Samantha y sus amigas van al gimnasio

 


Samantha, Mavi y Ana se inscribieron en un gimnasio cercano y decidieron hacer una salida de compras para comprar ropa deportiva nueva. En la tienda, pasaron horas probándose diferentes prendas, desde sujetadores deportivos hasta leggings ajustados.


"Este top es tan sexy", dijo Ana mientras se miraba en el espejo. "Me encanta cómo resalta mis pechos".


"Definitivamente tienes que llevarlo", coincidió Samantha, acariciando suavemente el abdomen de Ana.


Mavi sonrió mientras se probaba unos shorts deportivos de color rosa neón. "Creo que estos me hacen ver más atlética, ¿no creen?"


Samantha asintió. "Absolutamente. Te ves increíble".


Mientras se cambiaban de ropa, Ana se sorprendió al ver la manera en que Samantha y Mavi se miraban mientras se desvestían. Había una tensión sexual palpable en el aire.


Finalmente, se decidieron por sus compras y se fueron del lugar. Mientras caminaban de regreso al gimnasio, Ana notó que Samantha y Mavi estaban caminando muy cerca, con sus brazos rozándose y sus caderas casi tocándose.


"Tengo la sensación de que esto va a ser más que solo un entrenamiento en el gimnasio", pensó Ana, sintiendo su cuerpo arder de deseo.

El instructor del gimnasio, un joven apuesto y musculoso, las saludó con una sonrisa y les dio la bienvenida. "Primero vamos a hacer algunos ejercicios de calentamiento", dijo mientras las guiaba a través de estiramientos y movimientos suaves para preparar sus músculos.


"Ahora haremos una serie de ejercicios de abdominales", continuó el instructor mientras les mostraba cómo hacer las diferentes variaciones de abdominales. Samantha, Mavi y Ana seguían sus instrucciones, aunque ya se sentían agotadas después de unos pocos minutos de esfuerzo.


"¡Vamos chicas, no se rindan tan fácilmente!", les animó el instructor, y ellas intentaron hacer un esfuerzo extra para seguir adelante.

Después de los abdominales, el instructor las llevó a través de una serie de ejercicios para fortalecer los brazos, las piernas y los glúteos. Cada movimiento fue un desafío para las mujeres, pero trabajaron juntas para apoyarse mutuamente y seguir adelante.

Después de los ejercicios, el instructor les indicó que debían hacer unos minutos de cardio en las máquinas de ejercicio. Mientras las tres mujeres subían a las cintas, vieron a una mujer atractiva en la máquina de al lado. Era alta, con cabello rubio y ojos verdes. Llevaba puesto un top deportivo y unos pantalones ajustados que hacían resaltar su figura esbelta y curvilínea.

Samantha sonrió y le dijo a María que se uniera a ellas en sus ejercicios. "Claro, únete a nosotros. Estamos en el mismo barco", dijo con una sonrisa tranquilizadora. Las cuatro mujeres continuaron su entrenamiento juntas, ayudándose mutuamente a través de cada ejercicio.


Después de un rato, el instructor las llevó a una clase de yoga. Mientras realizaban las poses, Samantha notó que María parecía estar luchando un poco. Se acercó a ella discretamente y le preguntó si estaba bien. María le confesó que nunca había hecho yoga antes y se sentía incómoda con su falta de flexibilidad.

"Yo tampoco puedo mas... mataria por irme a tomar una cerveza", le dijo Samantha, ofreciéndole una sonrisa amistosa. "Solo sigamos adelante y finjamos que lo intetamos. Algun dia se va a terminar esta clase".


María asintió en acuerdo mientras intentaba hacer una plancha. Mavi se rió suavemente, "Samantha, siempre pensando en la cerveza". Ana se unió a la risa, "¡Pero si nos vamos ahora, nos perderemos la parte de los batidos de proteínas!".


Las cuatro mujeres continuaron con los ejercicios, riendo y bromeando a medida que se iban cansando. Finalmente, el instructor dio por terminada la clase y las mujeres se levantaron con dificultad.


"¡Lo logramos!", dijo María, animada. "¡Sí!

"¿Quién quiere tomar esa cerveza ahora?", preguntó Mavi, mirando a sus amigas con una sonrisa traviesa.

"¡Yo!" exclamaron todas al unísono, y salieron del gimnasio en busca de un lugar para relajarse y disfrutar de una merecida bebida.

Después de la clase, las cuatro mujeres salieron del gimnasio y fueron a un bar cercano para relajarse y tomarse una cerveza. "Esto es lo que necesitaba después de esa sesión de tortura", dijo Mavi, mientras levantaba su cerveza rubia artesanal en un brindis. "Definitivamente vale la pena todo el dolor y el sufrimiento", bromeó Ana, y todas rieron en complicidad.


María se unió a la conversación, contando algunas anécdotas divertidas de su vida en el campo. Las otras mujeres la escuchaban con atención, disfrutando de su energía positiva y su espontaneidad. Pronto, comenzaron a hablar de sus propias vidas y experiencias, compartiendo risas y más cervezas.


"¿Quién quiere más cerveza?", preguntó Samantha, sosteniendo la botella vacía en alto. "Yo, yo, yo", respondieron todas al unísono, riendo por la emoción de la noche. A medida que la noche avanzaba, se hicieron cada vez más amigas, disfrutando de la compañía y la sensación de estar en buena compañía.

"Absolutamente", estuvo de acuerdo Ana. "Esperemos que la próxima vez no haya tantos abdominales y más cervezas rubias artesanales deliciosas", bromeó Samantha, provocando una última risa en el grupo antes de separarse y despedirse.

Después de disfrutar de unas cervezas, Samantha sugirió que fueran a su casa para seguir charlando y relajándose. Las mujeres estuvieron de acuerdo, y rápidamente se pusieron en marcha hacia el departamento de Samantha.

En el camino, hablaron de sus vidas personales, compartiendo historias y secretos íntimos. Se rieron de sus desgracias amorosas y hablaron sobre sus sueños y metas.


Finalmente, llegaron al departamento de Samantha, y ella les ofreció a todas algo de beber. Las mujeres se sentaron en el sofá y continuaron charlando, disfrutando de la compañía del otro.

Samantha, Mavi, Ana y María llegaron a casa de Samantha, donde se acomodaron en el sofá y continuaron charlando animadamente, disfrutando de las cervezas rubias artesanales que habían comprado en el bar.


"¿Qué piensan del instructor?", preguntó Mavi con una sonrisa pícara en el rostro.


"Creo que no podría ser más sexy", respondió Samantha con una risita. "Pero definitivamente necesita trabajar en su rutina. Me aburrí después de los primeros cinco minutos".


Las otras chicas rieron y asintieron en acuerdo.


"Pero no es solo el instructor", agregó Ana. "En general, creo que los gimnasios son lugares llenos de personas que tratan de impresionar a los demás en lugar de simplemente disfrutar del ejercicio".


"Totalmente de acuerdo", coincidió María. "Soy nueva en esto, pero ya me he dado cuenta de que la gente puede ser muy competitiva y superficial en los gimnasios".


Samantha asintió, pero luego añadió con una sonrisa: "Pero al menos nosotras no somos así. Aquí solo importa pasarla bien, ¿no es así chicas?".


"¡Exactamente!", respondieron todas en coro, levantando sus cervezas en un brindis.

Después de un rato, María tomó un sorbo de su cerveza y dijo con una sonrisa tímida: "Bueno, chicas, no puedo creer que voy a decir esto, pero he estado sin actividad sexual durante más de dos años".


Samantha y Mavi se sorprendieron al escuchar eso, y le preguntaron a María cómo era posible que estuviera tanto tiempo sin sexo. "No lo sé", respondió María encogiéndose de hombros. "Supongo que simplemente no he encontrado a alguien que valga la pena".


Samantha y Mavi se miraron y sonrieron, sabían que la timidez de María ocultaba un lado más salvaje. "Bueno, eso es fácil de arreglar", dijo Samantha con una sonrisa pícara. "Podemos ayudarte a encontrar a alguien que valga la pena".


María sonrió tímidamente, agradecida por el apoyo de sus amigas. "No sé, chicas", dijo ella. "No soy muy buena para estas cosas".


"No te preocupes, nosotras te ayudamos", dijo Mavi. "Vamos a encontrar a alguien que te haga sentir viva de nuevo".

"¿Por qué no pruebas las aplicaciones de citas? Son una buena manera de conocer gente nueva", sugirió Ana.


María sonrió con timidez. "No sé... siempre me ha dado un poco de miedo. ¿Y si me encuentro con alguien peligroso?"


Samantha tomó su mano con cariño. "No te preocupes, nosotras te acompañamos en tus primeras citas. Además, siempre hay maneras de asegurarse de que la persona sea segura antes de conocerla".

"María, tienes que salir a divertirte un poco más", dijo Ana, rompiendo el breve silencio que había caído sobre el grupo. "No es justo que no hayas tenido una buena noche de pasión en tanto tiempo".


"Si, deberías tener algunas aventuras", agregó Mavi, con una sonrisa juguetona. "Eres joven, hermosa y estás en plena forma. ¡Deberías estar disfrutando más de la vida!".


María pareció sorprendida por las sugerencias, pero no desagradadas. "Bueno, no sé...no soy muy buena para estas cosas. Me siento un poco incómoda en situaciones nuevas", admitió tímidamente.


"Podemos ayudarte", intervino Samantha, su voz suave y seductora. "Nosotras sabemos cómo divertirnos y te podemos enseñar todo lo que necesitas saber".

Lo que deberiamos hacer es vestirnos todas como para una cita! Con lenceria, y maquillarnos!! - dijo Samantha

Mavi y Ana se miraron, sus ojos llenos de sorpresa ante la propuesta de Samantha. 

Samantha se encogió de hombros con una sonrisa traviesa en su rostro. "¿Por qué no? Sería divertido, ¿no creen?", respondió. "Podemos vestirnos sexy, ponernos lencería y maquillarnos.

Mavi y Ana rieron al escuchar la respuesta de Samantha. "Bueno, eso suena divertido", dijo Mavi, "¿pero cuál sería el punto si no hay nadie a quién impresionar?"


Samantha se encogió de hombros, "no se trata de impresionar a nadie más que a nosotras mismas. Es bueno sentirse sexy y seguras de nosotras mismas. Además, ¿quién dijo que no podemos tomar algunas fotos sexys para nosotras?"

Se pusieron en pie y se dirigieron hacia el dormitorio de Samantha para ponerse sus conjuntos de lencería.

Samantha sacó una bolsa de encaje rosa y comenzó a sacar prendas de su interior. "Miren chicas, compré un conjunto especialmente para hoy. Es de encaje y tiene un estilo muy sexy".


Ana, Mavi y María se acercaron para ver las prendas que Samantha sostenía. María se sonrojó un poco al ver la ropa interior, mientras que Ana y Mavi sonrieron con picardía.


"Oh, Sam, ese conjunto es hermoso", dijo Ana mientras tomaba el sujetador de encaje. "¿Puedo probármelo?"


"Por supuesto, toma lo que quieras", respondió Samantha, entregando el resto de las prendas a sus amigas.


Mavi eligió un conjunto de color negro con detalles de encaje en los bordes. "Este es perfecto para mí", dijo mientras sostenía el sujetador y las braguitas.


María se sintió un poco intimidada por la selección de lencería, pero finalmente eligió un conjunto de color rosa claro con detalles en encaje blanco. "Es muy bonito", dijo tímidamente mientras sostenía el sujetador y las braguitas.


Después de probárselas, las chicas se miraron en el espejo y se rieron juntas. "Nos vemos increíblemente sexys", dijo Ana mientras se ajustaba el sujetador.


"Deberíamos tomarnos algunas fotos", sugirió Mavi mientras buscaba su teléfono.


Después de tomar varias fotos juntas, las chicas se sintieron más relajadas y comenzaron a bailar al ritmo de la música. La energía sexual en la habitación era palpable, y las chicas se miraban entre sí con un brillo en sus ojos.

"¿Alguna de ustedes quiere otra copa de vino?", preguntó Samantha mientras se dirigía a la cocina.


"Yo quiero", dijo María, siguiéndola.


Mientras preparaban las bebidas, Samantha no pudo evitar notar lo lindo que se veía María en su conjunto de encaje. "¿Te sientes cómoda con esto?", preguntó Samantha con una sonrisa.


"Un poco incómoda al principio, pero ahora estoy bien", respondió María mientras tomaba su copa.


"Solo quería decir que te ves hermosa", dijo Samantha, acariciando suavemente la mejilla de María.


María se sonrojó ante el cumplido. "Gracias, Sam, eres muy dulce", dijo tímidamente.


Las chicas siguieron bailando y riendo juntas, disfrutando de la noche sin preocuparse por nada más que ellas mismas. Era una noche de pura diversión y complicidad femenina, y todas estaban agradecidas de tenerse mutuamente.


Las cuatro mujeres continuaron bailando y riendo, disfrutando de su tiempo juntas. Eventualmente, se sentaron en el sofá, sintiéndose relajadas y cómodas en su lencería.


"Mmm, esto es tan cómodo", dijo Ana, moviéndose un poco para acomodarse en su asiento.


"¡Y se ve muy sexy también!", agregó Mavi, admirando la lencería de las demás.


Samantha asintió con una sonrisa. "Sí, es divertido vestirse así de vez en cuando. Me hace sentir un poco más... atrevida", dijo, jugando con el encaje de su sostén.


María sonrió tímidamente. "Nunca me he vestido así antes", confesó, jugando con los bordes de su tanga.


"Bueno, hoy es tu día de suerte", bromeó Ana, pasando un brazo alrededor de ella. "Te ves increíble".


María sonrió, sintiéndose un poco más cómoda con el halago de su amiga. "Gracias, eres muy amable", dijo, suavemente.


Samantha se inclinó hacia ella, acariciando suavemente su brazo. "¿Te sientes bien, María? No queremos que te sientas incómoda", preguntó, preocupada.


María asintió con una sonrisa. "No, no me siento incómoda. Solo... un poco nerviosa, supongo", admitió.


"Es normal", dijo Mavi, levantando una mano para apoyar la cabeza. "A todas nos pasa".


Ana asintió. "Sí, y aquí entre nosotras, hay algo bastante emocionante en estar un poco nerviosa", dijo, con una sonrisa traviesa.

Samantha se mordió el labio inferior, sintiendo un cosquilleo en su estómago ante la mirada curiosa de María. Sabía que estaba pensando en lo que estaban haciendo Ana y Mavi, y se preguntaba si también quería probarlo.


"¿Te gusta la música?" preguntó Samantha, tratando de desviar la atención de María.


"Sí, es muy agradable. ¿Qué estás escuchando?" respondió María, sonriendo.


"Es una lista de reproducción de música latina. ¿Te gusta bailar?" preguntó Samantha, tomando la mano de María y llevándola hacia el centro del salón.


María se rió tímidamente, dejando que Samantha la guiara. Ana y Mavi continuaban jugueteando entre ellas, pero no parecían prestarles atención.


Samantha notó que María se movía con cierta torpeza, pero también podía ver que estaba disfrutando. A medida que la música iba subiendo de ritmo, Samantha comenzó a acercarse más a María, acariciando su cintura suavemente.


"¿Te gusta cómo bailo?" preguntó Samantha con una sonrisa pícara.


María se sonrojó y asintió con la cabeza. Samantha la acercó aún más a ella, sintiendo el calor del cuerpo de María contra el suyo. Podía sentir su corazón latiendo rápido, y la excitación crecía en su interior.


Mavi y Ana se habían separado un poco, y ahora se unieron a la danza. Las cuatro mujeres se movían en un baile lento y sensual, acariciándose suavemente y disfrutando del contacto de sus cuerpos.


Samantha notó que María estaba cada vez más relajada, y decidió llevar las cosas un poco más lejos. La tomó de la mano y la llevó hacia uno de los sofás, donde se sentaron juntas.


"¿Te gusta cómo te ves con esa lencería?" preguntó Samantha, acariciando suavemente la pierna de María.


María se sonrojó de nuevo, pero esta vez no parecía estar tan nerviosa como antes. "Sí, es muy bonita. Nunca he usado nada así antes".


"Realmente te queda muy bien", dijo Samantha, acariciando suavemente el cabello de María. "Eres muy hermosa".


María sonrió tímidamente, y Samantha se acercó a ella para darle un beso en los labios. Fue un beso suave y dulce, pero Samantha pudo sentir el deseo creciendo en su interior.


Ana y Mavi se acercaron también, acariciando y besando a María con ternura. Las cuatro mujeres se sumieron en un mundo de sensualidad y placer, disfrutando del contacto de sus cuerpos y del calor de su amistad.

Samantha se acercó a María y le susurró al oído: "Eres tan linda, ¿sabes eso?" María sonrió tímidamente y respondió: "Gracias, eso es muy dulce de tu parte". 

Mavi y Ana siguieron jugueteando entre ellas, pero siempre manteniendo a María en el centro de la atención. "¿Qué te gusta hacer en tus ratos libres?" preguntó Ana, acariciando suavemente la mejilla de María. 

"Me gusta leer", respondió María, sintiéndose un poco más relajada. "Sobre todo novelas románticas, aunque también disfruto de los clásicos". 

Samantha se rió suavemente. "Eso explica mucho", dijo. "Eres tan romántica, ¿verdad?" 

María sonrió de nuevo. "Sí, supongo que sí. Me encanta la idea del amor verdadero y todo eso". 

Mavi se acercó a María y le acarició el cabello. "¿Alguna vez has estado enamorada?" preguntó con curiosidad. 

María bajó la mirada y sus mejillas se sonrojaron ligeramente. "No, nunca he tenido un novio o algo así", confesó en voz baja. 

Samantha miró a María con una sonrisa coqueta. "¿Nunca has estado con una mujer?", preguntó con curiosidad.

María se sonrojó, sintiendo que su corazón latía más rápido. "No, nunca he estado con una mujer", admitió tímidamente. "Pero siempre he tenido curiosidad, me encantaría probar algún día".

Samantha miró fijamente a María, con una sonrisa pícara en su rostro. "Maria, ¿te importaría si te pido un beso?", preguntó con tono seductor.


Maria se sonrojó, sorprendida por la propuesta. "No sé, nunca he besado a otra mujer", respondió tímidamente.


Samantha se acercó a María, tomó suavemente su mentón y acercó sus labios a los de ella. Después de un momento de duda, María cedió y dejó que Samantha la besara.


Mavi y Ana observaban con atención, disfrutando del espectáculo. "Vaya, Samantha, siempre tienes el control", bromeó Mavi.


Samantha se apartó de María y le guiñó un ojo a Mavi. "No siempre, pero es divertido intentarlo", respondió con una risa.


María se tocó los labios con las yemas de los dedos, sintiéndose emocionada y un poco confundida. "Eso fue... diferente", dijo en voz baja.


Samantha se acercó a ella de nuevo y le susurró al oído. "¿Te gustó?"


María sintió un escalofrío recorrer su cuerpo ante la cercanía de Samantha. "Sí, fue... interesante", respondió en voz baja.

Samantha se acercó más, y María pudo sentir su aliento en su rostro. "¿Interesante en qué sentido?" preguntó Samantha, su voz suave y seductora.


"Interesante... en que no esperaba que fuera así", respondió María, sintiendo una extraña mezcla de miedo y excitación.


Samantha sonrió y acarició suavemente la mejilla de María con su mano. "¿Te gustaría probar algo nuevo?", preguntó con voz sugerente.


María tragó saliva, sintiendo que su corazón latía cada vez más rápido. "¿A qué te refieres?", preguntó tímidamente.


Samantha se acercó aún más, y María pudo sentir su cuerpo caliente contra el suyo. "Me refiero a que te gustaría probar algo diferente... algo que quizás nunca hayas hecho antes", dijo Samantha con voz sensual.


María se quedó sin palabras, pero su cuerpo respondió por ella. Pudo sentir su corazón latiendo con fuerza, y un calor intenso se extendió por todo su cuerpo.


Samantha se acercó y le dio un beso suave en los labios. "Solo déjate llevar", susurró en su oído.


María cerró los ojos y se dejó llevar por el momento, disfrutando de la sensación de los labios suaves de Samantha sobre los suyos.

María se sorprendió por el beso de Samantha, pero no se alejó. En cambio, se dejó llevar por el momento, sintiendo la suavidad de los labios de Samantha sobre los suyos. "¿De qué hablaban antes?", preguntó, tratando de desviar la atención.


"Estábamos hablando de lo que nos gusta en la cama", respondió Mavi, acercándose también. "¿Y a ti, qué te gusta?", preguntó con una sonrisa pícara.


María se sonrojó ante la pregunta. "Bueno, no lo sé. Nunca he estado con una mujer, así que... no tengo mucho que decir al respecto", respondió tímidamente.


Samantha le acarició el brazo suavemente. "No te preocupes, cariño. Nosotras te enseñaremos", dijo con una sonrisa seductora.


María sintió su corazón latir con fuerza ante la sugerencia de Samantha. No sabía cómo reaccionar, pero por alguna razón, se sentía atraída por ella y por las otras chicas. "Bueno... supongo que podría ser divertido", respondió con una sonrisa nerviosa.


Samantha se rió suavemente y se acercó de nuevo a María, acariciando suavemente su cabello. "No te preocupes, dulzura. Nosotras nos encargaremos de hacerte sentir bien", dijo con una sonrisa seductora.


Mavi y Ana se acercaron también, rodeando a María y besándola suavemente en las mejillas y en los labios. María se dejó llevar por el momento, sintiendo cómo el calor se extendía por su cuerpo mientras las chicas la rodeaban. 


"¿Quieres que te enseñemos cómo se besa a una mujer?", preguntó Ana con una sonrisa traviesa.


María asintió con la cabeza, sintiendo cómo su corazón latía con fuerza. Estaba nerviosa, pero también emocionada por la idea de experimentar algo nuevo con las chicas. Sabía que no podía negarse a ellas, y no quería hacerlo. Estaba dispuesta a dejarse llevar y ver adónde la llevaba la noche.

Samantha abrio las piernas de Maria y corrio su tanga, dejando a la vista su vulva depilada. Maria se sintió un poco nerviosa ante la osadía de Samantha, pero a la vez, su cuerpo respondió con un cosquilleo intenso que se propagó por todo su ser. "¿Qué... qué estás haciendo?", preguntó con una voz temblorosa.


Samantha sonrió pícaramente mientras acariciaba los muslos de Maria. "Solo explorando un poco", respondió mientras se inclinaba para besarla nuevamente.


Maria cerró los ojos y se dejó llevar por el beso, sintiendo la lengua de Samantha explorando su boca con habilidad. Sus manos temblorosas se posaron en los hombros de Samantha, aferrándose a ella con fuerza.


Mientras tanto, Ana y Mavi observaban la escena con atención, excitadas por lo que estaba sucediendo. Ana se acercó a ellas y comenzó a besar el cuello de Maria, mientras que Mavi acariciaba sus pechos suavemente.


Maria se sintió abrumada por las sensaciones que la embargaban, pero a la vez, no quería que la detuvieran. Se dejó llevar por las caricias y los besos de las tres mujeres, entregándose por completo al placer que le estaban brindando.


Samantha se alejó un poco y observó a Maria con una sonrisa seductora en el rostro. "¿Te está gustando?", preguntó.


Maria asintió con la cabeza, sin poder encontrar las palabras para expresar lo que estaba sintiendo en ese momento. Samantha volvió a inclinarse y le dio un beso apasionado, mientras Ana y Mavi seguían acariciando su cuerpo.

Samantha lleno su mano de saliva y comenzo a acariciar la entrepierna de Maria, que la miraba sorprendida y excitada. 

María gemía suavemente, sin poder contener la sensación que estaba experimentando. "Oh, Dios mío", susurró con voz entrecortada. Samantha se rió suavemente y se inclinó para besarla de nuevo, esta vez más apasionadamente.


Mientras tanto, Ana y Mavi seguían besándose y acariciándose, sin prestar mucha atención a lo que estaba sucediendo al lado de ellas. "¿Te gusta lo que sientes?", preguntó Samantha a María mientras seguía acariciando su entrepierna. "Sí", respondió María, cerrando los ojos con fuerza.


Samantha se detuvo y se alejó un poco para mirar a María directamente a los ojos. "¿Quieres que pare?", preguntó. María negó con la cabeza rápidamente. "No", dijo en un susurro.


Samantha sonrió y volvió a acercarse, esta vez para besarla en el cuello. María suspiró y cerró los ojos, disfrutando de las sensaciones que la estaban abrumando. "Eres hermosa", susurró Samantha contra su piel.

María sonrió tímidamente, todavía sintiendo un poco de vergüenza por la situación. "No lo soy", dijo. "Pero me gusta lo que estás haciendo". María se estremeció ante el contacto de las tres mujeres. Nunca había estado en una situación así y aunque se sentía un poco nerviosa, también se sentía muy excitada. "No sé si debería hacer esto", dijo María con una voz temblorosa.

"Relájate, no tienes que hacer nada que no quieras", dijo Samantha mientras seguía acariciando su entrepierna. "Solo déjanos consentirte un poco".

Ana se acercó y comenzó a besar el cuello de María mientras le quitaba el sostén. Mavi bajó su mano y comenzó a acariciar su muslo con suavidad. María cerró los ojos y se dejó llevar por las sensaciones.

Samantha se puso de pie y se desnudó completamente. Se arrodilló frente a María y comenzó a darle besos en el estómago mientras continuaba acariciando su entrepierna. Mavi y Ana se desnudaron también y comenzaron a besarse y acariciarse entre ellas mientras seguían tocando a María, que sin saber cómo reaccionar, dejó que la llevaran a la cama y la ayudaran a ponerse en posición de perrito.

Samantha  se acercó por detrás y comenzó a acariciar suavemente las nalgas de María mientras Ana se encargaba de masajear sus senos. Mavi, por su parte, se arrodilló frente a ella y comenzó a lamer su vulva con suavidad.

María gemía suavemente, sin poder creer lo que estaba sucediendo. Las sensaciones que recorrían su cuerpo eran tan intensas que no podía pensar con claridad. Solo sabía que quería más.

Samanta separo las nalgas de Maria y comenzo a lamer su ano, introduciendole la lengua lo mas que podia. Ana se detuvo y se acercó a los labios de María para darle un tierno beso. "¿Te gusta?", preguntó suavemente mientras acariciaba su cabello. María asintió con la cabeza, todavía sintiendo la sensación de la lengua de Samantha en su ano.

"¿Cómo te sientes?", preguntó Mavi, acariciando suavemente la espalda de María.


"Estoy bien", respondió María, aún un poco sorprendida por lo que acababa de suceder.


"¿Quieres que sigamos?", preguntó Ana, acariciando el cabello de María.


María tomó una respiración profunda y cerró los ojos. "Sí, por favor", susurró.

Samantha sonrió satisfecha al escuchar las palabras de María. Sin perder tiempo, introdujo uno de sus dedos en el ano de María, sintiendo su suavidad y calidez. María dejó escapar un gemido suave y se aferró a las sábanas, sintiendo cómo su cuerpo se estremecía ante el contacto.

Ana y Mavi acariciaban el cuerpo de María, besando su cuello y sus hombros mientras Samantha continuaba estimulando su ano con su dedo. La habitación se llenó de gemidos y suspiros, mezclados con la música que seguía sonando de fondo.

"¿Te gusta, mi amor?", preguntó Samantha, acariciando suavemente el cabello de María.

"Sí, es increíble", respondió María, sintiendo cómo su cuerpo se entregaba al placer.

Samantha sonrió satisfecha y continuó estimulando su ano con la lengua, mientras Mavi y Ana se ocupaban de acariciar su espalda y muslos. "Me alegra que te guste, María", dijo Samantha entre lamidas. "Hay muchas formas de explorar el placer, y no hay nada de malo en probar cosas nuevas". 

María asintió, completamente entregada al placer que le estaban proporcionando. "Nunca había sentido algo así", confesó. "Es como si todo mi cuerpo estuviera en llamas". 

Samantha se incorporó y tomó un pequeño vibrador de su mesita de noche. "¿Te gustaría probar algo diferente?", preguntó, mostrándole el juguete. 

María miró el vibrador con curiosidad, sintiendo un ligero nerviosismo. "¿Es seguro?", preguntó. 

Samantha asintió. "Por supuesto, siempre tomo todas las precauciones necesarias", aseguró. "Además, si no te sientes cómoda, podemos detenernos en cualquier momento". 

María asintió con la cabeza y Samantha comenzó a introducir suavemente el vibrador en su ano. María sintió una sensación extraña pero placentera, y se dejó llevar por el ritmo que Samantha imprimía con el juguete. 

Mientras tanto, Ana y Mavi se ocuparon de estimular sus pechos y clítoris, llevándola a un estado de éxtasis total. Las cuatro mujeres se entregaron por completo al placer, disfrutando cada sensación y cada caricia. 

María sintió la sensación de llenura y comenzó a gemir suavemente, disfrutando del intenso placer que le proporcionaba el juguete. "¡Ohh, sí!" exclamó, arqueando su espalda y moviendo sus caderas al ritmo de las vibraciones. Ana y Mavi la rodearon, acariciando sus senos y besando su cuello, lo que hizo que María se sintiera aún más estimulada. "¡Esto es tan intenso!" dijo con voz entrecortada, mientras Samantha continuaba moviendo el vibrador dentro de ella.

Samantha sonrió satisfecha, sabiendo que estaba logrando llevar a María a un nivel de placer que nunca había experimentado antes. "Sí, deja que te lleve aún más lejos", susurró en su oído, antes de volver a lamer su ano y hacer que María gimiera de nuevo. Mavi y Ana continuaron acariciando y besando a María, aumentando aún más su excitación. 

María se sentía completamente abrumada por la intensidad del placer que estaba sintiendo. Cada movimiento del vibrador la llevaba más y más cerca del orgasmo, y las caricias de sus amigas sólo intensificaban sus sensaciones. "No puedo resistirme más", gimió María, mientras su cuerpo se tensaba y se sacudía con el poderoso orgasmo que la recorría. 

Samantha sacó suavemente el vibrador y María cayó exhausta sobre la cama, con una sonrisa de satisfacción en su rostro. "Eso fue increíble", susurró, mientras Ana y Mavi la abrazaban y besaban. Samantha sonrió y se unió al abrazo grupal, disfrutando de la intimidad y el amor que compartían las cuatro amigas.

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