Elena embarazada 2

 


En un cálido y acogedor dormitorio, Elena, una mujer embarazada de curvas sensuales y vientre redondeado, se preparaba para una experiencia íntima y excitante con sus jóvenes amantes, Marto y Elian. 


Con delicadeza, Elena se despojó de su ropa y se puso una lencería especialmente diseñada para resaltar aún más su cuerpo embarazado. El conjunto se ajustaba perfectamente a su vientre, realzando su curvilínea figura y haciendo resaltar sus senos llenos de leche.


Marto y Elian, llenos de anticipación y deseo, observaron maravillados mientras Elena se exhibía, moviéndose con gracia y sensualidad. Su vientre redondeado y sus senos abultados eran un deleite para sus ojos jóvenes y ansiosos.


Elian, acercándose con cautela, acarició suavemente el vientre de Elena, sintiendo la suavidad de su piel bajo sus dedos. La excitación se apoderó de él al imaginar la vida que crecía dentro de ella, y la intimidad compartida en ese momento los unió aún más.


Marto, embriagado por la visión de la sensualidad de Elena, se acercó por detrás y envolvió sus brazos alrededor de ella, acariciando sus pechos llenos de leche. La sensación de su piel caliente y suave bajo sus manos era irresistible, y sus dedos juguetones se deslizaron por los pezones sensibles de Elena, desencadenando oleadas de placer.



Marto: (susurrando al oído de Elena) Eres tan hermosa, Elena. Tu cuerpo embarazado y tus pechos llenos de leche me vuelven loco.


Elena: (gimiendo suavemente) Marto, tus manos se sienten tan bien sobre mi piel. Me encanta cómo acaricias mis pezones sensibles.


Marto: (con voz entrecortada por el deseo) Me encanta ver cómo reaccionas a mis caricias, Elena. Tu placer es mi mayor satisfacción.


Elena: (jadeando) Por favor, sigue. No pares. Quiero sentir más.


Marto: (apretando suavemente los pezones) ¿Te gusta cuando juego con ellos, verdad puta? Disfruto tanto de tu respuesta. Eres tan receptiva, tan sensual.


Elena: (susurrando con voz temblorosa) Sí, Marto. Me encanta cómo me tocan, soy su puta. Me hacen sentir tan deseada y hermosa.

Elian: (deslizando sus manos por sus caderas) Tus deseos son órdenes, Elena. Permíteme adorarte y explorarte en esta etapa tan especial.

Marto: (acercando sus labios a su oído)  Quiero saborear tu leche materna.


Elena: (susurrando con excitación) Sí, Marto. Bebe de mí, disfruta de mi leche. Quiero que te deleites con todo lo que mi cuerpo embarazado tiene para ofrecerte.

Elian: (acariciando suavemente su vientre redondeado) Eres una diosa, Elena. Tu embarazo te hace aún más hermosa. Me siento atraído por cada curva, cada centímetro de ti.

Marto: (con pasión) No puedo resistirme a ti, Elena. Eres irresistible en todos los sentidos. Eres mi fantasía hecha realidad.

Elian: (acariciando sus senos llenos de leche) Permíteme probar la dulzura de tu leche materna, Elena. Me fascina la idea de saborearla mientras disfrutamos juntos.

Marto: (con voz autoritaria) Abre tus piernas más, Elena. Quiero ver lo mojada que estás por nosotros.


Elena obedeció, separando sus piernas aún más, exhibiendo su intimidad húmeda y ansiosa. Marto y Elian disfrutaron de la visión, saboreando la sumisión y el deseo en el aire.


Elian: (acariciando suavemente su clítoris) Eres nuestra para jugar, Elena. Permítenos provocarte y llevarte al límite una y otra vez.

Los dedos de Elian se movieron con maestría sobre el clítoris de Elena, provocando gemidos de placer y sumisión. Cada roce y cada movimiento preciso aumentaban la intensidad de sus sensaciones, llevándola al borde del éxtasis.


Mientras tanto, Marto se acercó por detrás y deslizó suavemente sus manos por el contorno de las nalgas de Elena. Sus caricias eran delicadas y llenas de deseo, preparando su cuerpo para una nueva forma de placer.


Elena, sumida en el torbellino de sensaciones, anhelaba la siguiente fase de su entrega. Sus labios entreabiertos dejaban escapar susurros de placer mientras los dedos de Elian continuaban explorando su clítoris con ritmo apasionado.


Marto, sintiendo la excitación crecer en el aire, separó ligeramente las nalgas de Elena y comenzó a acariciar suavemente la entrada de su ano con la punta de su dedo. Cada contacto generaba una mezcla de placer y anticipación, desafiando los límites de su excitación.


Elena, entregada a la lujuria del momento, se dejó llevar por las caricias duales que la envolvían. Los dedos de Elian en su clítoris y las caricias de Marto en su ano despertaban sensaciones inéditas que la llevaban más allá de sus inhibiciones.


El éxtasis se apoderó de Elena cuando Marto deslizó con suavidad un dedo en su ano, acompañando los movimientos expertos de Elian en su clítoris. Cada roce, cada embestida, provocaba oleadas de placer que la envolvían por completo.


Elena se perdió en el laberinto del placer, dejándose llevar por la unión de los estímulos en cada parte sensible de su cuerpo. El éxtasis la envolvía como un torbellino de sensaciones intensas, llevándola hacia un clímax arrollador.


Marto y Elian, conscientes de su entrega y deseosos de hacerla alcanzar nuevas cumbres de placer, continuaron explorando y estimulando cada rincón de su cuerpo. Sus manos y dedos se movían con precisión, llevándola al límite y más allá.

Elena: (jadeando) ¡Oh, sí... sigan... no se detengan! Me vuelven loca de deseo...


Marto: (con voz ronca) Disfruta, Elena. Eres nuestra musa del placer y te llevaremos más allá de tus límites.


Elian: (susurrando al oído) Eres hermosa en tu entrega, Elena. Queremos hacerte sentir todo el placer que mereces.


Los movimientos de Marto y Elian se volvieron más intensos y coordinados. Cada embestida de Marto en su ano se sincronizaba con los movimientos expertos de Elian en su clítoris, provocando una sinfonía de placer que la envolvía por completo.


Elena: (entre gemidos) ¡Oh, sí... más... más profundo! Me están llevando al límite... no puedo contenerme...


Marto: (gruñendo de placer) Eres una mujer insaciable, Elena. Disfruta de cada embestida, de cada instante en el que te llevamos al éxtasis.


Elian: (acariciando suavemente su rostro) Estás tan hermosa cuando te abandonas al placer, Elena. Eres nuestra diosa de la lujuria.


La intensidad del momento era abrumadora. Elena se sentía como una marioneta en manos de sus amantes, dejándose guiar por el ritmo ardiente que ellos marcaban. Cada embestida, cada caricia, cada palabra, alimentaba el fuego que ardía dentro de ella.


Elena: (gimiendo) ¡Sí... sí... voy a... voy a venirme! No puedo contenerlo más... ¡ahhh!


Un estallido de placer la recorrió de pies a cabeza, sacudiendo su cuerpo con un orgasmo poderoso y liberador. Los músculos se tensaron y su cuerpo se arqueó en un acto de éxtasis absoluto.


Marto y Elian la sostuvieron amorosamente mientras las últimas olas de placer recorrían su cuerpo, envolviéndola en un abrazo cálido y reconfortante.


Marto: (susurrando) Has alcanzado un clímax sublime, Elena. Eres nuestra diosa del placer.


Elian: (acariciando suavemente su rostro) Estamos orgullosos de ser parte de tu deleite, Elena. Eres una mujer extraordinaria.


Elena sonrió, agotada pero satisfecha. Había experimentado una aventura erótica inolvidable junto a Marto y Elian, quienes habían despertado en ella un deseo desenfrenado y una conexión íntima única.


En ese momento de cercanía y complicidad, los tres compartieron una sensación de plenitud y felicidad, sabiendo que habían creado un recuerdo erótico que perduraría en sus mentes y corazones.


El trío se acurrucó juntos, disfrutando de la calma después de la tormenta de pasión. Sus cuerpos entrelazados y sus corazones latiendo al unísono, listos para explorar nuevos horizontes de placer en su camino juntos.


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