Samantha y Maria Victoria inician a Ana en el lesbianismo
Samantha y Maria Victoria llegaron al bar, buscando un lugar tranquilo donde puedan relajarse y disfrutar de un trago. Se sentaron en una mesa cerca de la ventana, desde donde podían ver a la gente pasar por la calle.
"Mira, hay una pareja que parece estar muy feliz", dijo Maria Victoria, señalando a una pareja que caminaba de la mano por la acera.
"Sí, es lindo ver eso", respondió Samantha, sonriendo. "Me gusta pensar que el amor verdadero todavía existe".
De repente, el sonido de una voz elevada llamó su atención. Una joven estaba discutiendo acaloradamente con su novio, que parecía cada vez más frustrado.
"Oh, eso no se ve bien", dijo Maria Victoria con preocupación.
Samantha asintió y se puso de pie. "Tal vez deberíamos ir a hablar con ella, ofrecerle algo de apoyo", sugirió.
Maria Victoria estuvo de acuerdo, y juntas se acercaron a la joven, que estaba sola llorando en una mesa.
"¿Estás bien?", preguntó Samantha suavemente.
La joven levantó la vista y sollozó. "Mi novio y yo tuvimos una gran pelea", dijo ella. "No sé qué hacer".
Maria Victoria se sentó junto a ella y le ofreció un pañuelo. "Lo siento mucho", dijo ella con empatía. "¿Quieres hablar al respecto?"
a chica asintió tímidamente, agradecida por el ofrecimiento. "Es solo que mi novio y yo hemos estado teniendo algunos problemas últimamente", explicó ella. "Discutimos por cualquier cosa, y esta noche fue la gota que colmó el vaso. Él se fue, y no sé qué hacer".
Samantha le sonrió amablemente. "Lo siento mucho. A veces, las relaciones pueden ser difíciles", dijo ella. "Pero tal vez hablar de ello pueda ayudar. ¿Quieres que te escuchemos?"
La chica asintió, agradecida. "Sí, por favor", dijo ella. "No sé con quién hablar, y me siento muy sola ahora mismo".
Maria Victoria le hizo un gesto para que se sentara a su lado, y las dos mujeres escucharon atentamente mientras la chica les contaba sus problemas. Juntas, trataron de ayudarla a ver las cosas desde una perspectiva diferente y le ofrecieron su apoyo emocional.
"Ana - era su nombre- Creo que necesitas un trago", dijo Samantha, levantando la mano para llamar al camarero. "¿Qué te parece si pedimos una ronda para todos?"
Ana asintió con gratitud y las tres mujeres comenzaron a conversar mientras esperaban sus bebidas. Samantha y Maria Victoria hicieron lo posible por hacerla sentir cómoda y escucharla con atención, mientras compartían historias de sus propias vidas y experiencias.
Finalmente, Ana se rió por primera vez desde que se sentó con ellas. "Gracias chicas", dijo ella, levantando su vaso. "Realmente necesitaba esto hoy".
"Estamos aquí para apoyarte", dijo Maria Victoria, sonriendo cálidamente.
La conversación continuó durante varias horas, mientras disfrutaban de sus tragos y compartían risas y momentos especiales. Al final de la noche, la chica estaba bastante embriagada.
Después de unos tragos más, Samantha les ofreció llevarlas a su departamento para tomar un café y charlar más tranquilamente. La chica aceptó gustosamente, y las tres se dirigieron a la casa de Samantha.
Una vez allí, Samantha preparó el café mientras Maria Victoria y la chica se sentaron en el sofá. La conversación se convirtió en una charla más íntima y personal, y pronto la chica se sintió cómoda compartiendo más detalles sobre su relación con su exnovio.
Mientras Samantha preparaba el café, Ana se sentó en el sofá y empezó a sentir la tensión acumulada en su cuerpo desaparecer. Maria Victoria se sentó a su lado y le acarició suavemente la espalda, haciéndole sentir aún más cómoda.
"Realmente aprecio su amabilidad y su disposición a ayudarme", dijo Ana, sonriendo hacia las dos mujeres. "No puedo creer lo amables que han sido conmigo".
"Para eso estamos aquí", dijo Samantha, uniéndose a ellas en el sofá con el café en las manos. "A veces, todo lo que se necesita es un poco de compañía y un buen café".
Ana tomó un sorbo de su taza y suspiró de placer. "Este café es delicioso", dijo ella. "No puedo creer que lo hayas hecho tú misma, Samantha".
"Me gusta cocinar y preparar cosas deliciosas", dijo Samantha, sonriendo. "Pero lo que más me gusta es disfrutar de la compañía de personas interesantes como ustedes".
Las tres mujeres siguieron hablando por un tiempo más, compartiendo historias y risas mientras el café iba desapareciendo de las tazas. Ana se sentía más cómoda que nunca, y no podía evitar sentirse atraída por Samantha y Maria Victoria.
De repente, Ana se sorprendió a sí misma deseando acariciar la piel suave y sedosa de Samantha y de Maria Victoria. Intentó sacudir esos pensamientos, pero no pudo evitar sentir una creciente excitación.
"Ana, me encanta tu estilo", dijo Samantha, pasando una mano por el cabello de Ana. "Eres una chica muy hermosa y carismática".
Ana sonrió tímidamente, sintiendo un cosquilleo en su vientre. "Gracias, Samantha. Eres muy amable", respondió ella.
Maria Victoria también notó la tensión sexual en el aire y decidió romper el hielo. "¿Qué les parece si ponemos un poco de música?", sugirió ella, levantándose del sofá y dirigiéndose al equipo de sonido.
Mientras Maria Victoria elegía una lista de reproducción, Ana se sentía cada vez más caliente. No podía creer que estuviera pensando en hacer algo así con dos mujeres hermosas que acababa de conocer, pero no podía evitar sentirse atraída por ellas.
Samantha también notó el cambio en el ambiente y se acercó a Ana, poniendo una mano en su rodilla. "¿Estás bien, Ana?", preguntó ella en voz baja.
Ana asintió, sintiendo su corazón latir fuerte en su pecho. "Sí, estoy bien. Solo un poco nerviosa, supongo", respondió ella.
Samantha sonrió y se acercó aún más, acariciando suavemente el brazo de Ana. "No tienes por qué estar nerviosa, cariño. Estamos aquí para hacerte sentir bien y cómoda", susurró ella.
Ana sintió un escalofrío recorrer su cuerpo ante las palabras de Samantha, y no pudo evitar desear estar más cerca de ella. "Gracias, Samantha. Eres muy dulce", respondió ella, acercándose para darle un suave beso en la mejilla.
La música comenzó a sonar y las tres mujeres comenzaron a bailar juntas, sintiendo la emoción y la sensualidad del momento. Ana se sentía viva y libre, disfrutando del contacto con Samantha y Maria Victoria.
Pronto, las caricias se volvieron más atrevidas y las mujeres se encontraron besándose y acariciándose apasionadamente. Ana se sintió en el paraíso, explorando su sexualidad con dos mujeres hermosas que la deseaban tanto como ella las deseaba a ellas.
Samantha y Maria Victoria la trataban con cariño y ternura, y Ana se sentía como en un sueño. No podía creer que finalmente estaba experimentando algo que había estado deseando en secreto por tanto tiempo.
"Me encanta tu cuerpo", dijo Samantha, acariciando el pecho desnudo de Ana. "Es tan suave y sedoso".
Ana se sonrojó ante el cumplido. "Gracias", dijo tímidamente.
Maria Victoria se unió a la conversación. "Tienes unos labios muy sexys", dijo ella, acariciando los labios de Ana con un dedo.
Ana tembló con el contacto, sintiendo un cosquilleo que se extendía por todo su cuerpo. "Me encanta estar con ustedes", dijo ella con voz entrecortada. "Me siento tan afortunada de haber conocido a dos mujeres tan hermosas y apasionadas como ustedes".
Samantha sonrió y comenzó a besar su cuello, mientras Maria Victoria se movía hacia abajo para acariciar sus muslos. Ana gemía suavemente, disfrutando de las sensaciones que recorrían su cuerpo.
Pronto, las tres mujeres estaban completamente desnudas, explorando sus cuerpos con las manos y las bocas. Ana se sentía en el paraíso, rodeada de tanta sensualidad y pasión. No quería que el momento terminara nunca.
Samantha se acercó a Ana, colocando una mano en su hombro mientras le sonreía con ternura. "¿Te sientes cómoda?", preguntó.
Ana asintió, sintiendo que su cuerpo ardía de excitación. "Sí, me siento muy cómoda", respondió con voz suave.
Maria Victoria se acercó por detrás, envolviendo a Ana con sus brazos y apoyando su cabeza en su hombro. "Nosotras también nos sentimos muy cómodas contigo, Ana", dijo ella. "Eres una mujer hermosa y dulce, y estamos encantadas de estar aquí contigo".
Las tres mujeres se miraron a los ojos, sintiendo la conexión crecer entre ellas. Ana no podía creer que estaba viviendo una experiencia así, explorando su sexualidad y su cuerpo con dos mujeres increíblemente sensuales.
Samantha se acercó aún más, rozando sus labios contra los de Ana en un suave beso. Ana respondió de inmediato, abriendo la boca para permitirle la entrada. Maria Victoria observó la escena con deseo, sintiendo que su propio cuerpo se aceleraba con cada segundo que pasaba.
Después de compartir más besos y risas, Samantha sugirió que debían irse a dormir porque era tarde y no queria que Ana se arrepintiera de tener relaciones con ellas estando ebria. María Victoria y Ana estuvieron de acuerdo y se dirigieron a la habitación de invitados para dormir. Mientras se acostaban en la cama juntas, Ana se sintió un poco nerviosa.
"¿Te importa si te hago una pregunta personal?", preguntó Ana a María Victoria.
"No, por supuesto que no", respondió María Victoria. "Pregunta lo que quieras".
"Si no es demasiado personal, me pregunto cómo descubriste que te gustaban las mujeres", dijo Ana tímidamente.
María Victoria sonrió con dulzura. "Fue un proceso largo y complicado", dijo ella. "Pero finalmente me di cuenta de que sentía una fuerte atracción por las mujeres, y decidí aceptar y abrazar esa parte de mí misma".
"Siempre he sentido curiosidad por las mujeres, pero nunca me he atrevido a explorar esa parte de mí misma", dijo Ana, mirando fijamente a María Victoria.
"¿Quieres decir que estás interesada en nosotras?", preguntó María Victoria con una sonrisa coqueta.
Ana se sonrojó un poco, pero asintió con la cabeza. "Sí, lo admito. Siempre me he sentido atraída por las mujeres, pero nunca he tenido la oportunidad de explorar esa parte de mí misma", dijo ella.
Samantha, que había estado en la sala de estar, entró en la habitación en ese momento. "¿De qué están hablando?" preguntó ella curiosa.
Ana y María Victoria se miraron, luego Ana tomó una decisión. "Quiero explorar mi sexualidad con ustedes", dijo ella con voz decidida. "Si están dispuestas, por supuesto".
María Victoria y Samantha se miraron, luego se sonrieron el uno al otro. "Por supuesto que estamos dispuestas", dijo María Victoria. "Estamos aquí para apoyarnos mutuamente y explorar nuestras fantasías juntas".
Samantha se acercó a la cama y se unió a ellas, comenzando a acariciar suavemente el brazo de Ana. "¿Cómo te gustaría que empecemos?" preguntó ella con una sonrisa.
Ana se mordió el labio inferior, sintiendo una ola de excitación correr por su cuerpo. "¿Podríamos simplemente empezar con besos y caricias?" preguntó ella tímidamente.
"Claro, podemos hacerlo como quieras", dijo Samantha, antes de inclinarse y besar los labios de Ana con ternura.
Samantha comenzó a acariciar el muslo de Ana, mientras María Victoria le besaba suavemente el cuello. Ana cerró los ojos y se dejó llevar por el momento, sintiendo las caricias y los besos de las dos mujeres. Lentamente, comenzaron a desabotonar su camisa, revelando su sujetador negro y encaje.
"Te ves tan hermosa", susurró Samantha, mientras acariciaba suavemente sus pechos. Ana se estremeció ante el contacto y dejó escapar un gemido suave. María Victoria comenzó a besarla de nuevo, esta vez con más pasión, mientras Samantha bajaba sus manos hasta la falda de Ana.
Ana cerró los ojos, disfrutando de las sensaciones que las dos mujeres le estaban haciendo sentir. "Me siento tan afortunada de estar aquí con ustedes", dijo Ana en un suspiro, mientras Samantha le quitaba la falda lentamente.
María Victoria comenzó a acariciar suavemente su entrepierna, sintiendo la humedad que ya se estaba acumulando allí. "Eres tan hermosa, Ana", dijo María Victoria con una sonrisa. "Y estoy tan emocionada de que hayas decidido unirte a nosotras esta noche".
Samantha se inclinó hacia abajo y comenzó a besar suavemente los muslos de Ana, subiendo lentamente hacia su entrepierna. "Quiero hacerte sentir bien", dijo Samantha con voz suave. "Déjanos cuidar de ti".
Ana asintió, abriendo sus piernas para permitir que Samantha se acercara más. María Victoria continuó acariciando su entrepierna, ahora con más fuerza y ritmo. Ana no pudo evitar gemir de placer, mientras Samantha comenzaba a lamer suavemente su clítoris.
"Oh Dios mío", susurró Ana. "Esto es increíble".
María Victoria sonrió, sabiendo que estaban haciendo un buen trabajo. "Queremos que te sientas bien, Ana", dijo María Victoria. "Solo déjanos hacerte feliz".
Samantha continuó lamiendo y chupando suavemente, mientras María Victoria aumentaba la intensidad de sus caricias.
Ana cerró los ojos y se dejó llevar por las sensaciones, sintiendo cómo su cuerpo se calentaba más y más. "Oh, Dios mío", susurró, arqueando la espalda mientras Samantha continuaba estimulando su clítoris. "Nunca había sentido algo así antes".
María Victoria sonrió, satisfecha por haber llevado a Ana a ese estado de placer. "Me alegra que te esté gustando", dijo suavemente, mientras acariciaba su cabello. "¿Quieres seguir explorando? Podemos hacer lo que quieras".
Ana asintió, sus mejillas sonrojadas de excitación. "Sí, por favor", dijo con una voz entrecortada. "Quiero sentir más".
Samantha levantó la mirada y se acercó a su oído. "¿Te gustaría probar algo nuevo?", preguntó con voz seductora.
Ana asintió de nuevo, sintiendo cómo la anticipación hacía latir su corazón más rápido.
Samantha se levantó y se acercó a su armario, sacando un pequeño frasco de aceite de coco. "Esto te va a gustar", dijo con una sonrisa traviesa, mientras volvía a la cama y se sentaba junto a Ana.
María Victoria se movió para darle espacio, y Samantha tomó un poco de aceite en sus dedos, frotándolo suavemente en el ano de Ana. "Relájate", susurró mientras comenzaba a masajear suavemente la zona. "Vas a sentir algo increíble".
Ana cerró los ojos y trató de relajarse mientras Samantha continuaba masajeando suavemente su ano. A pesar de estar un poco nerviosa, Ana también estaba curiosa por experimentar algo nuevo. Mientras tanto, María Victoria continuaba besando y acariciando suavemente el cuerpo de Ana, explorando cada centímetro de su piel con sus manos y labios.
Samantha continuó estimulando suavemente el ano de Ana con sus dedos y un poco de aceite, asegurándose de ir a un ritmo lento y suave. "¿Te sientes bien, cariño?" preguntó Samantha en un susurro, mientras continuaba masajeando suavemente la zona.
Ana asintió lentamente, disfrutando de las caricias y la atención de las dos mujeres. "Sí, me siento muy bien", respondió ella, susurrando.
María Victoria se movió para darle espacio a Samantha, y comenzó a besar suavemente su cuello y sus hombros. "Eres tan hermosa", susurró María Victoria en su oído, mientras continuaba acariciando suavemente su cuerpo.
Samantha continuó estimulando suavemente el ano de Ana, y poco a poco comenzó a insertar un dedo dentro de ella. Ana gimió suavemente, sintiendo un placer que nunca había experimentado antes. Mientras tanto, María Victoria continuaba besando y acariciando su cuerpo, asegurándose de que Ana se sintiera amada y cuidada en todo momento.
Ana se dejó llevar por el placer, cerrando los ojos y dejando escapar gemidos cada vez más fuertes. "Samantha, no puedo más", susurró entre gemidos. "Sigue, sigue por favor". Samantha sonrió y siguió introduciendo su dedo suavemente, mientras con la otra mano acariciaba el clítoris de Ana.
María Victoria se movió para estar al lado de Ana, y comenzó a besarla con pasión mientras acariciaba sus pechos. "Eres tan hermosa", susurró María Victoria. "Me encanta hacerte sentir bien". Ana se sintió abrumada por las sensaciones, nunca antes había experimentado algo así.
Samantha sacó su dedo del ano de Ana y lo reemplazó con un pequeño juguete sexual, introduciéndolo con cuidado. Ana se retorció de placer mientras Samantha comenzaba a jugar con la velocidad y la intensidad del juguete, haciéndola gemir con cada movimiento.
María Victoria se deslizó hacia abajo, lamiendo suavemente el clítoris de Ana mientras Samantha seguía jugando con el juguete. Ana no podía creer lo bien que se sentía, y su cuerpo comenzó a temblar mientras se acercaba al orgasmo.
Samantha comenzó a aumentar el ritmo y la intensidad de sus movimientos, mientras María Victoria seguía estimulando su clítoris con su lengua. Ana se arqueó de placer, gimiendo y jadeando sin control mientras su orgasmo se acercaba cada vez más.
"Oh dios, no puedo más", gemía Ana mientras su cuerpo temblaba y se estremecía. Samantha y María Victoria la sostuvieron y la acariciaron suavemente, ayudándola a recuperarse del intenso placer que acababa de experimentar.
Después de unos momentos, Ana recuperó el aliento y se sintió abrumada por la emoción y la gratitud que sentía hacia sus dos nuevas amigas. "Nunca había sentido algo así", dijo con voz temblorosa. "Gracias, chicas. Fue increíble".
Samantha y María Victoria la abrazaron y la besaron suavemente, asegurándose de que supiera lo mucho que la querían y la deseaban. Ana se sintió más feliz y más segura de sí misma que nunca antes, sabiendo que había encontrado a dos mujeres hermosas y cariñosas que estarían allí para ella en todo momento.
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