Mi esposo quiere ser cornudo 6




Diego acababa de mudarse con nosotros, y después de un día agotador de cargar y organizar cajas, estábamos listos para relajarnos y descansar. Pero antes de acostarnos, surgió una pregunta: ¿quién dormiría en la cama matrimonial esa noche?


Nos quedamos en silencio por un momento, sintiendo la tensión sexual creciente entre los tres. Finalmente, Diego habló: "¿hay alguna duda? Bernardo, puedes venir a vesitarnos cuando quieras, pero a la hora de dormir, acomodate en la habitacion de servicio, asi estaremos mas comodos" sugirió, con una sonrisa traviesa.


Nos despedimos con un beso y nos fuimos cada uno a su habitación. A pesar de que estaba emocionada de tener a Diego viviendo con nosotros, me sentía un poco triste de no poder dormir al lado de Bernardo esa noche.


Me acosté en la cama y cerré los ojos, tratando de calmarme y relajarme. Podía oír a Diego moviéndose en la habitación de al lado, y de vez en cuando se escuchaba un suspiro o un gemido. Me pregunté qué estaría haciendo, y mi mente empezó a divagar.


Pensé en Bernardo, solo en su habitación, y me pregunté si estaría despierto. Me tentaba la idea de ir a verlo, de preguntarle si quería pasar la noche conmigo. Pero no quería ser intrusiva ni molestarlo, así que decidí quedarme en mi habitación.


Como Diego se acostó en la cama conmigo, me acurruqué en su pecho y sentí su respiración tranquila. La sensación de su cuerpo cálido junto al mío me hizo sentir cómoda y segura. Le di un beso en la mejilla y él me correspondió con una sonrisa.




"¿Estás cómoda, Sofía?" preguntó.




"Sí, muy cómoda", respondí con una sonrisa. "Gracias por compartir la cama conmigo esta noche".




"No hay problema, es lo menos que puedo hacer", dijo él, acariciando suavemente mi cabello. "Estoy emocionado de empezar esta nueva etapa juntos".



Creo que bernardo quiere venir a compartir la intimidad con nosotros, por que no lo buscas, dijo Diego.


Me levanté de la cama y salí en busca de Bernardo. Lo encontré en el sofá de la sala, mirando la televisión.




"Oye, ¿quieres venir a la cama con nosotros?", le pregunté, sintiéndome un poco nerviosa.




Bernardo sonrió y asintió con la cabeza. "Por supuesto, estaré encantado de unirme a ustedes", dijo mientras se levantaba del sofá.


Diego nos esperaba en la cama, su pene erecto en una mano esperando por nosotros.Nos arrodillamos frente a él para comenzar a acariciar y masajear su miembro. Bernardo lo tomó en su boca primero, mientras yo lo acariciaba con mis manos y besaba su torso. Diego gemía y suspiraba de placer, su cuerpo temblando bajo nuestros cuidados.


Mientras Bernardo seguía succionando y lamiendo suavemente el miembro de Diego, yo me deslizaba hacia abajo para explorar sus testículos con mi lengua. Los gemidos de Diego se intensificaron mientras nos entregábamos a la pasión del momento.




Luego, Bernardo se retiró para dejarme el turno y yo tomé su lugar, hundiendo mi boca en su miembro y disfrutando del sabor y la textura de su piel. 


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