Lucía embarazada - lactancia
Lucía y Javier se encontraban acostados en la cama, desnudos y abrazados, sumergidos en una conversación íntima sobre los cambios físicos que Lucía experimentaba en el octavo mes de su embarazo. La suavidad de las sábanas acariciaba sus cuerpos, mientras la tenue luz de las velas aportaba un ambiente cálido y sensual.
Javier deslizó sus manos con delicadeza por el cuerpo de Lucía, explorando cada curva y resaltando la belleza de sus formas maternales. Sus dedos trazaron suavemente el contorno de su vientre, sintiendo la suavidad y la redondez que albergaba a su pequeño hijo. Lucía cerró los ojos, entregándose a las caricias y suspirando con cada roce.
"Mis manos han estado ansiosas por explorar cada cambio en tu cuerpo, mi amor", susurró Javier con voz suave y sensual. "Cada nueva curva, cada pulso de vida que palpita en tu vientre, me hace desear aún más entregarme a ti y a nuestro amor".
Javier acarició con suavidad los senos de Lucía, dedicando atención especial a sus pezones sensibles. Sus movimientos eran tiernos pero llenos de pasión, despertando en ella un torrente de sensaciones. "Sé que tus pechos también han cambiado durante el embarazo, mi amor", murmuró, rozando sus labios contra su cuello. "Y me encanta cómo se han vuelto más sensibles, cómo responden a mis caricias y a mis besos".
Lucía se recostó en la cama, dejando que Javier examinara sus pechos con atención y delicadeza. La ternura en sus ojos reflejaba su amor y respeto por su cuerpo en este momento especial del embarazo.
Con suavidad, Javier acarició los pechos de Lucía, sintiendo la suavidad de su piel y la plenitud que había adquirido durante el embarazo. Sus manos recorrieron cada curva, dedicando especial atención a los pezones sensibles y erectos.
"Mis pechos han cambiado tanto durante estos meses", susurró Lucía, con una mezcla de asombro y excitación en su voz. "Se han vuelto más grandes y llenos de leche. Y ahora, están tan sensibles, tan ansiosos por ser tocados".
Javier respondió con una sonrisa y se inclinó para tomar uno de sus pezones entre sus labios, lamiéndolo y succionándolo suavemente. Lucía arqueó la espalda, entregándose al placer que recorría su cuerpo.
Los gemidos de Lucía llenaron la habitación mientras Javier continuaba explorando sus pechos con sus manos y su boca. Cada caricia, cada succión, despertaba en ella una excitación intensa y un deseo desbordante.
"Javier", murmuró entre jadeos, "me encanta cómo me haces sentir. La sensibilidad de mis pechos se ha vuelto una fuente inagotable de placer. Sigue... sigue tocándolos, haciéndome vibrar".
Javier obedeció, llevando a cabo cada una de las órdenes implícitas en las palabras de Lucía. Sus dedos se deslizaron hábilmente por su piel, mientras su boca se movía de un pecho al otro, provocando oleadas de éxtasis en cada rincón de su ser.
Javier respondió con una sonrisa traviesa mientras observaba los pechos llenos y tensos de Elena. Sin poder resistirse a su tentación, se inclinó hacia ella, tomando uno de sus pezones entre sus labios y comenzando a lamerlo y succionarlo suavemente.
Elena dejó escapar un suspiro de placer al sentir la cálida y húmeda boca de Javier en su pezón sensible. Cada succión delicada enviaba una corriente eléctrica de excitación directamente a su ser. Podía sentir cómo su pecho se llenaba de una deliciosa tensión y una sensación de plenitud.
Javier continuó alternando entre lamer y succionar, acariciando con la punta de su lengua la areola y los alrededores del pezón. Su mano libre se deslizó suavemente por el vientre de Elena, acariciando la suave piel que cubría su abultado abdomen.
Los gemidos suaves de Elena llenaban la habitación, mientras el placer se extendía por todo su cuerpo. La combinación de la estimulación de sus pechos y la sensación del tacto de Javier en su vientre creaba una conexión íntima y profundamente sensual entre ellos.
Javier podía sentir cómo los pechos de Elena respondían a sus caricias. La piel se volvía más sensible, y podía percibir el latido de su pulso a medida que la excitación aumentaba. Sus movimientos eran suaves y cautelosos, consciente de la necesidad de brindarle placer sin causar ninguna incomodidad debido a los cambios en su cuerpo durante el embarazo.
Elena se entregaba al éxtasis de la estimulación en sus pechos, sintiendo una oleada de sensaciones placenteras recorrer todo su ser. Cada succión, cada caricia, cada lamida era una prueba de la conexión íntima y la complicidad que compartían como pareja.
Javier acarició suavemente las nalgas de Lucía, deleitándose en su suavidad y curvas. Era consciente de que el sexo anal requería cuidado y preparación, especialmente en el caso de Lucía, quien estaba embarazada de ocho meses. Por lo tanto, su enfoque era el de brindarle comodidad y placer en cada momento.
Con movimientos lentos y suaves, Javier aplicó un poco de lubricante en el área anal de Lucía, asegurándose de que estuviera lista para la penetración. Sus caricias eran delicadas y cautelosas, respetando el cuerpo de Lucía y escuchando sus susurros de aprobación y señales de comodidad.
Lucía, sintiéndose amada y protegida, se entregó completamente a las manos expertas de Javier. Cada movimiento era recibido con una mezcla de placer y anhelo insaciable. El tacto de Javier en sus nalgas, la suavidad del lubricante y la expectativa de lo que estaba por venir creaban una excitación palpable en el aire.
Con suavidad y ternura, Javier ayudó a Lucía a encontrar una posición cómoda. Se aseguró de que ella estuviera relajada y lista para la experiencia. Tomó un poco de lubricante y lo aplicó tanto en su ano como en sus dedos, preparando el terreno para la exploración.
Mientras sus dedos se deslizaban suavemente alrededor de su ano, Javier aprovechó la excitación y el estímulo visual del fetiche de la leche materna. Acercó su boca al pecho de Lucía y comenzó a lamer y succionar su pezón con devoción, tragando su leche con placer.
La combinación de la estimulación en ambos lugares generó una explosión de sensaciones en Lucía. El placer se multiplicaba a medida que Javier exploraba suavemente su ano con sus dedos, mientras su boca se adhería a su pecho, disfrutando de la dulzura y la erótica conexión del fetiche de la leche materna.
Lucía se abandonó por completo a las sensaciones abrumadoras. Los gemidos escapaban de sus labios mientras el placer se construía dentro de ella. Javier continuó su ritmo suave y constante, alternando entre estimular su ano y succionar su pezón con pasión.
La combinación de la estimulación anal y el fetiche de la leche materna llevó a Lucía a un estado de éxtasis inimaginable. Cada caricia y cada succión despertaban nuevas oleadas de placer en su cuerpo, creando una conexión íntima y profunda con Javier.
Con cada movimiento coordinado, sus cuerpos se sincronizaban en una danza de pasión y deseo. Lucía se sentía plenamente satisfecha al experimentar la unión de estos dos aspectos de su sexualidad, permitiendo que el placer los envolviera por completo.
El clímax finalmente llegó, inundando a Lucía con una oleada intensa de placer. Su cuerpo tembló con convulsiones de éxtasis mientras Javier la sostenía con suavidad, brindándole consuelo y seguridad en ese momento tan íntimo.
Lucía quedó sin aliento, sintiendo cómo su cuerpo se relajaba poco a poco. Javier la envolvió en un abrazo cálido y la acarició suavemente mientras se recuperaban del intenso clímax.
Javier: (susurrando) "Lucía, eres increíble. Me encanta poder compartir estas experiencias íntimas contigo y explorar nuestros deseos juntos".
Lucía: (con una sonrisa radiante) "Yo también, Javier. Cada vez que experimentamos algo nuevo, siento que nuestro vínculo se fortalece aún más. Gracias por siempre respetar mis límites y cuidar de mí".
Javier: (besando suavemente su frente) "Eres mi prioridad, Lucía. Tu placer y comodidad siempre estarán en primer lugar. Me encanta cómo nos aventuramos juntos, descubriendo nuevas formas de placer y conectándonos a niveles más profundos".
Lucía: (acariciando su mejilla) "Nuestro amor y comunicación abierta son los cimientos de estas experiencias tan especiales. Me siento tan agradecida de tenerte a mi lado, Javier".
Javier: (sonriendo) "Y yo de tenerte a ti, Lucía. Eres la mujer de mis sueños y estoy emocionado por continuar explorando juntos. Siempre estaré aquí para ti, dispuesto a satisfacer tus deseos y compartir nuestras fantasías más íntimas".
Lucía y Javier permanecieron abrazados, disfrutando de la calma que llegaba después de la tormenta de placer. Sabían que este nuevo capítulo en su vida sexual les había permitido unirse aún más como pareja, creando recuerdos inolvidables y profundizando su amor y conexión.
Con cada experiencia compartida, se reafirmaban el amor, el respeto y la confianza que los unía. Juntos, estaban dispuestos a seguir explorando su sexualidad con apertura, curiosidad y un amor inquebrantable el uno por el otro.
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