Pegging - Mónica (42) y Martin (21)



Martin entró en el departamento de Mónica con un poco de nerviosismo en su estómago. Él sabía que ella lo estaba ayudando a prepararse para una experiencia diferente, y aunque estaba emocionado, también estaba un poco asustado. Mónica sonrió al verlo y lo llevó al dormitorio para empezar.


"Primero, te ayudaré a ponerte la lencería rosa", dijo Mónica mientras sacaba una hermosa pieza de encaje de su armario. Martin se sintió un poco nervioso ante la idea de ponerse lencería, pero confiaba en Mónica y sabía que estaría en buenas manos. Asintió, dejando que ella lo guiara.


Mónica le pasó la pieza de encaje rosa y comenzó a ayudarlo a ponérsela. "Mantén los brazos hacia arriba", le indicó mientras deslizaba el sostén por sus hombros y ajustaba las copas para que se ajustaran a su pecho. Martin miró hacia abajo y se sorprendió de lo sexy que se veía en el espejo.


"¡Vaya!", dijo Martin, sorprendido por lo bien que se veía en la lencería. "No sabía que me vería tan bien". Mónica sonrió, complacida de ver lo cómodo que se estaba sintiendo Martin en su propia piel.


"Te ves increíble", dijo ella, mientras le pasaba las bragas rosadas y ajustaba las tiras alrededor de su cintura. "Ahora, ¿qué te parece si te maquillo un poco?".


Mónica se concentró en aplicar la base de maquillaje en el rostro de Martin, asegurándose de que cubriera uniformemente todas las imperfecciones de su piel. Luego, con un pincel suave, agregó un poco de polvo para sellar la base.


Después, Mónica comenzó a trabajar en los ojos de Martin. Primero, delineó cuidadosamente sus párpados superiores con un lápiz negro, creando una línea sutil y definida. Luego, tomó una sombra de ojos dorada y la aplicó en el párpado móvil, difuminándola cuidadosamente para crear un aspecto suave y natural.


Mónica tomó un cepillo fino y con la misma sombra dorada, delineó ligeramente la línea inferior de las pestañas de Martin. Con un toque final de rímel, las pestañas de Martin se volvieron largas y oscuras.

Mónica tomó un labial rojo intenso y comenzó a aplicarlo cuidadosamente en los labios de Martin, delineándolos con precisión antes de rellenarlos con el color vibrante. "Este rojo es perfecto para ti", dijo ella mientras admiraba su trabajo en el espejo. "Ahora estás lista, mi putita hermosa". Martin sonrió, agradecido por la habilidad y el cuidado de su amiga en hacerlo sentir hermoso.

Mónica comenzó a lubricar el ano de Martin con sus dedos, moviéndolos en círculos suaves para relajar los músculos de su esfínter. Martin gimió y se apoyó en la cama, sintiendo cómo su cuerpo se abría bajo los hábiles dedos de Mónica.


"Relájate, Martin. Confía en mí", le dijo Mónica suavemente, mientras seguía acariciando suavemente su ano. "¿Cómo te sientes? ¿Estás cómodo?"


"Sí, estoy bien", respondió Martin con voz entrecortada, sintiendo cómo la excitación comenzaba a apoderarse de su cuerpo.


Mónica continuó con su tarea, introduciendo un dedo en el ano de Martin y moviéndolo suavemente dentro y fuera para dilatarlo un poco más. Martin jadeó y gimió, sintiendo cómo su cuerpo se tensaba y se relajaba bajo el tacto experto de Mónica.


"¿Estás listo para el siguiente paso, Martin?" preguntó Mónica con una sonrisa.


"Sí", respondió Martin sin vacilar.


Mónica tomó el cinturón con dildo y lo ajustó cuidadosamente en su cadera, asegurándose de que estuviera bien sujeto. Luego, tomó un poco más de lubricante y lo aplicó en la punta del dildo, antes de presionarlo suavemente contra el ano de Martin.


Martin gimió al sentir la presión del dildo en su entrada, pero Mónica continuó con suavidad, deslizando lentamente el dildo hacia dentro de su cuerpo. "Respira profundo, Martin", le susurró al oído. "Deja que tu cuerpo se abra y se entregue al placer".


Martin siguió su consejo y respiró profundamente, dejando que su cuerpo se relajara bajo la presión del dildo. Mónica lo mantuvo suave y constante, empujando lentamente el dildo hacia dentro de él, hasta que finalmente estaba completamente dentro.


"¿Cómo te sientes, Martin?" preguntó Mónica con una sonrisa.


"Está bien, un poco extraño pero bien", respondió Martin, sintiendo cómo su cuerpo se adaptaba a la presencia del dildo.


Mónica lo sostuvo mientras comenzó a moverse lentamente, deslizando el dildo hacia dentro y fuera del cuerpo de Martin. Martin gimió y se retorció bajo sus hábiles manos, sintiendo cómo su cuerpo se acercaba cada vez más al borde del orgasmo.


Martin se mordió el labio inferior, sintiendo la mezcla de dolor y placer mientras Mónica empujaba el dildo más adentro de él. "¿Te gusta?", preguntó Mónica suavemente mientras continuaba moviendo el juguete dentro y fuera de él. Martin asintió con la cabeza, incapaz de hablar mientras su cuerpo se rendía al éxtasis.


Mónica aumentó el ritmo, haciendo que el dildo golpeara suavemente la próstata de Martin. Él gimió fuerte y apretó los puños, sintiendo cómo su orgasmo se acercaba cada vez más. "¡Oh Dios mío, Mónica!", gritó mientras su cuerpo se estremecía con el placer abrumador. Mónica lo sostuvo suavemente mientras su cuerpo temblaba y luego retiró lentamente el dildo, dándole tiempo a Martin para recuperar el aliento.


"Mantente relajado, Martin", dijo Mónica suavemente mientras sostenía su mano. "Respira profundo y relájate". 


Martin asintió, sintiendo su cuerpo temblar mientras su mente estaba aún aturdida por la intensidad del placer que había experimentado. "¿Estás bien?", preguntó Mónica, acariciando suavemente su cabello.


"Sí, estoy bien", respondió Martin con una sonrisa tímida. "Solo necesito un minuto para recuperarme".


"Por supuesto, tómate todo el tiempo que necesites", dijo Mónica, dándole un beso suave en los labios. "Me alegra que hayas disfrutado la experiencia".


Martin sonrió, sintiéndose agradecido y feliz de tener a Mónica a su lado. "No puedo creer lo increíble que ha sido todo esto", dijo en voz baja. "Realmente eres una diosa del placer".


Mónica se rió suavemente. "Solo estoy haciendo mi trabajo", dijo con una sonrisa. "Pero me alegra que lo hayas disfrutado".


Martin se sentó y se puso la ropa lentamente, disfrutando del roce de la tela contra su piel. Se sentía completamente diferente, más confiado y más seguro de sí mismo. "Gracias por todo esto", dijo a Mónica, mirándola a los ojos.


"De nada", respondió Mónica con una sonrisa. "Siempre estoy aquí para ti".


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