Mi esposo quiere ser cornudo 2

 



Al día siguiente, Bernardo y yo nos despertamos en la cama, sintiéndonos renovados y rejuvenecidos. Sabíamos que habíamos hecho algo especial y nos sentíamos aún más conectados y apasionados.


"¿Te gustó la experiencia de anoche?" Preguntó Bernardo, mientras se acurrucaba a mi lado.


"Me encantó", respondí con una sonrisa. "Fue una de las cosas más increíbles que he experimentado".


"Me alegra que hayas disfrutado. Me hizo muy feliz verte tan feliz", dijo Bernardo, acariciando mi cabello.


"¿Y tú? ¿Cómo te sentiste?" Pregunté.


"Me sentí muy emocionado y conectado contigo y con Diego. Me encanta cómo te veías tan hermosa y sexy", respondió Bernardo, mirándome con intensidad.


"¡Ay, Bernardo, no me hagas sonrojar!" Me reí mientras me acomodaba en la cama. "¿Crees que podríamos hacerlo de nuevo?"


"¡Por supuesto! Pero solo si te sientes cómoda y lista para ello", dijo Bernardo, besando mi cuello suavemente.


"Definitivamente me siento cómoda contigo y con Diego. Me encanta cómo nos apoyamos mutuamente y cómo confiamos el uno en el otro", dije con un suspiro.


"Me alegra que sientas eso, mi amor", dijo Bernardo mientras me tomaba de la mano.


De repente, escuchamos un golpe en la puerta. Miré a Bernardo con sorpresa mientras nos vestíamos rápidamente y salíamos de la habitación. Al abrir la puerta, vimos a Diego parado allí con una sonrisa en su rostro.


"¡Buenos días, chicos!" Dijo Diego con entusiasmo.


"¡Diego! ¿Qué estás haciendo aquí?" Preguntó Bernardo, aún sorprendido.


"Quería ver cómo estaban después de anoche. ¡Fue increíble!", dijo Diego con una risa.


"¡Sí, lo fue!" Respondí con una sonrisa, acercándome a él para darle un abrazo.


"Es genial verte, Diego", dijo Bernardo, uniéndose al abrazo.


Después de pasar un rato hablando y riendo, decidimos ir a tomar un café juntos. Durante el camino, no pude evitar sentirme un poco cohibida por la idea de que otras personas pudieran verme con dos hombres. Pero sabía que estaba con las dos personas que más amaba en el mundo, y eso me hacía sentir segura y feliz.

Llegamos a un pequeño café cerca de nuestro apartamento y nos sentamos en una mesa en la terraza. La brisa fresca del verano soplaba suavemente mientras bebíamos nuestro café y hablábamos sobre lo que acabábamos de experimentar.


Bernardo me miró con una sonrisa cálida y dijo: "Esto es solo el comienzo, mi amor. Tenemos un mundo entero de aventuras por delante". La sola idea de eso me hizo sonrojar y sentir mi corazón latir más rápido.


Diego se acercó a mí y susurró en mi oído: "Eres tan hermosa y sensual, Sofía. Me encantaría explorar más contigo". Sus palabras enviaron un escalofrío por mi espalda y sentí mi entrepierna palpitar con deseo.


Los tres nos reímos y continuamos charlando, disfrutando de la compañía del otro y de la calidez del sol. Sabía que no podía esperar para volver a experimentar con ellos y explorar aún más nuestras fantasías y deseos juntos.


Finalmente, después de terminar nuestros cafés, nos despedimos y nos fuimos a casa, listos para seguir explorando nuestro amor y sexualidad juntos.


***

Sofía y Bernardo llegaron a su casa y se dirigieron directamente a su dormitorio. Sabían que esta noche sería una noche especial y habían preparado todo con anticipación. Sofía sacó una lencería sexy de su armario, mientras Bernardo la miraba con deseo.


"Esto es hermoso, te queda increíblemente bien", dijo Bernardo, mientras acariciaba suavemente el encaje negro.


Sofía sonrió, sintiéndose sexy y poderosa. "Me alegro de que te guste, mi amor", respondió ella, mientras lo besaba apasionadamente.


Luego, Bernardo sacó una lencería roja de su cajón, se la puso y se acercó a Sofía. Los dos se miraron a los ojos y sonrieron, sabiendo que la noche estaba a punto de ser inolvidable.


"¿Estás lista para esto, mi amor?", preguntó Bernardo, mientras sostenía suavemente la mano de Sofía.


"Estoy más que lista, mi amor", respondió Sofía, mientras lo besaba de nuevo.


Se miraron profundamente el uno al otro y se dirigieron hacia la cama, listos para explorar todas sus fantasías y deseos juntos.


Diego entró en la habitación y se detuvo en seco al ver a Sofía y Bernardo vestidos con lencería. No pudo evitar sentir la excitación correr por su cuerpo ante la vista de los dos, y su entrepierna se tensó instantáneamente. 


"Vaya, chicos, parece que no me he perdido la fiesta", dijo con una sonrisa, acercándose a la cama donde se encontraban los dos.


Sofía se rió suavemente, disfrutando de la reacción de Diego. "No, todavía estamos esperando por ti", dijo en tono juguetón, mientras se acercaba a él y le quitaba la camisa.


Bernardo se unió a la acción, besando el cuello de Diego mientras Sofía desabrochaba su cinturón y bajaba sus pantalones. Pronto, los tres se encontraban desnudos y entrelazados, perdidos en el placer del momento.


Sofía gemía mientras sentía las manos de Diego explorar su cuerpo, acariciando cada centímetro de piel. Bernardo seguía besando su cuello y su espalda, sus manos aferrándose a sus caderas mientras disfrutaba del espectáculo.


La habitación estaba llena de gemidos y suspiros mientras los tres se perdían en el momento, entregados a la pasión. Sabían que lo que tenían era especial y único, y estaban decididos a disfrutar cada segundo de ello.


Mientras nos besábamos, Diego comenzó a acariciar nuestros cuerpos con sus manos, explorando cada centímetro de nuestra piel con ternura y deseo. Yo gemía con cada toque, sintiendo la humedad entre mis piernas mientras mi cuerpo se preparaba para lo que estaba por venir. 


Bernardo y yo nos alejamos para tomar un respiro, y Diego se aprovechó del momento para despojarse de su ropa. Lo miré con ojos ansiosos mientras su cuerpo desnudo se revelaba ante mí. Era perfecto, con músculos definidos y una sonrisa traviesa que me hacía temblar de anticipación. 


"¿Te gusta lo que ves?" preguntó Diego con una sonrisa traviesa.


"Me encanta", respondí con una sonrisa traviesa propia.


Diego se acercó a mí y comenzó a besarme de nuevo, mientras Bernardo se unió a la acción. Las manos de Bernardo se deslizaron por mi cuerpo, acariciando mis pechos y mis caderas mientras Diego besaba mi cuello y mi pecho. 


No pude evitar gemir con placer mientras los dos hombres me mimaban y me adoraban, y pronto me encontré desesperada por sentir sus cuerpos aún más cerca de mí. Nos acercamos más y más, con besos y caricias que nos hacían gemir de placer.

Después de unos minutos de besos y caricias, Diego se acercó a mi oído y me susurró: "¿Estás lista para jugar un poco?" Mi corazón latió más rápido ante la idea y asentí con la cabeza, deseando ver a dónde nos llevaría esto.


Diego sacó una venda de su bolsillo y la colocó suavemente sobre mis ojos. Me sentí un poco nerviosa, pero también emocionada ante la idea de dejar el control en manos de los dos hombres que amaba.


Bernardo comenzó a acariciar mi cuerpo, sus manos deslizándose por mi piel mientras Diego besaba mi cuello y mi pecho. Cada toque y beso me hacía sentir más y más excitada, y no pude evitar gemir con cada caricia.

Los besos y caricias empezaron a intensificarse, y sentí las manos de Bernardo y Diego moviéndose por mi cuerpo, tocándome de maneras que me hacían gemir de placer. Mi piel se erizó cuando sentí la fría superficie de un objeto metálico en mi pezón, mientras la otra mano acariciaba mi muslo.


"¿Te gusta?" preguntó Diego con una voz ronca y sensual.


Asentí con la cabeza, incapaz de hablar debido al placer que me invadía. Sentí a Bernardo besando mi cuello, mientras Diego seguía jugando con mi pezón. Lentamente, sus manos se movieron hacia abajo, deslizándose sobre mi piel hasta llegar a mi zona íntima. Me aferré a las sábanas mientras sus dedos exploraban mi cuerpo, llevándome al borde del éxtasis.


Finalmente, sentí la lengua de Bernardo en mi clítoris mientras Diego me penetraba suavemente. Cada movimiento era una ola de placer que recorría mi cuerpo, haciéndome sentir como si estuviera en el paraíso. Los gemidos llenaron la habitación mientras nos movíamos juntos, perdidos en el momento.


Después de lo que pareció una eternidad, llegué al clímax con un grito ahogado de placer. Los dos hombres continuaron acariciándome suavemente, llevándome de regreso a la realidad. Me quitaron la venda y me abrazaron mientras los tres nos recuperábamos de la experiencia.


Bernardo se inclinó hacia Diego y comenzó a lamer su miembro con suavidad, haciendo que Diego soltara gemidos de placer. Yo no podía apartar la vista de la escena, sintiendo cómo mi propia excitación crecía con cada movimiento de Bernardo.


 Diego dejó escapar un suspiro de placer mientras Bernardo tomaba su miembro en sus manos y comenzaba a acariciarlo lentamente, admirando su tamaño y firmeza. Yo observaba todo desde la cama, sintiéndome excitada al ver a los dos hombres juntos de esta manera.


Bernardo, con una sonrisa juguetona, se inclinó hacia el miembro de Diego y comenzó a lamerlo suavemente, saboreando su salado sabor y disfrutando de cada gemido de placer que salía de la boca de Diego. Yo no podía apartar la vista de la escena, sintiendo mi propio deseo crecer dentro de mí.

Bernardo se acomodó boca abajo en la cama, ofreciendo su trasero a Diego mientras seguía acariciando mi cuerpo con sus manos suaves y cálidas. Diego se colocó detrás de él, acariciando suavemente sus nalgas y muslos antes de tomar su miembro en sus manos y comenzar a acariciarlo.


"¿Estás listo, Bernardo?", preguntó Diego con voz suave.


"Si, estoy listo", respondió Bernardo con un gemido de placer.


Diego aplicó un poco de lubricante en su miembro y en el trasero de Bernardo antes de comenzar a penetrarlo lentamente. Bernardo soltó un gemido de dolor y placer, su cuerpo temblando bajo la sensación.


"¿Te duele?", pregunté preocupada.


"Un poco, pero está bien", respondió Bernardo con una sonrisa. "Es parte del placer".


Diego comenzó a moverse dentro de Bernardo, acelerando el ritmo poco a poco mientras Bernardo gemía de placer. Yo me sentía extasiada al ver a los dos hombres disfrutar juntos de esta manera.


"¿Puedo unirme?", pregunté tímidamente.


"Por supuesto, mi amor", respondió Bernardo, girando su cabeza para mirarme con una sonrisa.


Me acerqué a la cama y me uní a ellos, acariciando los cuerpos de los dos hombres y besando sus labios y cuellos. Los tres nos movíamos juntos, sumidos en un mar de placer y pasión. Nunca había experimentado algo así antes, y sentía que mi cuerpo se elevaba a nuevas alturas de placer y éxtasis.


Finalmente, después de unos minutos de intenso placer, los tres llegamos juntos al clímax, soltando gemidos y gritos de placer mientras nos abrazábamos y nos acariciábamos suavemente. Nos quedamos allí, tumbados en la cama, abrazados y felices, disfrutando del momento y de la presencia del otro.

 

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