Con mi mujer y una adolescente de 18 años
Éste relato lo trajo uno de mis lectores recurrentes pensando que su historia podía ser un aporte digno de ser leído. Él solo quería que conozcan su historia, que es parte de la historia del amor de su vida, Sara, que aun continúa siendo su mujer el día de hoy, y dentro de esa empresa del amor que es su matrimonio, quiso dar a conocer algunas de las experiencias más calientes que vivió hace no mucho tiempo atrás.
“Con Sara nos conocimos por Badoo, una app de citas similar a lo que hoy sería Tinder nos casamos hace siete años, y consecuentemente como dice el refrán “casado casa quiere”, compramos una vivienda con lo que habíamos ahorrado mientras estábamos de novios.
No nos dio la nafta para comprar algo nuevo ni construir desde cero, pero encontramos una casa en buenas condiciones que había sido un hostel, así que le sobraban algunas habitaciones e incluso tenía una piecita en el fondo para guardar herramientas y maquinas.
Me presento, soy Marco, me gusta mucho el sexo sadomasoquista desde prácticamente la adolescencia cuando lo descubrí.
Desde pendejo sabía que con una gran verga como cargaba (22x5.7) y un poco de actitud, podía dominar a las minas para que hiciesen todo lo que me diese la gana. Entonces solo me concentré en ser un buen macho alfa y coger a la mayoría de las hembras de la forma más vejatoria y violenta posible, obviamente dentro de un marco sano, seguro y consentido.
Mi mujer tenía 18 años cuando la conocí y yo 28, su inexperiencia me permitió amoldarla a mis necesidades como hombre dominante. Terminé volviéndola fanática del bondage y el BDSM, pero ella estaba mucho más loca que yo y siempre llevaba nuestros juegos a niveles extremos. Apenas empezamos a noviar había quedado totalmente fascinada con su rol de sumisa. Gozaba con la humillación como nadie que hubiese conocido en mis diez años como amo. Para ella ser sumisa era un credo. Llevaba mi nombre tatuado en una de sus nalgas con la tipografía con la que se marcan a las vacas. Siempre decía que podía hacer lo que quisiese con ella, que se sentía un objeto más de la casa con el cual satisfacer mis caprichos y deseos.
La perrita hacía todo por hacérmelo saber de la forma que fuera necesaria.
Por propia voluntad se había convertido en mi mascota, ladraba y le gustaban los“paseos” por el jardín. Disfrutaba de andar en cuatro patas como una perra hasta que se le pelaban las rodillas. Algunas noches comía a mis pies en un recipiente, y de vez en cuando dormía en el piso a los pies de la cama sobre una pequeña manta para perro en lugar de hacerlo en nuestra cama matrimonial de tres plazas.
Nunca fui superficial, pero debo recalcar que nunca estuve con una mina que estuviera tan buena como Sara. Era rubia, tenía ojos color del tiempo, era profesora de spinning así que no le faltaba ni sobraba nada. Tenía el cuerpo perfectamente equilibrado, era liviana y alta, como un auto de carreras, perfectamente diseñada para el BDSM y que la maneje a mi antojo. Además, era una buena compañera de vida en los demás órdenes de la vida, no había nada que quisiese cambiarle en todos éstos años. Habíamos encajado mejor que un rompecabezas.
El terreno sobre el que se había construido la casa era grandísimo, encontramos suficiente espacio para montar mi estudio contable y su local de spinning.
La construcción propiamente dicha también era espaciosa, inclusive tenía un lugar pequeño en el patio que usábamos para juntar cachivaches.
A Sara se le había ocurrido remodelar esa piecita para alquilarla y ganarnos unos pesos con eso. Y así lo hicimos en poco tiempo hasta que de casualidad se encontró con una amiga del colegio secundario que le comentó que su sobrina estaba por venir a estudiar a la ciudad, y que necesitaba un lugar donde quedarse por que ella no tenía comodidades para ofrecerle.
Llegamos a un acuerdo inmediato, y quedó en venir la chica en un par de días ya con todo el mobiliario, y por eso tuvimos que apurar el tema de albañiles y terminar la piecita.
Llegó un día por la mañana muy temprano. Sin muchas más cosas que una valija muy pequeña y una mochilita, se notaba que era una chica muy humilde. La atendió mi mujer, le preguntó si necesitaba ayuda, pero dijo que no, que no tenía muchas cosas más que algunas ropas y los libros de la facultad.
Hablaron algunos temas livianos como del clima, lo que iba a estudiar (medicina) y sus expectativas acerca de la ciudad. Todo transcurrió con total normalidad, firmaron una parte del contrato y mi esposa le dio las llaves.
Esa misma noche hablábamos en la mesa con Sara.
─Hoy conocí a esta chica nueva, Melisa, ya quedó instalada en el departamento. – dijo Sara, con una expresión mesurada.
─¿Que impresión te dio?
─Está buena la pendeja, tiene unas patas enormes. Me contó que en su pueblo juega hockey sobre césped. Se notaba por que tiene el típico culo parado de pendejita deportista. De pechos viene normal, de cara es una princesita. Es morocha, así trigueña tipo Pampita, pero con cara de chupapija, el pelo le llega a la cintura, es una Pocahontas. Siempre quise chupar una concha de una morocha así, pero nunca tuve la oportunidad. ¿Y vos?
─¿Yo qué?
─Hace mucho que no te cogés una pendeja, ¿no te dan ganas?
─Te preguntaba si te había caído bien, o que onda tenía, si se veía responsable, sos re degenerada vos. ¿No será menor, no?
─No, cumplió los 18 la semana pasada, me pasó una copia del dni para lo del alquiler. Igual no me contestaste si andás con ganas de cogerte una pendeja, yo tengo 26, todavía soy joven, pero no hay como la carne fresca de una “apenas legal”. Un tipo como vos, yo creo, no debería conformarse con una sola puta.
─Le perdí el gusto a los clubes de BDSM, swingers y esas cosas. Ahora estoy enfocado en una vida distinta, en nosotros, la casa, el laburo, mi familia, no ando con ganas de estar con otra mina.
─Yo decía nomás, no te vendría mal tener una pendejita por ahí, para que la vayas guiando como me guiaste a mí.
─Estás loca, esa nena es hija de una amiga tuya.
─Si, era un ejemplo, mi amor, no tiene que ser necesariamente ella. ¿Pero me vas a decir que no te gustaría tener otra perrita? ¡¿Que es mejor que una perra, dos perras?! Matemática pura, cielo. ¿No sos contador acaso?
¿Me vas a poner la correa y me vas a pasear por toda la casa mientras me cogés? Ahora quiero, así bien bruto, así quiero. Maltratame. Hoy solo cogéme por el culo y haceme tomar tu semen. No me dejes acabar, hoy va a ser todo para vos. Prohibime que acabe, quiero andar caliente varios días. ¿Sabías que no lavé los platos? Castigáme por ser irresponsable. Tengo que limpiar y cocinar para vos, no importa si estoy cansada o si recién llego de laburar. Obligáme aunque esté enferma, que me ponga el delantal y trabaje para vos. No me des opciones, ni me dejes elegir. ¿No me decís siempre que como mujer es lo que me corresponde? Hace mucho no lo hacés. Me ponías putísima cuando te ponías machista y misógino. Aunque sea jugando, no importa. Hace mucho no estás así, no sé si no me querés más o qué. No me hacés plancharte la ropa, ni lamer el piso en cuatro patas cuando encontrabas una mancha. Extraño esa época cuando te enojabas y me hacías dormir en una jaula. Ya no me humillás, me parece que ya no te gusto porque te aburre estar conmigo.
─Nada que ver, gorda, pasa que está viniendo Juana, no voy a pagarle a alguien para que limpies vos. No hace falta que te sobre exijas, además que también laburas con las bicis y no quiero que termines agotada.
─Vos me tenés que exigir, que limpie, lave, te coja, no importa si la casa está limpia, nunca va a estar lo suficientemente limpia por que el amo es insaciable, no se conforma con nada, es un narcisista de mierda psicópata que me quiere volver loca. Antes lo hacías mas seguido. Me humillabas delante de mis viejos, mis hermanos, decías barbaridades cuando venían a cenar mis amigos, con tu familia presente. Me encantaba cuando me decías que no sirvo como mujer por que no te pude dar hijos. Ahora no me mandás a lavar los platos delante de todos, ni me decís que parezco una puta vestida así cuando me pongo algo que es muy corto y estamos por salir y me mandás a cambiar aunque haya gente en la casa. No sé qué te pasa.
─Tu hermana, está muy feminista, me hizo un escándalo por que te doy órdenes. No entiende de nuestros juegos, piensa que te hago mal por los moretones que te ve. Me pone incómodo la verdad. No sé si da explicarle, es chica todavía y tiene buenas intenciones, debe vivir angustiada pensando lo peor. Ya veo que nos denuncia, te imaginás tener que contarle al juez que llorás de bronca si no te pego y te arrastro o te humillo.
─Te juro que acabo ahí mismo, me encantaría.
─Pero eso no quita que no quiero que tu hermana me vea así toda la vida.
─Yo le voy a decir amo, que hago todo lo que usted me pide porque me gusta, aunque sea chica le voy a explicar, si se mete entre nosotros, amo, le dejo de hablar para siempre. A mi familia, a mis amigos, no me deje salir de la casa, hago todo lo que usted me ordene. No los veo nunca más. Lo prometo.
─Está bien, Sara. No es para tanto.
Sará me pasó el collar mirándome con ojos de cachorro, lo ajusté con mucha presión en su cuello, como a ella le gustaba y después sujetando la cadena y la llevé gateando hasta la habitación.
Me senté en la cama y empezó a chuparme la pija, me miraba, me agarraba la mano y se pegaba con ella, se ahogaba, se ahorcaba. Se desesperaba cuando no me ponía agresivo inmediatamente y buscaba mis cachetazos y pijazos en la cara como un animal sediento.
<<toc toc >>
De repente sentí que tocaban, la puerta. Le ordené a Sara que me siguiera pero caminando a cuatro patas, yo estaba vestido solo con una camisa por que el resto de la ropa había volado.
Me senté en la mesa que tenía un mantel tan largo que casi besaba el piso y no dejaba ver lo que había debajo de mi torso y le ordené a Sara que se metiera por debajo de la mesa para que siguiera chupándome la pija. Entró Melisa, yo seguía en la mesa, muy serio mientras el pete de mi esposa se desarrollaba naturalmente y con total fluidez, pasaba de mis huevos a la cabeza de la chota, lamía el tronco como un helado, se atragantaba.
─Hola, usted es Marco me imagino. Soy Melisa, les voy a alquilar la piecita del fondo un par de años. Me mandó un mensaje Sara para que firmara los papeles, me imagino que ya ordenó todo el papelerío así que venía a eso.
─Si si, justamente acá están arriba de la mesa. Tenés que firmar acá y en éstas otras seis hojas, firma sola, en cada hoja sería.
Empecé a temblar por el tremendo pete que me estaba haciendo la chupapija de Sara.
─Señor, le pasa algo, ¿está bien?
─Si si, essss toy biennnn.
─Listo, ya está, bueno, nos veremos mañana.
─Meeeeli, cual quier cosssa que necessitess podés golpear la puerta. ashhhhsshhh!
─Si, Marco, muchas gracias, estoy muy agradecida con usted y la señora por la habitación. Me recorrí media ciudad y no había nada y urgente tenía que empezar la facultad ésta semana por que ya arranca el cursado, y me ayudaron muchísimo realmente.
─No haceeeee falta que me trates de señor, so mos jó ve nes todavíaaaaaahhhsss.
─Si, señor, perdón, quise decir, perdón Marco. Bueno, me voy, estoy muerta. Hasta mañana.
─Que descanses, nos vemos Melisa.
Pensé que iba a explotar toda la leche en la boca de mi mujer pero no, me contuve así que aproveché para bombearle la cola en la habitación después de ponerla en cuatro y juntarle las piernas para que la pija apretara mucho más, como a ella le gustaba, con poca saliva y metiéndola de un solo empujón. Le gustaba sufrir, quedar renga al otro día, no poder sentarse ni caminar y cuando estaba por acabar me dijo algo que me retrasó un poco la eyaculación final.
─Hoy a la tarde fui a llevarle ropa de cama a la nena, se estaba tocando, me parece que es bastante putita. No entiendo por que no te gusta. Podrías tener una puta personal graduada como yo y otra mini puta adolescente para educar. Te imaginás tenernos a las dos con las colitas paradas y vos pasándote de un culo al otro, haciéndolos por turnos mientras chapamos entre nosotras.
─¿Vos creés que se dio cuenta que me estabas chupando la pija debajo de la mesa recién?
─Obvio que se dio cuenta, esa chica está re vivida, se nota a simple vista. ¿No te gustaría que un día te traiga una nena así? Pensálo, ¿diecinueve, o veinte añitos, una beba recién salida del secundario para vos, y para que disfrutemos juntos? Yo le empujo la cabeza para que se ahogue con tu pija grandota. O le abro el culo para que la pija entre mejor. La chupo toda para vos, para que esté empapada cuando llegues con ganas de coger. La puedo castigar si se porta mal, nunca exploré mucho mi lado dominante, se me da solo con las chicas. Con vos me gusta ser tu perra, tu esclava, tu sumisa, obedecerte en todo. Así llegamos hasta acá. Si me obligaras a que te busque una pendeja y te la cojas delante de mí, yo lo haría, por más que me doliera en el alma y me hiciera mierda.
─jajaja ¿qué te va a doler a vos? ¡Te calienta la idea más que a mí! ¡Me lo acabas de decir!
─No te salgas del rol. Te tiro mi última fantasía. Pensá que sos un marido violento, de esos de antes como mi abuelo, que llegan y te fajan si no está lista la cena o algo no les gusta. Y caés con otra mina, borracho, tomaste mucha merca y yo me enojo y te digo que quiero el divorcio, que no me merecés, lloro porque me estás engañando en mi cara, me indigno, y te escupo, y vos me pegás una cachetada que me tira al piso, me sangra la boca, me siento completamente humillada. Lloro mientras vos empezás a chaparte a la pendeja, no te importa nada, sos un macho malo, egoísta, solo pensás en vos mismo, es más linda que yo, tiene la piel más tersa, es más lozana, tiene el culo más firme, todavía es rubia natural, no como yo que me tiño. Me decís que es más linda, y le decís a ella que te gusta más que yo. Me miran los dos y se ríen de mi. Me mostrás sus tetas grandes, y me insultás diciéndome que yo no tengo nada, y no soy una hembra real. Hacés todo delante mio, me agarrás la cara y me obligás a mirar, mientras lloro en el piso con la mejilla lastimada por el bife que me diste. Me haces arrodillar a chuparte la pija pero antes me obligas a besarme con la pendeja puta que trajiste. Y yo la beso, con lagrimas en la cara, me da asco al principio, pero me amenazás y me decís que me vas a dar una paliza si no la beso bien. Te odio por engañarme, estoy furiosa, pero tengo miedo, porque sos un macho violento capaz de cualquier cosa si te digo algo. Prefiero entregarme. Pero ella me consuela, me besa, me empieza a chupar las tetas, vos te acercás y nos ponés la verga en la cara y entre las dos nos vamos a comer esa poronga grandísima y se nos hace agua la boca. Nos damos picos primero y empezamos a chapar las tres, ella, tu pija y yo, se mezclan los fluidos y sabores. Después te cansás y nos cogés rápido por la concha, y le acabás adentro. Me mirás y me volvés a dar un cachetazo que me hace llorar muchísimo. Me decís que vas a probar a ver si ella puede quedar preñada, que yo no sirvo como hembra por que no puedo ser mamá. Ella escucha como me humillas, pero no le importa, ni me saluda, se viste y se va, y yo me quedo en un rincón llorando y con sangre en la boca, mirándote y pensando que me acabás de arruinar la vida. Ahhhh, acabo amor, acabo, ¿puedo acabar? ¿puedo amor? Lo necesito, por favor.
─Ahhhhhh me encantaría tener dos putassss…acabá, dale, después te quiero en abstinencia una semana, ahhh acabo yo también, que puta que sos, tenés tanta imaginación hija de puta ahhhhrggggg.
Acabé llenándole el culo de leche y manchandole las piernas, el pubis, la cama, había semen regado por todos lados.
Ella se tocó para acabar, los orgasmos que lograba masajeando su clitoris mientras le rompía el culo eran sus favoritos. Ahí ella recogió toda la leche con la lengua, lamió el piso, las sabanas, la base del somier, se chupo los dedos y me dijo que si tuviera una compañera le gustaría compartir la leche y pasarla de una boca a otra.
De repente escuchamos ruido en el pasillo. Se corrió la puerta y un chillido nos sorprendió, como si alguien se hubiera metido adentro de la casa.
La puerta estaba entre abierta, escuchamos la puerta de la piecita del fondo cerrarse después.
¿Melisa estaba espiándonos?”
P: christostoichkov
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