Gladys va la ginecologo

 


Gladys llegó temprano a su cita médica, ansiosa por su chequeo anual. A sus 60 años, Gladys mantenía una vida sexual activa y sabía que era importante mantener un control regular de su salud reproductiva. Mientras esperaba en la sala de espera, revisó algunas revistas, pero no podía evitar sentirse nerviosa. Finalmente, su nombre fue llamado y entró en la habitación del examen.


El médico la saludó y le preguntó sobre su historial médico, así como sobre cualquier inquietud que pudiera tener. Gladys se tomó el tiempo de explicarle sobre sus preocupaciones y su deseo de asegurarse de que todo estuviera bien. El médico la tranquilizó y le explicó los diferentes procedimientos que se realizarían en su examen.


Gladys se sintió aliviada al saber que el examen sería minucioso y que su salud sería monitoreada de cerca. El médico le preguntó sobre su vida sexual y le aconsejó sobre prácticas seguras. Gladys se sintió agradecida por su atención y cuidado.


El médico también le explicó el procedimiento del examen pélvico, incluyendo el examen de senos, el examen bimanual y el examen rectal. Gladys se sintió un poco nerviosa, pero sabía que estos exámenes eran necesarios para su salud. El médico la tranquilizó y le aseguró que haría todo lo posible para que el examen fuera lo más cómodo posible.


Finalmente, el médico le pidió a Gladys que se desvistiera y se colocara en la camilla para comenzar el examen. Gladys se quitó la ropa con algo de timidez, pero se recordó a sí misma que esto era por su bienestar. El médico comenzó el examen de senos y Gladys se esforzó por relajarse y respirar profundamente.

El doctor le pidió a Gladys que se sentara en la camilla mientras examinaba sus senos. Le preguntó si había notado algún cambio en sus pechos y si había experimentado dolor o incomodidad en esa área. Gladys respondió que no había notado nada fuera de lo normal y que se examinaba regularmente en casa.


El doctor procedió a palpar cuidadosamente los senos de Gladys, moviendo sus dedos en círculos y realizando una presión suave en diferentes áreas. Le pidió a Gladys que levantara los brazos y luego los bajara, para evaluar cualquier cambio en la forma o el tamaño de los senos. Gladys se sintió un poco incómoda al tener que exponer su cuerpo de esa manera, pero sabía que era importante para su salud.

Gladys cerró los ojos y respiró profundamente, sintiendo cómo su cuerpo respondía al examen que el doctor estaba realizando en sus pezones. Su mente se llenó de pensamientos y sensaciones, algunos familiares y otros nuevos e intrigantes. Mientras se concentraba en la respiración, se dio cuenta de que el doctor estaba hablando con ella.


"¿Te sientes cómoda, Gladys?", preguntó el doctor, sin dejar de examinar sus pezones.


"Sí, sí", respondió ella, tratando de ocultar su excitación.


"Es importante que me avises si sientes algún tipo de dolor o molestia", dijo el doctor con voz suave y tranquilizadora.


Gladys asintió con la cabeza, tratando de contener un ligero gemido que amenazaba con escapar de sus labios. Estaba agradecida por la experiencia del doctor y por su habilidad para hacerla sentir cómoda durante el examen, pero también se sorprendió por el nivel de sensibilidad que estaba experimentando.

Gladys cerró los ojos y se concentró en la sensación, respondiendo que no sentía dolor alguno, solo una leve incomodidad. El doctor asintió y anotó algo en su libreta.


Gladys, aún con los ojos cerrados, se permitió fantasear un poco con la situación, dejándose llevar por la sensación de sus pezones siendo tocados. Sabía que era un pensamiento indebido, pero no podía evitar sentirse atraída por la sensualidad del momento.


Después de evaluar la sensibilidad al dolor en los pezones de Gladys, el doctor procedió a evaluar su capacidad de estiramiento. Con delicadeza, tomó cada pezón entre sus dedos y los estiró suavemente hacia afuera. Gladys sintió una leve molestia, pero no le pareció doloroso.


El doctor tomó nota de sus observaciones y le explicó a Gladys que, aunque sus pezones mostraban una ligera reducción en la elasticidad debido a su edad, no había ninguna anomalía que pudiera ser preocupante. Gladys suspiró aliviada y se sintió agradecida por la atención y el cuidado que recibía de su médico. 

Antes de comenzar el examen vaginal, el doctor le explicó a Gladys el procedimiento y le pidió que se acostara en la camilla y que doblara las rodillas, colocando los pies en los soportes. Luego, le proporcionó una sábana para que pudiera cubrirse y sentirse más cómoda durante el examen.


Gladys se acostó en la camilla y dobló las rodillas, sintiéndose un poco expuesta pero tratando de recordar que este examen era importante para su salud. El doctor comenzó a examinar los órganos genitales externos de Gladys, asegurándose de que no hubiera ninguna anomalía.


Luego, insertó su dedo índice lubricado en la vagina de Gladys para evaluar la sensibilidad y la presencia de masas o cualquier otra anomalía. A medida que el examen continuaba, Gladys trató de relajarse y concentrarse en la respiración, aunque no podía evitar sentir una ligera incomodidad y un poco de vergüenza.


"¿Se siente cómoda, Gladys?", preguntó el doctor mientras continuaba el examen.


"Sí, un poco incómoda, pero sé que es importante", respondió ella.


El doctor asintió y continuó el examen, moviendo su dedo cuidadosamente para evaluar la sensibilidad y la presencia de masas. Gladys trató de mantener la calma y recordar que este examen era necesario para su salud.

El doctor asintió y continuó con el examen, insertando su dedo lubricado en la vagina de Gladys mientras evaluaba la sensibilidad de las paredes vaginales y el cuello uterino. Luego, procedió a examinar su clítoris, aplicando una leve presión para evaluar su respuesta.


Gladys cerró los ojos y respiró profundamente, tratando de mantener la calma y relajarse mientras el examen continuaba. A pesar de su experiencia sexual, nunca se había sentido tan vulnerable como en ese momento, tumbada en la mesa de examen con las piernas abiertas y expuesta al examen del doctor.


"¿Siente algún dolor o molestia?" preguntó el doctor, interrumpiendo sus pensamientos.


"No, todo está bien", respondió Gladys, sintiendo cómo la vergüenza le subía por el rostro. Se preguntaba si el doctor podía notar su ligera excitación mientras examinaba su clítoris, y se esforzó por mantener una expresión neutral en su rostro.


Finalmente, el examen terminó y el doctor retiró el espéculo y sus manos de su cuerpo. Gladys se sentó lentamente y se cubrió con la bata mientras el doctor hacía sus notas en la computadora.

El doctor continuó con el examen de manera meticulosa, evaluando cuidadosamente cada parte de la zona genital de Gladys. Luego, procedió a examinar su clítoris, frotándolo suavemente para evaluar su sensibilidad.


Gladys cerró los ojos y respiró profundamente, tratando de controlar sus emociones y no dejarse llevar por las sensaciones placenteras que comenzaba a sentir. Se preguntó si el doctor notaría su reacción, pero decidió dejar de lado esa preocupación y enfocarse en su salud.


"¿Siente alguna incomodidad o dolor?", preguntó el doctor mientras continuaba con el examen.


"No, nada en particular", respondió Gladys, tratando de mantener su voz estable.

Mientras el doctor continuaba su examen del clítoris de Gladys, ella comenzó a sentir una sensación de hormigueo que se intensificaba con cada toque. A pesar de sus intentos por mantener la calma, pronto se dio cuenta de que estaba teniendo una respuesta sexual involuntaria.


Gladys se sintió abrumada por la vergüenza y la confusión. ¿Era normal sentir placer durante un examen médico? ¿Qué pensaría el doctor de ella si notaba lo que estaba sucediendo? Trató de detener los pensamientos y concentrarse en respirar profundamente, pero era demasiado tarde: un fuerte orgasmo la recorrió.


Gladys sintió cómo su cuerpo temblaba y se arqueaba en la mesa de examen, mientras el placer se apoderaba de ella. Se mordió el labio para contener un gemido, pero no pudo evitar que un suspiro de placer escapara de sus labios.

El doctor notó el repentino cambio en la respiración de Gladys y se detuvo en seco. "¿Estás bien?", preguntó preocupado.


Gladys abrió los ojos y asintió, sintiéndose un poco avergonzada por lo que acababa de suceder. "Sí, lo siento", dijo, tratando de recuperar la compostura. "No sé qué pasó."


El doctor le explicó que los orgasmos involuntarios durante los exámenes ginecológicos no eran inusuales, y que podían ser causados ​​por la estimulación de los nervios y los músculos de la vagina y el clítoris. "Es completamente normal", aseguró.

El doctor pidió a Gladys que se colocara en posición fetal en la camilla y se preparó para realizar el examen rectal. Le explicó que insertaría su dedo lubricado en su ano para evaluar la presencia de masas o cualquier otra anomalía.


Gladys asintió, un poco nerviosa pero confiando en la experiencia del médico. El doctor comenzó el examen, insertando su dedo lentamente mientras le pedía que respirara profundamente y se relajara lo más posible.


Gladys trató de seguir sus instrucciones, pero no pudo evitar sentirse incómoda mientras el dedo del doctor se movía dentro de ella. El examen fue breve pero incómodo, y Gladys suspiró de alivio cuando finalmente se levantó de la camilla.


El doctor le explicó que todo parecía estar bien, pero que enviaría las muestras recolectadas a un laboratorio para un análisis más detallado. Gladys se vistió y agradeció al médico por su atención y profesionalismo durante todo el examen.

Gladys intentó mantenerse relajada mientras el médico realizaba el examen rectal, pero no podía evitar sentirse un poco incómoda. Cerró los ojos y respiró profundamente, tratando de concentrarse en su respiración y en relajar los músculos de su cuerpo.


El médico continuó moviendo su dedo con cuidado, evaluando la presencia de masas o cualquier otra anomalía. Gladys trató de mantener su mente en blanco y no pensar en lo que estaba sucediendo, pero no podía evitar sentir una leve vergüenza y timidez.


"Ya casi hemos terminado", dijo el médico tranquilamente, tratando de aliviar cualquier incomodidad que Gladys pudiera estar sintiendo.


Finalmente, el examen terminó y el médico retiró su dedo. Gladys suspiró aliviada, sintiendo como la tensión se liberaba de su cuerpo. Se sentó y se arregló la ropa mientras el médico tomaba nota de los resultados del examen.


Aunque Gladys sabía que estos exámenes eran necesarios para su salud, no podía evitar sentirse un poco avergonzada. Agradeció al médico por su profesionalismo y se prometió a sí misma que seguiría cuidando su salud de la mejor manera posible.

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