Estaba embarazada de 8 meses y, a pesar de mi estado avanzado, sentía una curiosidad creciente por explorar el sexo anal junto a Javier, mi compañero y futuro padre de nuestro hijo. Nos habíamos informado, hablado sobre ello y tomado todas las precauciones necesarias para asegurarnos de que todo fuera seguro. Había llegado el momento de dar el siguiente paso y experimentar juntos esta nueva dimensión de nuestra intimidad.
Nos encontrábamos en la habitación, el ambiente era cálido y tranquilo. Javier me acariciaba suavemente, cuidando de mi bienestar y asegurándose de que me sintiera cómoda en todo momento.
Javier: Lucía, recuerda que siempre estaré pendiente de ti y del bebé. Si en algún momento sientes molestias o incomodidad, detendremos todo de inmediato, ¿de acuerdo?
Lucía: Gracias, Javier. Confío plenamente en ti y sé que juntos podemos disfrutar de esta experiencia de forma segura y placentera.
Con manos suaves y temblorosas de excitación, Javier tomó el lubricante y lo aplicó generosamente en su dedo índice. Acercándose a mí con ternura, me acarició suavemente alrededor de la zona anal, dejando que el lubricante se deslizara sobre mi piel.
Lucía: (susurrando) Se siente fresco y resbaladizo. Es un poco diferente, pero también intrigante.
Javier: Sí, Lucía. El lubricante es clave para que la penetración sea suave y cómoda. Voy a seguir adelante, pero por favor, si en algún momento sientes dolor o molestias, solo dímelo y detendremos todo de inmediato.
Con extremo cuidado, Javier comenzó a introducir su dedo índice en mi ano, moviéndolo lentamente en círculos y aplicando una suave presión. Mi cuerpo se relajaba poco a poco, permitiendo la entrada gradual de su dedo.
Lucía: (suspirando) Es diferente, pero no me duele. Siento una sensación distinta y excitante.
Javier: Me alegra escuchar eso, Lucía. Estoy aquí contigo en cada paso del camino. ¿Cómo te sientes ahora?
Lucía: Me siento más cómoda, Javier. Sigue despacio, quiero explorar más.
Javier continuó con movimientos suaves y pacientes, aumentando poco a poco la estimulación en mi zona anal. Mientras lo hacía, susurros de placer escapaban de mis labios, indicándole que estábamos en el camino correcto.
Lucía: (susurrando) Javier, esto se siente bien. Sigue adelante, quiero experimentar más.
Javier: Lucía, estoy aquí para complacerte. Voy a seguir avanzando, pero recuerda que siempre puedes detenerme si algo no se siente bien.
Con cada movimiento, sentía cómo mi cuerpo se abría lentamente a la nueva sensación. Los susurros de placer se mezclaban con nuestras respiraciones entrecortadas, creando un ambiente íntimo y lleno de deseo.
Lucía: (gimiendo) Javier, sigue así. Es increíblemente excitante. Estoy lista para más.
Javier: Lucía, me alegra que estés disfrutando esto. Voy a introducir otro dedo, pero recuerda que iremos paso a paso.
Con sumo cuidado, Javier agregó otro dedo, aumentando gradualmente la intensidad de la estimulación. Mi cuerpo se estremecía ante la nueva sensación, y los gemidos de placer se volvieron más intensos.
Lucía: (jadeando) Javier, esto es asombroso. No puedo creer lo placentero que es. Continúa, por favor.
Javier: Lucía, estás siendo increíblemente valiente y receptiva. Estoy aquí contigo en
cada momento. Ahora, si te sientes lista, me gustaría intentar la penetración completa. Pero recuerda, si en cualquier momento sientes dolor o necesitas parar, lo haremos de inmediato. Tu bienestar es mi prioridad.
Lucía: Javier, confío en ti y sé que me cuidarás. Quiero llevar esto al siguiente nivel. Adelante.
Con suavidad y paciencia, Javier se colocó detrás de mí, asegurándose de mantener una comunicación constante conmigo. Con una mano, guió suavemente su erección hacia mi ano, mientras la otra acariciaba mi espalda, transmitiendo tranquilidad y apoyo.
Javier: Aquí voy, Lucía. Voy a entrar muy despacio. Respira profundamente y relaja tus músculos.
Lucía: (susurrando) Estoy lista, Javier. Confío en ti.
Lentamente, Javier guió su erección hacia mi ano, presionando suavemente contra él. Podía sentir cómo mi cuerpo se tensaba por la anticipación y la novedad de esta experiencia. Respiré profundamente, tratando de relajar mis músculos y entregarme al placer que estaba por venir.
Con cada avance gradual de Javier, sentía una mezcla de sensaciones: una ligera presión, un estiramiento suave y una excitación intensa. Javier me miró a los ojos, buscando mi consentimiento y asegurándose de que me sintiera cómoda en cada momento.
Javier: ¿Estás bien, Lucía? Si en algún momento sientes dolor o necesitas que paremos, solo dímelo. Quiero que esto sea una experiencia placentera para ti.
Lucía: Sí, Javier. Confío en ti. Sigue adelante, pero sé delicado.
Con su voz tranquilizadora resonando en mis oídos, Javier continuó empujando lentamente su miembro en mi ano. Cada centímetro que avanzaba era recibido por mi cuerpo con una combinación de sensaciones: una ligera molestia mezclada con una creciente excitación.
Mientras tanto, mis manos buscaban algo a lo que aferrarse para mantenerme conectada y en equilibrio. Me agarré con fuerza a las sábanas, dejando que mis dedos se hundieran en la tela mientras me entregaba a esta nueva experiencia.
Javier continuó avanzando con paciencia y cuidado, monitoreando mi reacción y asegurándose de que estuviera cómoda en todo momento. Cada movimiento era deliberado y controlado, permitiéndome adaptarme y aceptar su presencia en mi interior.
A medida que Javier se adentraba más en mí, podía sentir una combinación de placer y una sensación de plenitud que se apoderaba de todo mi ser. El ritmo de nuestras respiraciones se aceleraba, y nuestros gemidos comenzaron a llenar la habitación, creando una sinfonía íntima y apasionada.
Lucía: (susurros entrecortados) Javier, es intenso. Me siento llena y conectada contigo de una manera completamente nueva.
Javier: Lucía, eres increíble. Estoy maravillado de la confianza que depositas en mí y de cómo nuestros cuerpos se unen en esta experiencia. ¿Estás bien?
Lucía: Sí, Javier. Continúa, por favor. Quiero seguir explorando esta sensación contigo.
Motivada por mi deseo de experimentar y disfrutar plenamente de esta nueva forma de intimidad, me entregué por completo a las sensaciones que Javier generaba en mí. Cada movimiento se volvía más fluido y rítmico, nuestros cuerpos se sincronizaban en un ballet erótico que nos llevaba cada vez más cerca del éxtasis.
Las oleadas de placer se intensificaban a medida que Javier encontraba nuevos ángulos y profundidades, acariciando zonas sensibles que despertaban sensaciones indescriptibles. Cada embestida era recibida con una mezcla de placer y un anhelo insaciable de más.
Cada embestida de Javier era recibida con una mezcla de placer y un anhelo insaciable de más, pero había algo más que añadía un elemento especial a nuestra conexión: mi embarazo de ocho meses. Sentir la presencia de nuestra pequeña vida dentro de mí mientras experimentábamos esta nueva forma de intimidad intensificaba aún más las emociones y sensaciones.
Mis gemidos se entrelazaban con susurros de anticipación y satisfacción. El ritmo constante de sus embestidas se volvía una danza perfectamente sincronizada, como si nuestros cuerpos supieran intuitivamente cómo moverse en armonía. Javier se mostraba comprensivo y atento, consciente de mi delicado estado y asegurándose de que cada movimiento fuera suave y placentero.
Lucía: (jadeando) Javier, esto es tan especial. Sentir a nuestra hija moverse mientras estamos juntos así... es realmente mágico.
Javier: (susurra) Sí, amor. Cada embestida es un recordatorio tangible de la vida que estamos creando juntos. Nuestra conexión se vuelve aún más profunda en este momento.
Mis sentidos se agudizaban con cada caricia y cada roce de su cuerpo contra el mío. La excitación se mezclaba con la dulce anticipación de convertirnos en padres, creando una experiencia única y poderosa. Me sentía plenamente mujer y madre al mismo tiempo, entregada al placer y a la responsabilidad que llevaba dentro.
En un torbellino de sensaciones, el éxtasis se apoderó de mi cuerpo. Mi respiración se aceleró, mis músculos se contrajeron y mis gemidos se intensificaron. Javier, consciente de mi estado y mi cercanía al clímax, aumentó su ritmo gradualmente, llevándome al borde del precipicio del placer.
Lucía: (gritando de placer) ¡Javier, sí! ¡No puedo contenerme más! ¡Hazme llegar al clímax, mi amor!
Javier: (susurra) Déjate llevar, Lucía. Permíteme llevarte al clímax y compartir este momento único contigo.
En un instante de pura dicha, el orgasmo me envolvió por completo. Mi cuerpo se estremeció, una mezcla de hormonas y placer recorrió mi ser. Sentí cómo mi vientre se contraía, como si nuestra pequeña vida también estuviera experimentando la oleada de éxtasis a través de mí.
Lucía: (jadeando) ¡Javier, sí! ¡Me estoy desbordando de placer y amor!
Javier continuó embistiendo con ternura, prolongando mi orgasmo y asegurándose de que cada sensación fuera plenamente disfrutada. Juntos, alcanzamos un clímax compartido, una explosión de pasión y conexión que nos dejó sin aliento.
Nos abrazamos con ternura, nuestros cuerpos aún entrelazados, mientras nuestros latidos se iban calmando poco a poco. En ese momento, sentí una profunda gratitud por nuestro embarazo y la conexión íntima que habíamos fortalecido a través de esta experiencia. Javier y yo habíamos creado una conexión aún más profunda, y esta experiencia nos había permitido celebrar el amor y la vida en su forma más pura.
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