Pegging - Mónica (42) y Alfredo (23)
Mónica tomó la lencería rosa y se acercó a Alfredo con una sonrisa seductora en su rostro. "Ven aquí, cierra los ojos y deja que yo me encargue", le susurró al oído mientras le acariciaba la mejilla.
Alfredo cerró los ojos y se dejó llevar por la sensación de la tela suave y sedosa deslizándose sobre su piel. Mónica lo ayudó a ponerse el sostén, ajustándolo cuidadosamente para que se adaptara perfectamente a su torso.
Luego, le pidió que se diera la vuelta para poder ponerle las braguitas. Alfredo obedeció, sintiendo el roce de la tela contra sus nalgas mientras Mónica las subía por sus piernas y las ajustaba a su cintura.
Finalmente, Mónica tomó un par de medias de encaje rosa y las desenrolló suavemente, deslizándolas por las piernas de Alfredo y ajustándolas cuidadosamente a sus muslos. "¡Listo! Ahora siéntete sexy y disfruta", le dijo Mónica mientras le daba un pequeño empujón para que se diera la vuelta y se mirara en el espejo.
Mónica tomó una paleta de sombras de ojos y comenzó a aplicar cuidadosamente los colores en los párpados de Alfredo. "Tus ojos son tan hermosos", dijo mientras trabajaba en el maquillaje. Luego aplicó el delineador de ojos y el rímel, realzando aún más la belleza de los ojos de Alfredo.
Después de terminar el maquillaje de los ojos, Mónica tomó un lápiz labial rosa y lo aplicó en los labios de Alfredo, creando un efecto sexy y seductor. "Te ves increíble", dijo ella mientras lo miraba con admiración.
Cuando terminaron de maquillarse y se pusieron los sobretodos para salir, Alfredo se miró en el espejo y no pudo evitar sonreír. Se veía diferente, pero no se sentía incómodo con su aspecto. Era como si hubiera descubierto un nuevo aspecto de sí mismo que siempre había estado ahí, pero que nunca se había atrevido a explorar.
Bajaron las escaleras de su edificio y salieron a la calle, caminando hacia la esquina donde había una pequeña cafetería. Alfredo sentía las miradas curiosas de la gente, pero trataba de ignorarlas y seguir adelante con confianza. Al fin y al cabo, era su vida y tenía derecho a vivirla como quisiera.
En la cafetería, pidieron un par de cafés y se sentaron en una mesa junto a la ventana. Desde allí, podían ver a la gente pasar por la calle, y Alfredo se divertía imaginando lo que pensarían al verlos. Mónica parecía disfrutar del momento tanto como él, y pronto estaban riendo y bromeando como si fueran dos amigos más.
Después de terminar sus cafés, volvieron al departamento de Mónica, donde Alfredo se sentía más cómodo. Allí podía ser él mismo sin preocuparse por lo que la gente pensara. Se quitaron los sobretodos y volvieron a la habitación.
Mónica sonrió y empujo a Alfredo a la cama, poniendolo boca abajo y bajandole la tanga de un tiron, y abriendo sus nalgascomenzó con la lubricación oral, moviendo su lengua en círculos alrededor del ano de Alfredo y luego presionando suavemente con la punta para entrar un poco en el interior. Alfredo gimió de placer, sintiendo cómo su cuerpo se tensaba con cada toque.
Mientras Mónica continuaba la lubricación oral, Alfredo cerró los ojos y dejó que el placer lo invadiera por completo. "Oh Dios mío, esto se siente increíble", susurró Alfredo entre gemidos. Mónica respondió con un suave suspiro, disfrutando de la sensación de poder llevar a su pareja al éxtasis.
Mónica retiró su lengua y tomó un poco de lubricante en sus dedos, comenzando a masajear suavemente alrededor del ano de Alfredo. Con cuidado, introdujo un dedo y lo movió suavemente, sintiendo cómo el cuerpo de Alfredo se relajaba poco a poco. Luego agregó otro dedo y continuó el masaje, sintiendo cómo la piel se estiraba y se dilataba con cada movimiento.
Después de un momento, Mónica tomó el cinturón con el dildo y lo ajustó alrededor de su cintura. Alfredo se acostó boca arriba y separó las piernas, esperando ansiosamente. Mónica lubricó el dildo y comenzó a presionarlo contra el ano de Alfredo, moviéndolo suavemente en círculos para dilatarlo aún más. Finalmente, comenzó a empujar el dildo hacia adentro, sintiendo cómo la piel se estiraba alrededor de él. Alfredo gimió y arqueó la espalda, sintiendo cómo el dildo lo llenaba por completo.
Mónica sostuvo el dildo con una mano mientras con la otra acariciaba el cuerpo de Alfredo, sintiendo cómo éste se estremecía con cada caricia. "¿Te gusta?", preguntó Mónica, mientras movía lentamente el dildo hacia adentro y hacia afuera de Alfredo.
Alfredo asintió con la cabeza, incapaz de hablar debido al placer que lo invadía. "Sí, por favor, sigue", murmuró. Mónica sonrió y aumentó el ritmo, moviendo el dildo con más fuerza y rapidez. Alfredo gemía con cada embestida, sintiendo cómo su cuerpo se acercaba cada vez más al borde del orgasmo.
Finalmente, Alfredo llegó al clímax, gritando de placer mientras su cuerpo se tensaba y temblaba con el orgasmo. Mónica lo sostuvo con cuidado mientras su cuerpo se recuperaba del intenso placer. "Eso fue increíble", susurró Alfredo, todavía recuperándose del orgasmo.
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