Natalia va al ginecologo



Natalia. Edad: 30. Estatura: 1.75m. Peso: 65kg. Medidas: 90-70-95. Descripción adicional: Cabello largo y rubio, ojos azules, piel blanca, tiene un tatuaje de un pájaro en el hombro.

Natalia llegó al consultorio del Dr. Gonzales unos minutos antes de la hora de su cita. El edificio de ladrillo rojo de dos pisos parecía tranquilo y sereno en medio de la bulliciosa ciudad. Se tomó un momento para respirar profundamente y calmarse antes de entrar al consultorio del médico.

Al ingresar, fue recibida por una amable recepcionista que le pidió que llenara unos formularios. Después de completarlos, se sentó a esperar en la cómoda sala de espera decorada con tonos suaves de beige y marrón. Mientras hojeaba una revista, no pudo evitar sentirse un poco nerviosa por su examen, pero también un poco emocionada.

Después de unos minutos, la recepcionista la llamó y la llevó al consultorio del Dr. Gonzales. Mientras caminaba por el pasillo, pudo sentir la mirada de otros pacientes y personal médico. Trató de mantener la cabeza en alto y caminar con confianza.

Al llegar a la puerta del consultorio, la recepcionista la dejó pasar y le deseó buena suerte. Natalia entró en la habitación y fue recibida por el Dr. Gonzales, un hombre amable y tranquilo con una sonrisa cálida.

El doctor Gonzales le pidió a Natalia que se desvistiera y se pusiera una bata de papel para la exploración. Natalia siguió las instrucciones y se sintió un poco nerviosa mientras se quitaba la ropa. La bata de papel no le proporcionaba mucha cobertura, y se sentía expuesta frente al doctor. Sin embargo, intentó relajarse y recordar que esta era una parte importante de su cuidado de salud.

Una vez que se puso la bata de papel, el doctor Gonzales la llevó a una sala de examen y le pidió que se acostara en la camilla. El ambiente era tranquilo, y Natalia notó que había una música suave de fondo que ayudaba a crear una atmósfera relajada. El doctor Gonzales le preguntó sobre sus antecedentes médicos, su historial de enfermedades y si estaba tomando algún medicamento. Natalia respondió a todas las preguntas con sinceridad, y el doctor Gonzales tomó notas detalladas en su expediente médico.

El doctor asintió y comenzó a examinar sus senos, palpando suavemente y evaluando su tamaño y forma. Natalia cerró los ojos y se dejó llevar por las sensaciones placenteras, mientras el doctor le preguntaba si sentía alguna molestia.

"No, todo se siente muy bien", respondió Natalia con una sonrisa.

El doctor continuó el examen, acariciando los senos de Natalia con sus manos expertas. Natalia gemía suavemente, disfrutando del contacto físico y la atención que le estaba brindando el médico.

"Está todo bien, sus senos están en perfecto estado", dijo el doctor mientras terminaba el examen.

El doctor Gonzales le indicó a Natalia que ahora iba a examinar sus pezones para evaluar su sensibilidad a los roces, a la presión y al dolor. Le explicó que debía estar completamente relajada y que él sería lo más suave posible para evitar cualquier incomodidad.

Natalia se sintió un poco nerviosa, pero al mismo tiempo estaba emocionada por la idea de que el examen continuara. Cerró los ojos y respiró profundamente mientras el doctor comenzaba a tocar sus senos, explorando cada centímetro con delicadeza.

De repente, el doctor se centró en sus pezones, y comenzó a frotarlos suavemente entre sus dedos, evaluando su sensibilidad. Natalia se estremeció ante la estimulación, sintiendo cómo sus pezones se endurecían y se ponían más sensibles con cada movimiento.

"Muy bien, Natalia", dijo el doctor, "estás respondiendo bien al examen. Ahora, voy a aplicar un poco más de presión para evaluar tu sensibilidad al dolor".

Natalia asintió, aún con los ojos cerrados, y se preparó para lo que vendría a continuación. El doctor comenzó a presionar sus pezones con más fuerza, y aunque Natalia sintió un poco de dolor, también experimentó un aumento en su excitación.

Natalia se recostó en la camilla mientras el doctor Gonzales le explicaba el siguiente paso del examen. "Ahora vamos a continuar con el examen abdominal. Voy a palpar suavemente su vientre para asegurarme de que todo está en orden", dijo el doctor.

Natalia asintió, sintiendo una mezcla de nerviosismo y anticipación. El doctor comenzó a palpitar suavemente su vientre, moviendo sus manos hacia arriba y hacia abajo. Natalia respiró profundamente, tratando de relajarse lo más posible.

Después de unos minutos, el doctor Gonzales le indicó que iba a continuar con el examen pélvico. "Voy a necesitar que se coloque en la posición de litotomía", dijo, mientras ajustaba la camilla para que Natalia pudiera recostarse con las piernas separadas.

Natalia se colocó en la posición indicada, sintiendo cómo su corazón latía con fuerza. El doctor se puso unos guantes de látex y comenzó a examinar sus genitales externos, palpando suavemente alrededor de la vulva y el clítoris. Natalia cerró los ojos, tratando de concentrarse en su respiración y en las sensaciones placenteras que el examen le estaba causando.

Después de examinar los genitales externos, el doctor Gonzales introdujo un dedo en la vagina de Natalia. "Voy a palpar sus ovarios para asegurarme de que no hay ninguna irregularidad", dijo el médico. Natalia se sintió un poco incómoda al principio, pero se concentró en relajarse lo más posible.

El doctor Gonzales continuó palpando los ovarios de Natalia con su dedo, sintiendo su forma y tamaño. Luego, utilizó un especulo para examinar su cérvix y realizar una auscultación de su útero y sus trompas de Falopio.

Mientras tanto, Natalia se concentraba en las sensaciones que el examen le estaba causando, tratando de controlar su respiración y relajarse lo más posible. Aunque se sentía un poco incómoda, también sentía una extraña excitación que no podía ignorar.

Después de unos minutos, el doctor Gonzales retiró el especulo y sus dedos de la vagina de Natalia. "Todo parece estar en orden", dijo, mientras se quitaba los guantes de látex.

Con cuidado, el doctor le separó los labios y comenzó a examinar sus genitales externos.

"Natalia, todo se ve normal en tus genitales externos. Ahora procederé a examinar tu vagina", dijo el doctor Gonzales mientras se ponía los guantes.

Natalia cerró los ojos y respiró profundamente para relajarse. El doctor Gonzales insertó un espéculo vaginal suavemente en su vagina y lo expandió para tener una mejor visión.

"Siento un poco de presión", dijo Natalia, mientras el doctor Gonzales examinaba su vagina.

"Lo siento, Natalia. Trataré de ser lo más cuidadoso posible", respondió el doctor Gonzales.

El médico revisó la pared vaginal, el cuello uterino y los ovarios, usando sus dedos y un especulo. Luego, comenzó a hacer la palpación abdominal para asegurarse de que los órganos reproductores estuvieran bien posicionados.

"Todo parece estar normal en tus órganos reproductores, Natalia", dijo el doctor Gonzales mientras retiraba el espéculo. Después de verificar que todo parecía estar bien, el médico se centró en el clítoris de Natalia.

Con la yema de su dedo índice, comenzó a acariciar el clítoris de Natalia con movimientos circulares suaves. Natalia cerró los ojos y suspiró profundamente, sintiendo una sensación de placer que recorría todo su cuerpo.

El médico notó que el clítoris de Natalia respondía bien al tacto, así que comenzó a aplicar diferentes niveles de presión y estimulación para evaluar su sensibilidad y respuesta. Natalia se sintió un poco avergonzada al principio, pero rápidamente se relajó y se concentró en las sensaciones placenteras.

"¿Te sientes cómoda, Natalia?", preguntó el médico.

"Sí, doctor", respondió Natalia con voz temblorosa.

Natalia cerró los ojos y dejó escapar un suave gemido mientras el médico seguía acariciando su clítoris con movimientos cada vez más intensos. Podía sentir cómo su cuerpo se tensaba con cada toque y la sensación de placer se hacía cada vez más intensa. 

- ¿Cómo te sientes, Natalia? -preguntó el médico mientras seguía acariciando su clítoris.

- Muy bien, doctor -respondió Natalia entre gemidos-. Es una sensación increíble.

El médico sonrió y continuó acariciando suavemente el clítoris de Natalia. Luego, comenzó a aplicar diferentes niveles de presión y estimulación para evaluar su sensibilidad y respuesta.

Natalia se concentró en las sensaciones placenteras y suspiró cuando el médico encontró el punto justo de presión en su clítoris. Podía sentir el calor y la humedad que se acumulaban entre sus piernas y sabía que estaba a punto de alcanzar el orgasmo.

- ¿Te sientes cómoda? -preguntó el médico, notando el estado de excitación de Natalia.

- Sí, doctor -respondió ella, sintiendo cómo su cuerpo se tensaba aún más-. Por favor, no pare.

El médico siguió acariciando su clítoris con movimientos circulares, alternando la presión y la velocidad para prolongar su placer. Finalmente, Natalia llegó al orgasmo con un gemido fuerte y se dejó caer en la camilla, recuperando lentamente la respiración.

- Eso fue increíble -dijo Natalia con una sonrisa, todavía sintiendo las pulsaciones de su clítoris-. Gracias, doctor.

- De nada, Natalia -respondió el médico con una sonrisa amable-. Me alegra que hayas disfrutado de la experiencia. Ahora, continuemos con el examen.

Después de la exploración vaginal, el médico Gonzales le indicó a Natalia que se colocara en posición lateral con las piernas dobladas hacia su vientre para realizar el examen rectal.

Natalia se sintió un poco nerviosa, pero sabía que era necesario para su examen de salud. Se movió con cuidado para colocarse en la posición indicada mientras el médico preparaba sus guantes y lubricante.

- ¿Se siente cómoda, Natalia? -preguntó el médico mientras se colocaba detrás de ella.

- Sí, doctor -respondió Natalia, tratando de relajarse.

- Perfecto. Ahora voy a introducir mi dedo en su ano. Quiero que respire profundamente y trate de relajarse lo más posible -indicó el médico mientras aplicaba lubricante en su dedo índice.

Natalia asintió y respiró profundamente. Sintió un poco de presión mientras el médico introducía su dedo lentamente en su ano, pero no sintió dolor gracias a la cantidad adecuada de lubricación.

- Ahora voy a mover mi dedo hacia adelante y hacia atrás para explorar el interior de su recto -explicó el médico mientras continuaba con su examen.

Natalia se concentró en respirar lentamente y tratar de relajarse lo más posible mientras el médico exploraba su recto.

Mientras el médico continuaba con el examen rectal de Natalia, ella comenzó a sentir sensaciones placenteras en su cuerpo. Cada vez que el dedo del médico rozaba ciertas áreas dentro de su recto, una oleada de placer se apoderaba de ella.

Natalia estaba sorprendida e incomoda al mismo tiempo, no estaba segura de cómo reaccionar ante lo que estaba sucediendo. Sabía que lo que estaba sintiendo era inapropiado en un examen médico, pero al mismo tiempo, no podía negar que se estaba sintiendo bien.

El médico notó la reacción de Natalia y se detuvo por un momento para preguntarle si estaba bien. "¿Te sientes bien?", preguntó el médico. Natalia asintió en silencio, incapaz de articular palabra.

El médico decidió continuar con el examen rectal, sabiendo que su tarea era asegurarse de que la salud de Natalia estuviera en orden. A medida que el examen continuaba, Natalia se dio cuenta de que no podía controlar su cuerpo, sus caderas comenzaron a moverse involuntariamente, y una sensación de éxtasis recorría todo su cuerpo.

Finalmente, el médico retiró su dedo del ano de Natalia, y ella se sintió un poco aturdida. No estaba segura de lo que acababa de suceder, pero sabía que tenía que salir de allí lo antes posible.

El doctor Gonzales, por su parte, la observó con una mezcla de profesionalismo y compasión. Sabía que el examen rectal podía ser incómodo y vergonzoso para algunos pacientes, especialmente si era su primera vez. Se acercó a ella con una sonrisa tranquilizadora.

- Espero que se sienta mejor ahora -le dijo, colocándole una mano en el hombro-. Sé que no es una experiencia agradable, pero es importante para su salud.

Natalia asintió, todavía un poco temblorosa por el orgasmo involuntario que había experimentado durante el examen. No estaba segura de cómo enfrentar al médico después de lo que acababa de pasar.

- Sí, gracias, doctor. Lo siento, no sé qué me ha pasado -dijo, bajando la mirada.

El doctor Gonzales la miró con comprensión.

- No se preocupe, es una reacción normal en algunos pacientes. No tiene nada de qué avergonzarse.

Natalia se sintió un poco mejor al escuchar las palabras tranquilizadoras del médico. Se despidió de él y salió del consultorio, tratando de asimilar todo lo que había sucedido.

En el camino a casa, Natalia se sentía extraña. Por un lado, se sentía avergonzada por lo que había sucedido en el examen rectal. Pero por otro lado, no podía evitar sentir una extraña excitación por haber experimentado un orgasmo involuntario. Aunque era una sensación nueva para ella, se sentía un poco culpable por ello.

Finalmente, llegó a casa y se metió en la ducha, tratando de relajarse y procesar lo que había sucedido. Sabía que tendría que volver a ver al médico en el futuro para hacerse chequeos regulares, pero no estaba segura de cómo enfrentarlo después de lo que había pasado hoy.


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