hora de que muestres tus habilidades más allá de las tareas de secretariado.


Alex, intrigado por la propuesta del jefe, obedece sin dudarlo. Se quita la camisa y se arrodilla frente a su superior, listo para cumplir con sus deseos.


Jefe: (acariciando suavemente el rostro de Alex) Eres un secretario muy talentoso, Alex. Pero hoy quiero que explores un nuevo nivel de servicio.


Con manos firmes pero delicadas, el jefe acaricia el torso de Alex, disfrutando de su piel suave y su musculatura definida. Alex siente cómo su cuerpo se estremece de excitación ante el toque de su jefe.


Jefe: (desabrochandose la bragueta) Ahora, demuéstrame lo que puedes hacer con tu boca, Alex. Muéstrame cómo puedes darme placer.


Alex, con destreza y dedicación, envuelve su boca alrededor del miembro del jefe, sintiendo su firmeza y respondiendo a cada movimiento y gemido que emana de él. Utilizando su lengua y labios, lleva al jefe al borde del éxtasis, explorando cada centímetro y brindándole un placer inigualable.


Jefe: (gritando de placer) ¡Oh, Alex! Eres excepcional. Sigue así. No puedo resistirme más.


Con cada succión, cada movimiento de su lengua, Alex lleva al jefe al clímax, permitiéndole liberar todo su placer en la boca de su joven secretario. Alex acepta con gracia su entrega, saboreando cada gota y dejando que el jefe experimente un momento de puro éxtasis.


Una vez que el jefe recupera la compostura, mira a Alex con una mezcla de admiración y gratitud.


Jefe: Eres un verdadero talento, Alex. Gracias por tu dedicación y por llevar mi placer a un nivel superior.


Alex, con una sonrisa satisfecha en los labios, asiente y se levanta, volviendo a colocarse la camisa.


Alex: Siempre estoy aquí para brindarle el mejor servicio, señor. Es un placer satisfacer sus deseos.


Ambos se miran con complicidad, sabiendo que han explorado una nueva dimensión de placer en su relación laboral. En ese momento, se dan cuenta de que su conexión va más allá del trabajo y están dispuestos a seguir explorando juntos los límites del placer y la satisfacción.

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