Daniela va al ginecologo
Daniela: 31 años, 1.70m de estatura, 65kg de peso, medidas 95-75-100. Piel blanca, cabello castaño claro, ojos verdes.
Daniela caminaba por los pasillos del consultorio médico, sintiendo un cosquilleo en el estómago. Había estado evitando visitar al ginecólogo durante demasiado tiempo, pero no podía ignorar más la incomodidad que sentía en sus senos. Al entrar en la sala de examen, se encontró con el Dr. Martínez, un hombre de mediana edad con una sonrisa cálida y acogedora.
"¡Hola, Daniela! ¿Cómo estás?" preguntó el doctor Martínez, saludándola con un apretón de manos.
"Estoy bien, gracias", respondió Daniela, un poco nerviosa. "Solo tengo un poco de molestia en los senos y en los pezones".
"Comprendo", dijo el doctor Martínez, mientras la llevaba hacia la mesa de examen. "Vamos a examinarte y ver qué está sucediendo".
Daniela se acostó en la mesa de examen y comenzó a sentirse más ansiosa. El doctor Martínez comenzó a examinar sus senos por encima de la ropa, moviendo sus manos con suavidad y habilidad a lo largo de los contornos de sus senos. Daniela sintió un escalofrío de placer que la tomó por sorpresa, pero trató de mantenerse calmada y concentrada.
"¿Siente alguna sensibilidad o dolor cuando toco sus senos?" preguntó el doctor Martínez, mirándola a los ojos.
"Sí", respondió Daniela, sintiendo un rubor en sus mejillas. "Los pezones están especialmente sensibles".
El doctor Martínez asintió y continuó con el examen, centrándose ahora en los pezones de Daniela. Los tocó con una delicadeza exquisita, provocando en Daniela una oleada de placer que se extendió por todo su cuerpo.
"¿Sientes dolor cuando toco tus pezones?" preguntó el doctor Martínez, mientras seguía acariciando suavemente los pezones de Daniela.
El médico, un hombre mayor con una expresión seria, asintió y la invitó a desvestirse. Daniela se quitó la ropa con un poco de nerviosismo, sabiendo que tendría que mostrar su cuerpo al médico. Se cubrió con la bata que le ofreció el asistente y esperó a que el médico entrara de nuevo.
Cuando el médico regresó, le pidió que se recostara en la camilla con las piernas abiertas y los pies en los estribos. Daniela se acomodó incómodamente y cerró los ojos, tratando de relajarse mientras el médico comenzaba a examinar sus senos.
"Muy bien, déjeme revisar sus senos", dijo el médico mientras empezaba a palparlos suavemente.
Daniela se mordió el labio para contener un gemido mientras el médico continuaba examinando sus senos. Su piel se erizó ante el contacto y sintió su pezón endurecerse bajo los dedos del médico.
"¿Siente alguna sensibilidad en los pezones?" preguntó el médico, mientras continuaba examinando sus senos con sus manos.
"Sí", respondió Daniela, sintiendo que su voz era un poco temblorosa. "Mis pezones están muy sensibles".
El médico asintió y continuó examinando sus senos. Daniela trató de concentrarse en su respiración y no en las sensaciones que estaba experimentando.
El doctor comenzó a examinar los senos de Daniela, primero con sus manos y luego con un dispositivo de medición de sensibilidad. Daniela se estremeció al sentir los dedos del médico acariciando sus pezones, y no pudo evitar morderse el labio.
"¿Siente alguna incomodidad o dolor?", preguntó el médico mientras continuaba explorando los senos de Daniela.
"No, solo una sensación de cosquilleo", respondió Daniela, sintiendo como si estuviera a punto de gemir de placer.
El médico continuó explorando los pezones de Daniela, aumentando gradualmente la presión mientras medía su sensibilidad. Daniela podía sentir la tensión acumulándose en su cuerpo, y estaba segura de que el médico podía sentir su corazón latiendo rápidamente bajo su pecho.
"Todo parece estar en orden", dijo el médico después de terminar la exploración de los senos. "Ahora pasemos a revisar su abdomen y pelvis".
Daniela se sintió un poco decepcionada de que la exploración de sus pezones hubiera terminado, pero también se sintió aliviada de poder respirar un poco más fácilmente. Se relajó mientras el médico revisaba su abdomen y pelvis, y trató de no pensar en lo que vendría a continuación.
Después de completar el examen del abdomen y la pelvis, el médico le pidió a Daniela que se recostara en la camilla para que pudiera examinar su vagina. Daniela cerró los ojos y respiró profundamente, tratando de calmarse.
El médico comenzó a explorar los genitales externos de Daniela con sus manos, examinando cuidadosamente cada pliegue y rincón. Daniela podía sentir la humedad acumulándose en su entrepierna mientras el médico se movía hacia su vagina.
"Ahora, voy a insertar un espéculo para poder examinar su vagina más de cerca", explicó el médico.
Daniela asintió con la cabeza, y el médico procedió a insertar el espéculo en su vagina. Daniela se sintió un poco incómoda al principio, pero pronto se acostumbró a la sensación.
El médico examinó cuidadosamente la vagina de Daniela, revisando la textura de las paredes y la presencia de cualquier anomalía. Daniela se sintió aliviada al escuchar al médico decir que todo parecía estar bien.
Pero luego, el médico dijo: "Ahora, necesito examinar su clítoris y los labios internos de su vagina".
Daniela tragó saliva nerviosamente, sabiendo que esto podría ser más difícil de soportar que la exploración de sus pezones. Pero trató de relajarse lo más que pudo mientras el médico comenzaba a examinar su clítoris y los labios internos de su vagina.
El médico continuó con el examen de Daniela, palparse los órganos internos con sus dedos y auscultar para detectar cualquier anormalidad. Daniela sintió una combinación de incomodidad y alivio al saber que estaba en buenas manos, pero también se sintió excitada por la intensidad de la exploración.
El doctor decidió continuar con el examen de los genitales de Daniela y le pidió que se recostara en la camilla. Luego, colocó un guante de látex en su mano y comenzó a acariciar suavemente el clítoris de Daniela con movimientos circulares.
Daniela no pudo evitar soltar un gemido suave, sintiendo como el placer se apoderaba de su cuerpo. El médico continuó con los movimientos suaves, explorando cada rincón del clítoris de Daniela, y ella se mordió el labio inferior para no gemir demasiado alto.
"¿Se siente cómoda, Daniela?", preguntó el médico mientras seguía con el examen.
"Si, doctor", respondió Daniela con voz temblorosa, sintiendo como su cuerpo se tensaba cada vez más.
El médico continuó acariciando suavemente el clítoris de Daniela, aumentando gradualmente la intensidad de los movimientos. Daniela se arqueó en la camilla, sintiendo como el placer se acumulaba en su cuerpo y su respiración se aceleraba.
El doctor continuó acariciando el clítoris de Daniela con movimientos circulares suaves, mientras observaba su reacción. "¿Siente algo inusual aquí?" preguntó mientras seguía palpando. "N-no, todo se siente bien", balbuceó Daniela, mientras su cuerpo empezaba a temblar levemente.
El médico sonrió al notar la respuesta del cuerpo de Daniela, sabía que estaba cerca de alcanzar un orgasmo involuntario. Continuó acariciando el clítoris con más intensidad, frotando suavemente con sus dedos, mientras observaba cómo la respiración de Daniela se volvía más agitada.
De repente, Daniela sintió un intenso cosquilleo en su cuerpo, que empezó a intensificarse rápidamente. Sus piernas empezaron a temblar y su respiración se aceleró, hasta que finalmente alcanzó el clímax en un orgasmo involuntario.
El médico retiró su mano suavemente y esperó a que Daniela recuperara la respiración. "¿Está bien? ¿Necesita un momento?" preguntó con preocupación. Daniela asintió y se quedó acostada un rato más, disfrutando de la sensación de relajación que la invadía.
El doctor indicó a Daniela que se pusiera boca abajo y se preparara para el examen rectal. Daniela siguió las instrucciones del doctor, sintiéndose un poco nerviosa pero confiando en que el examen sería rápido y sin dolor.
El doctor comenzó a examinar su ano y su recto, insertando un dedo enguantado en suavidad y sin causar molestias. Daniela trató de relajarse y respirar profundamente mientras el médico continuaba con el examen.
A medida que el examen avanzaba, Daniela comenzó a sentir una sensación de placer incipiente, algo que nunca había experimentado antes en un examen médico. Se mordió el labio inferior, tratando de controlarse y no mostrar ninguna señal de excitación.
Pero el doctor parecía ser muy hábil en lo que hacía, y su dedo experto pronto encontró el punto exacto en el que Daniela se sentía más sensible. Daniela trató de reprimir sus gemidos, pero pronto se dio cuenta de que era inútil: su cuerpo estaba reaccionando de manera involuntaria, y no podía controlar su respuesta.
El médico notó la reacción de Daniela y decidió continuar con el examen, sabiendo que su paciente estaba disfrutando de la experiencia. Siguió acariciando suavemente el interior del recto de Daniela, sin detenerse hasta que ella llegó a un orgasmo intenso y muy placentero.
El médico tomó un supositorio de la mesa y lo sostuvo en su mano mientras se acercaba a Daniela. "Ahora, solo necesito que se relaje y se ponga cómoda mientras inserto este supositorio en su recto", dijo con voz suave.
Daniela se sintió un poco tensa al escuchar eso, pero sabía que era una parte necesaria del examen. Se giró en la camilla y se colocó en posición, con las rodillas dobladas y los pies apoyados en el borde de la misma.
El médico le explicó que podía sentir un poco de presión cuando el supositorio se insertara, pero que no debería ser doloroso. A continuación, procedió a aplicar un poco de lubricante en el ano de Daniela para facilitar la inserción.
Con suavidad, el médico insertó el supositorio en el recto de Daniela y luego retiró su mano. "Ahora solo necesito que se quede en esta posición durante unos minutos mientras el supositorio hace efecto", explicó.
Daniela se quedó allí, sintiéndose un poco incómoda pero tratando de relajarse lo más posible. Mientras tanto, el médico aprovechó para revisar su historial clínico y tomar algunas notas sobre el examen.
Después de unos minutos, el médico le indicó a Daniela que podía levantarse y vestirse. Le aseguró que el examen había sido completamente normal y que no había encontrado ninguna anomalía.
El médico la observó con atención mientras se vestía, asegurándose de que se sentía cómoda y sin ningún tipo de molestia. Daniela se sentía un poco aturdida, todavía sintiendo las sensaciones del examen en su cuerpo. Agradeció al médico y se despidió antes de salir del consultorio.
Una vez en la calle, Daniela se detuvo por un momento para respirar profundamente y tratar de recobrar la compostura. Había sido un examen muy intenso, pero se sentía aliviada de que todo había salido bien. Ahora, con la tranquilidad de haber recibido atención médica de calidad, podría continuar su vida cotidiana sin preocupaciones.
Comentarios
Publicar un comentario